Josema Yuste: «Aunque es una historia de infidelidades, nunca se llega a consumar ninguna»

–Lo primero de todo ¿Está contento con la acogida que está teniendo la obra?

– Tengo una buena percepción de la obra, la reacción del público es muy buena. Siempre empiezas un poco frío hasta que le encuentras el punto, dónde se ríe la gente. Entonces vas corrigiendo y matizando cosas. Pero ya la última semana, que fue en San Sebastián, la gente ya se lo pasaba muy bien. Estamos al 90%, cogiendo el punto.

–¿Qué queda para llegar a ese 100%?

– Yo diría que encontrar el ritmo adecuado. No es bueno correr ni ir a trompicones. No hay que olvidar que es una comedia de enredos, en este caso hay tres tramas y no te puedes perder. Pero tampoco puedes ir despacio. Ese ritmo en comedia, que es como una partitura musical, estamos a punto de encontrarlo.

–Una comedia de enredos literal.

– Lo más divertido de la obra es que aunque es una historia de infidelidades, nunca se llega a consumar ninguna, es como un 'coitus interrumptus'. Desde su estrenó en 1967 en Londres ningún autor ha cambiado eso, y si lo hiciera yo creo que perdería encanto.

–¿Cómo se organiza para dirigir y actuar a la vez?

–No es fácil. Es cuestión de organización. Quizá en mi vida personal no soy tan organizado, pero en mi trabajo sí, y si no lo haces es un lío. Claro, para dirigir a ocho personajes y actuar hay que ganarle al tiempo. Tienes que llegar al ensayo el primer día con los deberes hechos de ese día.

–¿Cuál ha sido su toque personal añadido a la obra?

– El guión, lo he desecho para volverlo a hacer. Por supuesto he respetado la idea original y las tramas, pero todo los chistes, los gags visuales y todas las referencias cómicas me los he inventado yo.

–Dijo en una ocasión que le había resultado duro pasar de cómico a ser actor ¿Cómo lo ha llevado?

–Es cierto, no es fácil. Pero yo he sido el que me he impulsado; me he dicho «venga pa' lante, si no me cogen aquí ya me cogerán allí». Pero también sabiendo lo que el público espera de mí, sin ir a la contra y la casualidad es que ese gusto coincide con el mío.

–Sobre los límites del humor ¿cree que ya se han instaurado?

–Sí, hace años no pasaba esto porque no había redes sociales, ni había tanta inmediatez en las respuestas con las críticas, entonces te sentías más libre para hacer humor. Ahora tienes que ir más por lo políticamente correcto. Aunque luego pasa rápido. Cuando yo hago humor intento que no me afecte, pero es evidente que algo lo tenemos en cuenta.

–¿No cree que después de haberse producido un 'boom' de la crítica feroz en las redes, toque educarnos?

–Es difícil, yo creo que es muy difícil controlar las redes cuando a un golpe de click puedes «cagarte en su padre». Pero creo que hay que desdramatizarlas. Con el tiempo he aprendido que es algo tan perecedero que no hay que darle más trascendencia.

–Echando la vista atrás ¿se arrepiente de algún chiste?

–Sí, claro, hay algunos que los hubiera cambiado. Pero en ese momento yo me sentía libre y lo hacíamos de una manera ingenua incluso. Además, los tiempos han cambiado mucho y no podemos contemplar una cosa hoy porque hace 40 años era diferente.

–Los formatos para hacer humor también han cambiado, sobretodo en televisión ¿Cree que un programa de sketches funcionaría igual ahora mismo?

–No lo sé, todo parece indicar que no, pero todo son modas y volverá, es algo sencillamente cíclico. Pasó lo mismo con Operación Triunfo, que hacía años que no se hacían programas musicales. Es cierto que se está ahora extinguiendo y puede que no haya sketches en años hasta que la gente lo eche de menos y vuelva.

–¿Tendrá tiempo de visitar la ciudad? ¿Podremos verle por las calles?

– Tengo una relación muy estrecha con Valladolid. Mi mujer es de aquí y tres de mis hijos han nacido aquí, con lo cual yo voy mucho por Valladolid y es muy fácil verme. Imagino que comeré en casa de mi suegra pero sí seguro que estaré tomando un café cerca del teatro, seguro.