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«No sé cuánto alcanzaré a entregar, pero será todo lo que pueda. Y todo lo que dé será verdad», asegura Estrella Morente de su concierto de hoy en el Teatro Zorrilla (21 horas). Un concierto en el que repasará temas clásicos de su repertorio, ... como 'Volver', o 'En lo alto del cerro', junto a los de su nuevo disco, 'Leo'. Y en el que se presentará apoyada por una formación muy familiar: a las guitarras Montoyita y su hijo Monti; al cante Antonio Carbonell y Ángel Gabarre; y a la percusión Popo Gabarre y su hijo Curro Conde. «Voy a hacer un concierto clásico, flamenco, al margen de que pueda haber virajes hacia donde menos esperemos».
El escenario del Zorrilla no es extraño para Estrella Morente. Le ha frecuentado en otras ocasiones y le tiene especial cariño. Como se lo tiene al empresario que lo gestiona, Enrique Cornejo, «que siempre ha tratado a los artistas con respeto, también cuando no era lo normal», explica. «Toda mi familia lo adora».
-¿Qué aporta su último disco, Leo, a su trayectoria?
-'Leo' es un disco en el que viajamos a Argentina y México, a través de Chavela Vargas o Frida Kahlo, pero en el que también incluimos un tango argentino, y en el que pongo música a textos de mujeres como María Zambrano u otras. Son mujeres que llevo siempre dentro.
-¿Qué puede esperar el espectador de su recital?
- Lo que va a haber sobre todo es verdad. Yo necesito que haya pureza, en el sentido de que lo que hagas surja de lo más profundo del corazón. Para mí la pureza es entregarte y sacrificarte para construir un esqueleto, pero luego dejar que vibre con la improvisación. Ofreceremos un repertorio cuajado, con honradez.
-Es su segundo disco de homenaje a mujeres.
-Mi homenaje es continuo, en el día a día. Y no sólo a las mujeres, también a los hombres. Pero tengo la suerte de tener mujeres muy importantes y valiosas a mi alrededor. Gente con unos principios, unos valores y una manera de sentir. Con respeto, pero desde la libertad. He tenido la suerte de nacer en una familia muy bonita, entusiasmada con el arte, que es nuestra herramienta de trabajo desde siempre.
-Su padre Enrique Morente está muy presente en sus primeros discos, los que pudo grabar antes de su muerte. Se entregó muy intensamente a impulsar su carrera como productor.
-Mi padre era tan eterno que no sólo estará presente en mis discos y en mis trabajos, sino en los de muchos otros. Como productor me ayudó muchísimo. Es verdad que no logramos terminar 'Autorretrato', que finalmente llevó a buen puerto Isidro Muñoz, y que fue un disco histórico. No sé cuándo se volverá a reunir figuras como Pat Metheny, Michael Nyman, Paco de Lucía, Tomatito o Vicente Amigo en una grabación.
Nos quedamos con cuatro o cinco trabajos abiertos. Uno era el de las coplas. Pero dejó muchísimas ideas y proyectos esbozados que están por salir. Mi padre era un manantial interminable.
-Era un hombre ecléctico, abierto a muchos estilos y culturas. Y usted sigue su camino porque su discografía es muy variada.
-Lo cierto es que sí, aunque no me lo he propuesto. Fue un honor el disco de canciones brasileñas que grabé con Fernando Trueba. Pero también 'El amor brujo', de Falla, que grabé con la Orquesta Nacional de España, dirigida por Josep Pons, y el de canciones populares de Falla cantadas al piano. Pero también fue fantástico colaborar en la banda sonora de 'Chico y Rita', acompañada por el piano de Bebo Valdés, que fue una experiencia mágica.
He nacido en una casa en la que la música sefardí, pakistaní, la música árabe, oriental y todo tipo de músicas se escuchaban habitualmente, porque mi padre estaba interesado en todo: cantó hasta en latín. El abanico de sus intereses era enorme y, fruto de ello, yo adoro todo tipo de músicas y seguro que en algún momento me las encontraré en el camino.
Cuando le decían a mi padre que era un revolucionario respondía: «Nunca me han gustado las revoluciones porque casi siempre son sangrientas y a mí me gusta la paz». Se definía como un obrero del arte.
-¿Se considera usted también una obrera de la música?
-Mi padre tenía esa escuela y yo vengo de ahí, de ese tronco. Siento de la misma forma y no sé si estaremos a la altura, aunque tampoco se trata de eso, porque él siempre nos enseñó a ser nosotros mismos, y a trabajar duro y honesto. Y esa manera de trabajar, respetando al de al lado, te permite tocar el cielo con las manos si te dedicas a la creación. Yo vengo de ahí y creo que hay que hacer música con pico y pala. Con la idea de hacer algo productivo para los demás. Yo quiero hacer algo histórico. No lo digo por narcisismo o egolatría, sino porque creo que tengo la obligación de hacer algo importante. Pero no soy la única. Somos muchos los que tenemos la obligación de hacer cosas importantes y comprometidas.
-¿Con qué se siente comprometida?
-Estamos hablando del flamenco y la música. Pero voy más allá. Puedes hacer cosas muy sencillas: cerrar el grifo para evitar el despilfarro de agua, cuidar a quien tengas cerca, prestar atención a los demás, y prestarles tu oído. Escuchar a los demás es muy difícil ahora; estamos muy faltos de que nos escuchen. Estamos encerrados en nuestras tablets o móviles y en nuestras redes sociales. La cultura es muy importante para combatir esto. Me siento muy comprometida con la cultura.
Hay cosas tan sencillas como enseñar a los demás con tu propia actitud. Y eso me lo ha enseñado ser madre. Yo me he peleado muchos con mis niños, como todas las madres, hasta que ves que la estrategia es otra: enseñar con la actitud. Ser padre o madre es lo más complicado de esta vida, pero también es lo más gratificante cuando consigues algo a favor.
