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Llapisera, 'Charlot' y El Botones actuaron por primera vez en Valladolid en 1916
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Diversión taurina de los pobresJosé Miguel Ortega
Martes, 8 de septiembre 2020
La feria taurina llevaba ya muchos años consolidada en Valladolid, siendo el acontecimiento esencial de las fiestas septembrinas a las que acudían numerosos forasteros de las provincias limítrofes e incluso de Madrid, aprovechando que los Ferrocarriles del Norte facilitaban el traslado con trenes especiales.
Esos visitantes tiraban la casa por la ventana y no se privaban de acudir al teatro, al circo, a los carruseles y, sobre todo, a los toros. Pero ver a las grandes figuras costaba más de lo que mucha gente podía ganar en un mes, de modo que las corridas en la Plaza de Fabionelli, primero, y en la del Paseo de Zorrilla, después, constituían una diversión prohibitiva para buena parte de los vallisoletanos… hasta que surgió el llamado espectáculo cómico-taurino-musical, al alcance de cualquier bolsillo.
El también conocido como toreo bufo surgió en el litoral mediterráneo, en Cataluña y Valencia, y enseguida encontró una triunfal acogida en las plazas de toros del resto de España, de Hispanoamérica e incluso del norte de África.
El creador de esta nueva versión cómica del toreo fue el valenciano Rafael Dutrús, apodado 'Llapisera' porque se presentó en el ruedo vestido con frac y sombrero de copa, totalmente de negro. Como era un tipo alto y delgado, dijeron que parecía un lapicero, cuya traducción al valenciano le iba a convertir en un personaje enormemente popular.
Su éxito sirvió para que afloraran imitadores, como el catalán Carmelo Tusquellas, apodado 'Charlot' por la desternillante versión taurina de la gran estrella del cine mudo, o Jaime Colomer, caracterizado como 'El Botones'. Pronto se unieron los tres en un espectáculo de enorme éxito, novedoso, divertido y barato, sobre todo barato, que iba a hacerse un hueco en los carteles de feria.
Valladolid fue una de las primeras ciudades españolas que contrató sus servicios, en 1916, pues el entonces empresario del coso vallisoletano, Sr. Argomaniz, hizo un hueco para ofrecer al público aquel espectáculo que triunfaba en Barcelona, Valencia y Madrid. Además de 'Llapisera', 'Charlot' y 'El Botones', el programa incluía una parte de toreo serio a cargo de 'Torquito', que mató dos toros de tres años. Los precios, 6 reales los tendidos de sombra y una peseta los de la solanera, contribuyeron al lleno de la plaza y a que, a partir de entonces, la 'charlotada' encontrase acomodo en los carteles de la feria vallisoletana.
En la de 1920, incluso hubo ración doble, pues los días 25 y 26 de septiembre actuaron 'Charlot', 'El Botones' y 'Chispa', personaje nuevo en el lugar de 'Llapisera', que tenía su propia compañía con la divertidísima actuación de la banda de 'El Empastre', formada en la localidad valenciana de Catarroja, justificando al añadido de musical al espectáculo cómico-taurino.
Aunque 'Llapisera' y 'Charlot' seguían siendo la referencia del toreo bufo español, no tardaron en aparecer otros personajes de gran acogida popular, como Pablo Celis, 'El Bombero Torero', creación que perduraría en el tiempo con la interpretación de su nieto, Rafael Celis, hasta su retirada hace un par de años.
El dueño de la plaza del Paseo de Zorrilla, Eduardo Pagés, íntimo amigo de Carmelo Tusquellas 'Charlot', siempre buscó acomodo en la feria de San Mateo a la 'charlotada', que solía celebrarse el miércoles, con el consabido lleno en las gradas. Ya en la posguerra, Pagés quiso dar un barniz de mayor prestigio y calidad anunciándolo como 'Galas de Arte', con novilleros que después serían grandes figuras del toreo, en la parte seria. Andrés Vázquez, anunciado como el 'Nono de Villalpando', se fogueó entre otras en la plaza de Valladolid antes de empezar a torear con caballos y tomar la alternativa.
Mientras los pioneros iban desapareciendo de los carteles o su personaje lo encarnaban otros, aparecían nuevos reclamos para el público, como 'Cantinflas', bajo cuyo disfraz estaba Paco Arévalo, padre del popular artista cómico del cine y la televisión quien, por cierto, también intervino en sus principios en este tipo de espectáculos.
'El Bombero' amplió su oferta al incluir en su cuadrilla a los llamados 'Enanitos Toreros', que en Valladolid como en el resto de las plazas donde actuaron, alcanzaron un enorme éxito popular, pese a ser un espectáculo muy poco edificante, por la utilización de la acondroplasia como diversión del «respetable». Aunque con el tiempo surgieron otros personajes como 'Don Canuto', 'Ramper torero' y 'El Indio Sioux', poco a poco fueron desapareciendo las 'charlotadas' de los programas taurinos de las ferias y hoy no queda más que el recuerdo de aquellos espectáculos cómico-taurinos-musicales que divirtieron al público de bolsillos modestos y llenaron de billetes los de los empresarios.
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