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lidia recio santos
Valladolid
Sábado, 9 de septiembre 2017, 13:08
— Durante las fiestas de Valladolid tocas el mismo día que el grupo internacional Primal Scream, ¿qué supondrá para usted subirse al escenario dos horas antes que ellos?
Cuando me llamaron yo le pregunté al técnico del ayuntamiento que si no era una banda tributo ... a Primal Scream porque se estaba cachondeando de mí. Luego me dijo: «Que no, que no, que son Primal Scream de verdad, lo va a anunciar el alcalde en cinco minutos». Y bueno, recuerdo que estuvo en mi minicadena, sobre todo los dos discos anteriores a este último y es una banda que me ha tocado vivir como adolescente por generación. Primal Scream es eso, una banda generacional. Es real que la gente de mi edad que escuchaba este género evolucionamos con ellos. Cuando empezaron a tener tintes electrónicos empezamos a consumir ese tipo de música.
Así que lo espero con una emoción terrible. Estas cosas son conciertos que guardas muy dentro de ti y que son para toda la vida, porque sabes que vas a estar con ellos, compartiendo escenario en las condiciones que sean. Estoy muy contento, esperando que llegue la fecha.
— ¿Y tocar en las fiestas de su ciudad el sábado, supuestamente uno de los días que más gente puede acudir?
Los conciertos de la Plaza Mayor siempre son muy especiales, realmente es donde nosotros hemos bebido. Mi proyecto salió porque de pequeñitos íbamos a ver los conciertos a la Plaza Mayor y es tu fuente más fidedigna y más primitiva. Es lo que veíamos allí. Desde Celtas Cortos, pasando por Candeal, hasta Rafael. Daba igual, lo que pasara por la Plaza Mayor, era lo que veías de manera más primitiva en tu cuerpo y todos los ritmos que escuchabas era lo que te movía a estudiar música. No te metes a estudiar música así, porque se te ilumina el cerebro y quieres ser Shostakovich, es porque ves conciertos y de todos ellos una parte muy importante son los conciertos de la Plaza Mayor cuando éramos pequeños. Estoy con ganas terribles de volver a tocar en Valladolid, además nosotros pensábamos que se iba a dilatar en el tiempo, que posiblemente hasta el año que viene no volvieramos, pero ha surgido la oportunidad y no la vamos a desaprovechar.
— En el escenario no está solo, ¿cómo es viajar con la misma gente durante tanto tiempo? ¿alguna anécdota que pueda contar?
Anécdotas mil. Desde que mi banda me abandonaron en Tenerife porque vinieron dos chicas rusas a por ellos y se los ligaron y me dejaron abandonado hasta... yo qué sé, cosas que se te rompen en el último momento. La gente no se entera muchas veces de lo que conlleva la responsabilidad de llevar un concierto y de muchas cosas que están sucediendo, y que suceden, en el concierto en la realidad. Hace poquito en Jumilla, Murcia, se me rompió la guitarra eléctrica, pero que se me partió, y el bajista y yo pues estuvimos ahí como pudimos haciendo Bricomanía. Pero Bricomanía capítulo uno (canta la intro del programa) y arreglando el jack en el minuto en el que iba a empezar el concierto. Y salen las cosas bien. Somos una banda muy sana, me refiero. Las risas están aseguradas, desde esas cosas a que de repente no tienes tus habitaciones reservadas en un hotel y tienes que andar llamando a alguien para que te deje quedarte a dormir en su casa porque no tienes un lugar en el que dormir. Cosas de estas.
— ¿Por qué Siloé?
Siloé es un nombre bíblico. Las canciones tienen connotaciones religiosas, no porque sea adrede, sino porque creo que es algo inherente al ser humano el hecho de hacerse muchas preguntas. Creo que es un poco tabú en nuestro país el tema de la religión, no debería serlo, y pienso que es un tema recurrente igual que el amor, la amistad o que una chica te deje. Yo creo que es algo que es importante.
Entonces, Siloé es un nombre que salía en un texto bíblico en el que Jesucristo hace un milagro y manda a uno de los ciegos a quitarse los ojos en las piscinas de Siloé. Ese el momento en el que empieza a ver de nuevo. Es lo que queremos hacer ver a la gente, que la música es más sencillo que todo eso y que venimos a transformar también un poco el mundo en lo que nosotros podamos en ese ratito en que la gente está escuchándonos.
— ’La verdad’ es el primer álbum que saca, ¿cómo fue la experiencia?
Tengo la suerte de poder trabajar para otras bandas, coproduciendo alguna cosa o como arreglista para otras y la experiencia del estudio siempre la tengo como muy gratificante. Pero en esta ocasión los músicos con los que estoy trabajando nos han volado la cabeza, han sido absolutamente diferentes a otros con los que había trabajado anteriormente, por lo que hemos llegado a sitios diferentes.
Todo el proceso ha sido en riguroso directo. Pasamos unas premaquetas a los músicos, pero cuando nos pusimos en directo salieron catorce versiones de cada tema y teníamos que elegir los temas, pero no teníamos claqueta. No había un metrónomo, por lo que el tema que elegíamos era el que iba. No podíamos cortar pegar. En el disco se nota que hay partes que se corren, hay partes que se van lentas y hay muchísima dinámica y es lo que hace que cuando haces un álbum se note que hay un trabajo sensible, que es lo que estábamos buscando.