Pero, sobre todo, estoy comprometida conmigo misma para intentar ser cada día mejor como persona, ciudadana o músico. Eso es lo que te da la fuerza para enfrentarte luego al cante.
-En 'Autorretrato' hay varios poemas de San Juan de la Cruz. ¿Fue interés de su padre o interés propio?
-Las dos cosas en realidad. Es un reflejo de lo que mi padre nos ha enseñado, pero también nació de mí porque hay un poema, 'Tras un amoroso lance', que siempre me había gustado y al que le veía música, pero no sabía cómo ponérsela. Durante un viaje a Londres, tras la actuación, se me acercó el compositor Michel Nyman con una cajita de discos suyos como presente. Aquello me sorprendió mucho. Y me fui corriendo para escucharlos, hasta que llegué a uno que me impactó: el Réquiem. Yo pensaba que esa era la música que necesitaba 'Tras un amoroso lance' y grabé con el móvil mi voz cantando el poema con la música de Nyman de fondo. Me impresionó porque encajaba de principio a final, y lo guardé como idea. Tiempo después Michael vino a Granada a dar un concierto y mi padre lo invitó a casa y le pusimos la grabación. Nadie hablaba y se le cayeron dos lágrimas. Y nos dijo: «Esta obra, que lleva treinta años hecha, estaba inacabada. Este poema es justo la letra que yo hubiera necesitado poner». Se emocionó mucho y organizó la grabación que terminó en 'Autorretrato'.
Pero aunque esto fue idea mía, mi padre ya tenía intención de colaborar con Nyman para ese disco, porque creía que le iría bien su música al 'Pregón de las Moras' que yo ya había grabado sólo con mi voz. O sea, que él ya pensaba pedirle que colaborara conmigo. Pero esto no se lo esperaba. E hicimos los dos temas en el disco.
-Volviendo a 'Leo', cuando lo presentó, destacó que era un disco muy visceral, aunque quizás sea más preciso decir que es un disco suelto, sin corsés.
-¿Sabe lo que es un león despeinado con su melena ondulando al viento? Eso es lo que yo quería que fuera este disco. No ha sido un disco pensado, sino que lo íbamos grabando según iban surgiendo los temas y según lo íbamos sintiendo. Por otra parte, este disco tiene la libertad de no ser un disco conceptual, en el que te ves limitado por el repertorio previamente elegido.
- En su momento explicó que era el resultado de las experiencias del confinamiento.
-La relación con el confinamiento viene de una abuela muy querida mía, y de Antonio Carbonell, que es mi tío y mi mano derecha en el escenario, director de mis espectáculos. Ella enfermó durante el Covid y yo decidí centrar toda mi atención en ella y acompañarla hasta el final, viviendo su sufrimiento y agonía. Ella nunca se quejó y fue un ejemplo maravilloso. Perderla fue para mí muy fuerte. Y este disco se grabó desde ese estado de ánimo y está lleno de mi amor hacia mi abuela.
Pero el sentimiento también influyó en el resultado porque grabar el adagio tras salir del hospital fue muy especial. O tener que cantar unas rumbas divertidas cuando estaba rota por dentro… Me recordaba un poco el mundo del payaso triste, que, sin embargo, tiene que hacer reír. Había elegido algunos temas muy alegres, que me gustan mucho y que canto habitualmente, y, de repente, tuve que interpretarlos con dos lágrimas en los ojos, con el alma desgarrada.
Lo cuento para que quede claro que los artistas somos de carne y hueso. La parte vulnerable es también la parte honrada de uno. Fue un trabajo grabado en unas circunstancias tremendas, de un dolor rabioso que creo que te lleva a cantar el fandango de otra manera, y a interpretar los temas de otra forma diferente.
- ¿Y ahora qué proyectos se plantea?
-Los siguientes trabajos vuelven a ser conceptuales, procurando que giren en torno a un hilo conductor y una historia. Voy a tirar de maravillas que tengo ahí, de cosas de mi padre. Mi padre era mucho Morente y hay un legado que poco a poco iremos sacando.
-Fernando Trueba la definió como una diva. ¿Se siente identificada con el término?
-Prefiero no pararme a pensar lo que escriben de mí. Lo que a mí me han enseñado es no hay éxito sin trabajo. Como no tengas la voz como un cristal, como no afines como los ángeles, y cómo no cantes por derecho… Ese es mi objetivo: intentar ser la mejor artista posible. No me queda tiempo para interpretar lo que los demás dicen de mí. Lo único que creo es que Fernando me quiere mucho y que probablemente eso fuera un piropazo.
-Usted está casada con un torero. ¿Cómo sobrelleva que tantas personas se opongan a la fiesta y la acusen de crueldad?
- Les respeto. Como respeto a los que no les gusta el boxeo, o a los que les da miedo la sangre. Hay gente que tiene mucho desconocimiento, pero, con conocimiento o sin él, al final es el corazón el que manda. El toreo es como el amor. Como te dé, te ha dado; pero como no te dé, no lo conoces nunca. En esto cada uno debe seguir su propio camino. Como con todo. Porque cada cual tiene sus razones y hay que escuchar a todos. Pero mi corazón tira para el toreo, como tiraba el de Picasso, Goya, Unamuno, Lorca, Bergamín…
- Recientemente ha fallecido el guitarrista Manolo Sanlúcar. ¿Qué recuerda de su figura?
- Lo recuerdo como andaluz y como español. Para mí él era España y su guitarra era Andalucía. Manolo ha sido uno de los mayores estandartes de la cultura española de toda la historia. Y con el tiempo la gente será cada vez más consciente.
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