En esta vida hay cosas tan predecibles como inevitables: la muerte (ahí estaba Isabel II), el final del verano, el calzoncillo-hombro-frente-oreja en los saques de Rafa Nadal o que Jason Derulo acabará el concierto sin camiseta. Ese trozo de tela sale del ... camerino planchadito y perfumado, con la promesa de una gran noche por delante, pero también con la convicción de que volverá a casa (si vuelve) sudado y hecho un gurruño. En fin, la camiseta como metáfora del adolescente que desfasa una noche de farra. Nada que no sepamos. Pero, amigos, mejor no adelantar acontecimientos.
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Jason Derulo en Valladolid
La noche huele a show de la 'super bowl', a superproducción desde la primera nota (son 333.960 euros y de algún modo tiene que notarse). En el escenario hay tanta gente que un concierto así no podría haberse celebrado en 2020 porque sería imposible guardar la distancia de seguridad. Hay músicos, dj, columnas de fuego, doce chorrazos de humo y un impresionante cuerpo de baile (seis chicas en 'short' y con ombligo al aire, cuatro chavales con sudadera y tete tapado) que comienza a moverse en cuanto suena 'Watcha say', el tema con el que Derulo inauguró su carrera en 2009 y con el que abre el concierto. Y entonces, sale él, con micrófono de diadema (para moverse mejor), golpecitos de hombros con cada 'beat' de la canción, cadenón al cuello y una cazadora sobre esa camiseta que tiene las canciones contadas.
Las costuras de la Plaza Mayor, como las del pantalón de un invitado a bodorrio, están a punto de reventar. El epicentro de Valladolid es todo grito, aplausos, ganas de pasárselo bien. Pero sobrevuela (como los drones de la Policía Local) esa sensación nerviosa de que, por muy atento que estés, por mucho que te concentres, hay algo que te estás perdiendo. Dos ojos no bastan para un concierto de Jason Derulo. Por eso hay tantísima gente que saca su móvil a pasear (también porque desde el escenario lo piden, «the cell phone in the sky!»). Hay dos motivos para lo del teléfono en un concierto. A) Para grabar un trocito, mandarlo y dar envidia con el vídeo a los del grupo de whatsapp y/o b) para intentar atrapar para siempre este instante de felicidad. Si la opción elegida es a, perfecto. Que rabien los que no quisieron venir. Madre mía, lo que se han perdido. Si la razón por la que se graba es b, mal. Muy mal. Puede que en este momento parezca una buena idea enchufar con el móvil a Derulo, pero, cuando veas el vídeo en casa, te darás cuenta de que está borroso, movido, que hay muchas cabezas por delante y que lo que se ve en pantalla (tan pequeñita, tan poquita cosa) no tiene nada que ver con el show que había sobre el escenario. No hay píxeles suficientes que puedan competir con el subidón del aquí y ahora. Todo recuerdo es una traición. Así que, mejor olvidarse del móvil y entregarse al momentazo.
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Sigue la actuación con 'Tip toe', con su frontenis de caderas, su 'twerk' de medio lado, las bailarinas que se acercan sugerentes al cantante y Derulo que mueve los dedos, palma arriba, como diciendo «ven, ven, que aquí no va a pasar nada». En esa coreografía brutal, tan milimetrada que parece natural, hay un extraño movimiento que despista, podría parecer homenaje a la jota castellana, en el riff que viene después del «hold tight when you tip toe». No da tiempo a preguntarse qué era aquello exactamente porque ya hay nueva pirotecnia en el escenario. Suena 'Wiggle' y todo baile es coqueteo. Incluso un amago de conga se hace con flow, como una procesionaria cool. Hasta para andar hay que tener estilo. Uno sale desmoralizado o con ganas de apuntarse a clases.
El espectáculo continúa con 'Take you dancing', con su falsete y su notas agudas (se acerca el cantante el micro a la boca), que son tan exigentes y complicadas cuando los pies no dejan de despegarse del escenario y no hay compás sin movimiento. «Valladolid», dice. Y la plaza enloquece. «Spain os quiero». Para qué quieres más. Justo antes de 'Savage love', en un pequeño descanso entre tanto frenesí, pregunta que si también tiene aquí seguidores de su tik tok (casi 53 millones de fans en esta red social), donde se ha viralizado un bailecito con esta canción (que también se hace en la Plaza Mayor). Después de la energética 'In my head' y de 'Ridin' solo' («cuando rompes con alguien tienes que encontrar una canción que te consuele») llega '1, 2, 3', con la voz de Sofía Reyes pregrabada y él, a estas alturas de la noche, ya sin cazadora y solo con esa camiseta de hombrillo condenada a morir.
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Con 'Don't wanna go home' o un homenaje al 'Con te partiró' de Andrea Bocelli regala un momento íntimo, tranquilito, para exhibir voz y recobrar aliento, aunque el espectáculo no indague mucho en las baladas y se decante por los temas más bailables del estadounidense. Apuesta segura. Y a partir de ahí, por si todo lo anterior no era suficiente, la fiesta continúa con 'Trumpets' (con la pegadiza ráfaga instrumental) o 'It girl', con afortunada del público ante la que (ahora sí, quien lo diría), se quita la camiseta y revientan gargantas en la Plaza Mayor. La locura sigue con 'Talk dirty' y 'Want you to want me', temazos para rematar esta 'superbowl' del conde Ansúrez.
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