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Cómo me emociona veros aplaudir», dice Marta Sánchez, justo cuando acaba de demostrar amplia tesitura vocal en 'Amor perdido'. «Muchas gracias por seguir soportándome después de 37 años», asegura a continuación, cuando se prepara para el 'Vivo por ella'. «¡Somos jóvenes!», grita (¡37 años de ... carrera!), antes de los bises y de 'La que nunca se rinde'. «He dado un paseo por la ciudad y cada vez lo tenéis todo más bonito», cuenta cuando termina 'La chica de yeyé', por si faltaran razones para conquistar Valladolid, ciudad donde cierra su gira 2022 yque le ha escuchado crecer.
La primera vez que Marta Sánchez actuó en esta Plaza Mayor, la frase 'antes todo esto era campo' tenía sentido en Parque Alameda. Parquesol estaba a medio hacer. Existía el Continente, pero Pryca tardaría tres años en llegar. Todavía funcionaba el matadero municipal (hoy conocido como Lava), estaban abiertos el Groucho, el cine La Rubia, Vistarama. Y las únicas rondas de la ciudad eran las que hacían las tunas, con sus bandurrias y clavelitos. Aquel domingo, 16 de septiembre de 1990, hubo que sacar el paraguas en Valladolid. O sea, que ya ha llovido desde entonces.
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Por la tarde, el mal tiempo deslució la corrida de Rodolfo Pascual, Jorge Manrique y El Niño de la Taurina, así que tocó reservar los olé olés para por la noche. Actuó el grupo (bajo la lluvia y entre sesión y sesión de verbena) a las 21:45 horas. Tenían recién sacado al mercado su disco 'Cuatro hombres para Eva' y Marta Sánchez cantaba, como si fuera un cuplé picarón, «dicen que excito, que gusto y que soy divina, pero pocos adivinan de mí lo esencial». Y luego decía que aquello era supernatural.
Pero lo esencial en Marta Sánchez no es que practicara la foto/pose mucho antes de que existiera Instagram. Ella, que durante un tiempo fue selfie en un tik tok por inventar. Lo realmente importante, y lo vuelve a demostrar esta noche, tantos años después, es su chorrazo de voz. Marta Sánchez es garganta privilegiada y pronunciación excesiva. Vocaliza hasta lo que no son vocales. Ataca las ces como si le debieran favores, las pes en su boca son una explosión, las tes retumban como dinamita. Sus canciones son un festival de oclusivas que parecen pirotecnia desde el Caño Hondo. Y ha conseguido, en este tiempo (¡37 años!), construir un implacable repertorio de grandes éxitos.
Suenan esta noche temas de aquellos capotazos de alternativa con Olé Olé (para empezar, 'No controles', 'Con solo una mirada' o 'Soldados del amor', gorra de plato incluida). También canciones de sus primeros años de independencia (aquellos locos 90 en los que Jesús Gil era catador de jacuzzis y Richard Gere competía, incomprensiblemente, con Jesulín de Ubrique en 'sex appeal'). Y, claro, muchos temas de este siglo XXI que comenzó burbujeante y no ha traído más que una crisis tras de otra: la económica, la sanitaria, la energética, la del Barça de Bartomeu y la herencia de Rocío Jurado.
Quiere esto decir que Marta Sánchez es tan mítica que podría salir en 'Cuéntame' (no solo en sus últimas temporadas), pero también transformar sus 'hits' en temas de discoteca, que es lo que hace en la parte final de su actuación, cuando sale (con una fusta brilli brilli) para cantar 'Si me cambian los recuerdos', 'Dime la verdad' o 'Brillar'. Antes, ha recorrido su carrera con 'De mujer a mujer', 'Colgando en tus manos', 'Bailando sin salir de casa' (que cruza con el 'Bailando' de Alaska) o 'Desesperada'. Todas ellas, con un ropaje tirando a dj que en ocasiones hacen añorar la versión original.
Porque lo mejor si tienes una larga trayectoria (y esto vale para la música y para la vida, para el escenario y la bambalina) es apoyarse en los grandes éxitos, en las canciones recordadas, en los momentos memorables. Los temas torpes, los 'singles' frustrados, las insulsas caras b es preferible olvidarlas, como los viejos dolores y las penas pasadas. Hay que quedarse siempre con los 'greatest hits'. Yeso hace Marta Sánchez, poderío vocal, juventud en vena. Porque esos éxitos son los que nos trajeron hasta aquí (¡37 años!)y no nos cansamos de tararear. Marta es eterna.
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