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La cita es a las 8 de la mañana. En el hotel donde se hospeda. Alberto García Buj, es el alma y capital social de la mercantil Tauroemoción, compañía que gestiona la plaza de toros de Valladolid. El espigado empresario turolense acude con paso firme ... hasta la mesa. Vestimenta juvenil y desenfadada, aunque en los callejones no es infrecuente verle vestido con traje y corbata. En el gesto se le adivina cierta tensión. Quizá el entrevistador no le genera toda la confianza. Bien, ese es el territorio propicio para un intercambio de preguntas y respuestas encastadas.
-Disculpe que comience a quemarropa, pero me gustaría que me dijera, y de paso a los aficionados, cómo va la venta de abonos, y si van a superar la cifra de la pasada temporada.
-(Mira fijamente) Pues sí, sí. Van a superarse algo, levemente. Recibimos la plaza con 1.000 abonados y en nuestro primer año lo subimos a 1.780, y este año vamos a subirlo un poquito, aunque las cifras exactas no se sabrán hasta este sábado, que es cuando empieza la feria.
-El jueves tuvieron un acto de cortesía con los abonados, ¿qué tal la experiencia?
-Fenomenal, hubo más de 600 asistentes y creo que se sintieron valorados. El abonado es quien ofrece la salud de una feria, la solidez de una plaza, y que permite ofrecer novilladas o corridas con jóvenes valores. Tenemos fe en seguir aumentado el abono.
-Este sábado empieza la feria, con la corrida de rejones. ¿Los carteles reflejan su voluntad como empresario?
-Básicamente sí, están los que deben estar por interés de la afición y lógicamente por estrategia empresarial. Creo que no se puede dudar de la calidad de los carteles.
-¿Y José Tomás?
-Hombre, pues puedo decir que le ofrecí torear aquí en Valladolid, en la feria, pero la respuesta no fue positiva. Pero no por nada, sino porque no va a torear esta temporada. Hubiera sido algo muy importante, pues él logra movilizar a la afición e incluso a un público diferente. Tiene ese carácter de mito, de leyenda viva, quizá ese hermetismo…
-No sé si me equivoco si le indico que la encerrona de su torero, Emilio de Justo, al que apodera, no era la idea original en la corrida de Victorino Martín.
-No, no se equivoca. Aunque también he de decirle que el resultado de ese cartel es potente, una oportunidad única para aficionados, torero y ganadero. Pensé en que también estuviera presente Roca Rey. Pero no me dijo que sí, dijo que no. Y entonces pensé que como Emilio de Justo está en un momento inmejorable, y que en Valladolid hay una comunión especial con los tendidos y su tarde fantástica en la pasada feria de San Pedro Regalado, tomé la decisión. Y el torero, claro, y el ganadero, pues están muy ilusionados. Confío en que será una tarde para recordar.
-Al leer sus carteles y publicidad se observa que recurren a muchas fórmulas para captar clientes. ¿Han hecho de Valladolid una plaza experimental, un banco de pruebas?
-Lo que sucede es que Valladolid es nuestra plaza más importante, sin duda, y nos ha motivado especialmente que resurja. Había caído muy abajo en sus últimas épocas y nos hemos propuesto que recupere el prestigio que merece su afición y su historia. Y vamos por buen camino, y en tiempo récord. Y en cuanto a las fórmulas para lograr abonados y vender entradas, pues lo que hacemos es adaptarnos a los nuevos tiempos, gustos y necesidades. Por eso apostamos por los jóvenes, y porque acudan niños con sus padres. La política de precios es muy asequible, porque hay que pensar en todos los bolsillos.
-Veo ahora en el móvil que va a llover bastante en la península Ibérica en los primeros días de septiembre. ¿Tendrá seguro de suspensión?
-Ufff… (Mira una aplicación en su móvil) Veo que todo indica que va a hacer buen tiempo, incluso mucho mejor que el año pasado. Seguro se contrata, claro, pero creo que la feria se va a dar con normalidad y además pondremos todos los medios para que sea así.
-¿No cree que ser empresario y apoderado genera conflicto de intereses y puede perjudicar a los aficionados?
-A ver, yo cuando ejerzo como empresario lo que soy es apoderado de mis clientes, de los aficionados. Es más, le puedo decir que si un torero mío no está bien, desde luego al año siguiente no le voy a repetir. Aunque, en honor a la verdad, suelen siempre estar a la altura.
-Los aficionados más solventes, muchos de los cuales dejaron de ser abonados en las últimas temporadas antes de su llegada, se quejan por la pobre presentación de los toros en Valladolid. ¿Qué le sugiere este dato?
-Nosotros, que es de lo que puedo responder, queremos satisfacer al público con una presentación digna. Y creo que en esta feria incluso se va a subir un punto en la presentación. Se debe traer el toro propio de la idiosincrasia de la plaza y del público, y Valladolid, y no lo digo como excusa, es una plaza torerista. Se trata de que los toros tengan hechuras para embestir, eso es fundamental.
-Ya, pero en ocasiones la apariencia es que los presidentes y los veterinarios no defienden al consumidor, al público.
-Discrepo totalmente con eso. Creo que hacen su función con corrección, y tampoco hay que ir más allá de lo que el público pide, pues los toros son un espectáculo democrático.
-Disculpe la repregunta, pero hechuras no es trapío.
-Bien, pero tampoco hay que caer en excesos… Ya le he dicho además que buscamos subir un punto en la presentación, sí.
-Por cierto, qué cartel, ya imposible, haría con toreros que ya no lo son.
- Pues…es que esto nunca lo había pensado. Antoñete, sí, y Manolete. Y, claro, El Viti, qué personalidad. Un cartel sensacional.
-Para rematar la faena, solo le queda ser, como algunos de sus colegas, ganadero de lidia.
-Ya, pero es difícil. Quizá, si algún día me retirara como empresario. Es ilusionante, sí, pero ahora no.
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