Así ha evolucionado la cartelería de las Fiestas de Valladolid
El cartel de las ferias ·
Pasó de incluir la programación a un simple diseño, más representativo a veces y otras, como en varias de sus últimas ediciones, más imaginativoSecciones
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El cartel de las ferias ·
Pasó de incluir la programación a un simple diseño, más representativo a veces y otras, como en varias de sus últimas ediciones, más imaginativoUna historia de Instagram, un post de Facebook o un simple tuit sirven en la actualidad como herramientas de comunicación a veces poderosa, a pesar de la perversión que puede esconder si el mensaje no es veraz o no se controla. Reforzada por la modernidad y por las redes sociales, la vigencia de la cartelería no se ha perdido, mantiene la fuerza que le dan el marketing digital y campañas de transmisión masiva de un mensaje, que es, en definitiva, para lo que nacieron. En el caso de Valladolid y de sus fiestas, al menos que haya constancia en el Archivo Municipal, los ha habido desde 1871. Constaba de cuatro grandes pliegos, con letras negras sobre un fondo en verde, y en tres de los pliegos aparecía la programación desde el 20 de septiembre hasta el 29..
Estos casi 150 años de iconografía permiten valorar los cambios propios de la sociedad moderna, el primero, la instalación definitiva de la Estatua a Colón, en 1905. El cartel de aquel año otorgó la importancia debida a la inauguración del monumento sobre un diseño innovador, mucho más vivo, que simulaba un marco con un documento apergaminado. En este, en diferentes colores, se veía el anuncio de eventos tan variopintos como las «magníficas corridas de toros» o como la entrega de limosnas para los pobres. Precisamente los toros han ocupado una parte importante a lo largo de la historia, siendo un acontecimiento en sí mismos con su particular cartelería, que no ha estado al margen de cambios y de la búsqueda de una mayor estética.
Los elementos generales anunciadores fueron nota predominante durante muchos años a pesar de los diseños cambiantes. Así, por ejemplo, el cartel de 1923 tiene a una mujer ataviada con un vestido típico de los años 20, con el Ayuntamiento al fondo y, debajo, los anuncios de los actos a celebrarse. A partir de los años 30, cobró protagonismo lo autóctono, a través de la aparición de personajes ataviados con trajes regionales, a veces, como en el 39, acompañados de motivos franquistas como la bandera o el lema que aparecía de «Año de la Victoria». Para entonces, la transmisión del mensaje se había simplificado: a partir de 1935, la ilustración escogida había pasado a ser lo predominante, desapareciendo la programación como acompañamiento, siendo ya en adelante esto lo habitual.
Elementos de la tradición castellana como los trajes o los dulzaineros se mezclaron con motivos aún hoy vigentes como el tío Tragaldabas o los gigantes y los cabezudos, presentes en los años 45, 49, 53 o 54. Autores como Gregorio Hortelano, Carlos Balmori, Sebastián Rey Padilla o Luis González Armero se encargaron de esbozar la imagen de las Fiestas de San Mateo, que durante la década de los 50 introdujeron otros elementos festivos más genéricos, como unos globos, un molinillo o un carrusel. Todo hasta que en 1969, gracias a la mejora de las técnicas de impresión, se apostó por primera vez por una fotografía a color.
Esta novedad supuso una ruptura con la estética conocida, ya que poco a poco se abandonaron los elementos regionales en pos de diseños más artísticos y abstractos. Así, en 1973, solamente el nombre de la ciudad permitía situar geográficamente el cartel, como sucedió en 1981. Antes, en 1975, solo el escudo de Valladolid –sin la Laureada de San Fernando– lo situaba en la Feria y Fiestas de San Mateo, que en la década de los 80 se abriría al diseño aficionado a través de un concurso que empezó a incluir un premio en metálico y que llegó a alejarse de la ciudad, puesto que no siempre incorporó elementos representativos de Valladolid, más allá del enunciado de las propias fiestas y el nombre, hasta que en 1997 se hiciera obligatorio el uso del escudo.
Las primeras Fiestas de la Virgen de San Lorenzo se celebraron entre el 7 y el 17 de septiembre. Auspiciada por la participación popular, puede que no se haya distinguido su cartelería por tener demasiados rasgos diferenciadores de Valladolid, pero con lo que indudablemente ha contado es con modernismo en sus diseños, comenzando por las figuras redondeadas de ese 2000 o por el perfil por el que se apostó en 2001. Un semblante riendo, con los ojos cerrados, fue la apuesta entonces, mientras que en 2002 y 2003 siguieron los personajes anónimos: uno subido en unos zancos y el dibujo de una cara ganaron antes del juego de luces de 2004, representado por una infinidad de raya, y cuando las tipografías incluso fueron también más modernas.
Las ocurrencias y este tipo de motivos continuaron con la identificación de Valladolid con la luna, sus tapas y toros (2005). Más clara fue la alusión en 2008 del centenario de la inauguración de la Casa Consistorial, representado con motivos de la época. También miró al pasado la elección de un año más tarde, una 'actualización' del orgullo regional con la presentación de un hombre vestido con el traje típico. Este reencuentro con lo autóctono siguió en 2011 con un dibujo del pañuelo típico de las peñas, mientras que en ediciones posteriores, como las de 2012, 2014 o 2015, hubo un giro hacia diseños más imaginativos.
Los últimos carteles retornaron, cada uno a su manera, a la temática más pucelana. En 2016 y en 2018, el Ayuntamiento volvió a ser protagonista; con un degradado un año y con un dibujo más simplista en el segundo. Las fiestas del 17 y del 19 se reservaron para el Campo Grande y a sus pavos, en verde y burdeos y en azul celeste, buscando llamar la atención en unos tiempos en los que la iconografía es bien distinta a la de un siglo atrás. Si entonces la sobriedad era nota predominante, por la tecnología distinta y por la necesidad de comunicar, en estos tiempos de redes sociales lo visual y lo llamativo tienen un peso mayor sobre la transmisión del mensaje.
En el 2000, Francisco Javier León de la Riva decide adelantar las fiestas, pasando de San Mateo a honrar a la patrona, la Virgen de San Lorenzo, cuyo primer cartel representa elementos festivos como los fuegos artificiales. Desde entonces, sin embargo, no siempre ha habido motivos claramente de diferenciación de las fiestas de Valladolid, más allá del uso del Ayuntamiento como fondo varias veces, de un dibujo del tío Tragaldabas en 2013 o de los de los pavos reales de 2017 o 2019.
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