Hubo muchas versiones de nuestras propias canciones en las que no surgió nada, porque no pasaban cosas. Lo importante es que poníamos la intención para que ocurriese y cuando sale te das cuenta. Por eso los buenos discos, y no lo digo por el nuestro, lo son porque han invertido mucho tiempo en buscar la toma, que a veces era en la primera y otras a la 513.
— Ha estudiado en la Universidad de Berklee en Boston, ¿qué le ha aportado más, estudiar allí o el hecho de vivir en un lugar distinto lejos de casa?
Primordialmente las vivencias, o sea, la experiencia que uno adquiere cuando se va fuera, el grado de pragmatismo que te da y el estar buscándote las habichuelas. A nivel de producción... bueno, en realidad a cualquier nivel, es incomparable a lo que uno pueda aprender en cualquier libro.
Pese a todo ello, trabajé con algunos de los maestros más importantes del mundo que han estado en giras mundiales nivel Alicia Keys, Dave Liebman, John Williams... tienes maestros que son maestros de maestros. Maestros de maestros de maestros de los que están en tu país, pero tampoco es que me fuera porque en España no lo hubiera, no es que tenga un rencor a España en ese sentido, para nada. Estoy muy contento con los maestros que he tenido en Valladolid e intentamos llevar allá donde tocamos la impronta castellana. Es lo primero que decimos en los conciertos, empezamos con una canción que tenemos que se llama 'Contemos aullidos' que tiene ritmo de jota. Al final nosotros somos unos trovadores que llevan sus canciones a las ciudades.
— En esta era de internet en la que todo el mundo piensa que sabe de todo. ¿Cuál es la diferencia entre un aficionado y los que intentan hacer de la música su vida?
El hecho de que internet haya hecho que todo el mundo pueda comprarse una guitarra eléctrica es muy bueno porque de repente la cultura musical se ha ampliado. Todo el mundo puede hacer música a un nivel primitivo. Pero también es verdad que uno cuando va a ver conciertos exige un poco más de seriedad en las bandas, que haya más rigor en el ensayo.
El hecho de que tenga un teléfono móvil y me pueda hacer una maqueta en mi casa está guay, pero eso no implica que yo tenga que ensayar en mi casa para que eso suene bien. Claro, si tienes un cuatro pistas para grabar cuatro cosas a la vez y cuesta una pasta ir al estudio, eso significa que tú cuando vas al estudio de grabación la tienes que clavar, lo que se traduce en que tienes que ensayar como un perro en tu casa todos los días muchísimas horas. Hay muchas bandas las cuales respetan la música y yo creo que el ensayo es un respeto a la música, que es tenerle un respeto y un rigor, porque al final es algo que vas a enseñar a la gente.
Tú luego no puedes ir predicando por ahí que la música es cultura si no hay un rigor en ello, no hay un trabajo detrás. Si no estamos hablando de bobadas, no es cultura ni es nada, es algo perenne, es algo que de repente se escapa. Yo creo que en eso internet ha ayudado mucho pero también ha hecho mucho daño. Cualquiera se cree que puede llegar. Cualquiera puede hacerlo, por supuesto que sí, pero hay que trabajar para ello, aquí nadie regala nada. Fijate, ahora mismo suena el 'Despacito', que da igual, puede ser que nos lo hayan reventado a la oreja y eso pasaba antes también, pero para llegar a ello hay mucho trabajo detrás. Hay mucha gente trabajando, hay un rigor y un respeto hacia la música que es el que creo que muchas veces puede que se pierda por el hecho de «no, tío, mira, si tengo una maqueta muy buena aquí con el móvil». No, no. Eso está bien para ser una maqueta, pero si quieres que sea un disco hay que grabarlo bien, hay que trabajar, hay que pensar...
— ¿Qué piensa de Spotify y otras plataformas similares?
Yo creo que es importante dejar las cosas claras. Nosotros como músicos necesitamos percibir una remuneración por algo que hacemos, ya sea en el concierto o ya sea tener un archivo de audio. Tú no vas a comprar una barra de pan a la panadería y te marchas sin pagar.
Spotify nos ha ayudado muchísimo, es una red que nos ha dado una salida en México y en Chile de una manera que no hubiéramos podido alcanzar quince años antes. Entonces las bandas tenían que llevar o bien su disco a las gasolineras o a los puntos de venta e incluso llevarlo ellos mismos en su furgoneta y venderlos cuando tocaban porque no había otra forma física de llevar el album. Ahora, un tío de México en el minuto 3 en que salió el disco nos escribió diciendo que estaba emocionado con él, que vaya pasada, que cómo podía hacer para hacerse con él.
Es verdad que hay que regular el hecho de las distribuciones de los derechos. Hay un mamoneo tremendo en los horarios a los que se emiten las canciones, se cobra indistintamente dependiendo del público y tal. Internet es el presente, no el futuro. Aunque la regulación tiene que cambiar y Spotify tiene que abrirse a otras cosas nuevas que puedan suceder. Pero claro, una descarga ilegal es una descarga ilegal; que no es lo mismo que una escucha, no hay escuchas ilegales.
En cosa de cinco años evolucionará. Ahora yo tengo Spotify, es la música que consumo, lo conecto al bluetooth del coche y no tienes tampoco otro método de escuchar música. Compartimos listas de Spotify colaborativas incluso para la producción del segundo álbum: «Oye, fíjate en este concepto. Mira esta banda irlandesa, que pasada. Escucha a estos tíos australianos, lo que están haciendo». El arma es tan bestia que es muy difícil destruirlo.
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