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Ana Mena revienta Valladolid: «No me quería perder este concierto, estoy flipando»Toda cita que quiera presumir de que es en sí misma un acontecimiento debe activar sin remedio una cuenta atrás. Lo hacen los cohetes cuando salen disparados de Cabo Cañaveral. Lo hacen los americanos, a falta de uvas, cuando enfilan el Año Nuevo en Times ... Square. Lo hacen los 'realities' de Telecinco al cerrar el televoto. Y lo hace también Ana Mena en su llegada a Valladolid. El público se desgañita en este recuento del descuento desde el infinito al uno, antes de que todo empiece, mientras los números caen hacia el cero desde la pantalla gigante que hay en la Plaza Mayor. Tres. Dos. Uno.
Y al terminar el repaso numérico, un diamante enorme, un joyón lleno de lucecitas, se proyecta sobre el escenario al ritmo que marca la percusión. A continuación, se exhibe una grabación en la que la artista parece prepararse entre bambalinas para el 'show'. Vemos cómo Ana Mena se pone color en unos labios exagerados como de después de comer pipas con sal. Vemos cómo unas líneas de purpurina se escapan de sus ojos cual lagrimillas con brilli brilli. Vemos cómo se enfunda unos manguitos blancos, cómo se atusa una melena de rubio atómico, cómo guiña el ojo izquierdo a la cámara en plan: 'Chatos, estoy a punto de salir'.
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Pero, como todo lo bueno en esta vida, Ana Mena se hace esperar.
De momento, ahí están los seis jóvenes que forman su cuerpo de baile y que, con licras negras, camisetas ceñidas, guantes para la ocasión, acompañarán a la artista durante toda el concierto. Spoiler: no van a parar en toda la noche. Se vienen casi dos horas de saltos, brincos, movimientos de hombros y caderas, sentadillas, brazos que se cruzan y se descruzan como en el Twister. Por ahora están solos, huérfanos de esa estrella a punto de explotar.
Apenas unos segundos después, una A gigante ilumina el escenario. Como somos avispados, intuimos que la A es por Ana. Su voz se asoma a Pucela cuando empieza a cantar 'Me he pillao x ti'. Y como ya hemos demostrado que somos chicos de cifras (sabemos contar, incluso hacia atrás) y de letras (ahí está descifrado el misterio de la A), podemos despejar la incógnita para concluir que la x del título equivale a 'por'. O sea, me he pillado por ti. Y entonces, Ana Mena sale al escenario con un corsé gris (brillante y plateado como el mostrador de una pescadería) que le jugará alguna mala pasada pudorosa. Eso sí, aquí hay un evidente fallo de racord. ¿Pero no eran blancos los guantes que se ha puesto hace un segundo en el vídeo? ¿Dónde están esos guantes? ¿Se los ha quitado como una Gilda apresurada mientras salía al escenario? Demasiadas dudas para ponerse ahora a pensar, cuando pasan tantas cosas en el escenario.
El inicio del concierto es un 'sprint' hacia la locura. Enlaza la primera canción con el veraniego y bachatero 'Un beso de improviso' y sin descanso suena 'Solo', en la que Ana Mena se acerca provocadora, endiosada, poderosa, al borde del escenario. Allí recibe el cañonazo de dos ventiladores que le soplarán su aliento huracanado durante todo el concierto. Porque no hay diva que se precie sin su cabello revuelto, su melena al viento, sus pelillos al aire. Su voz clara y afinada, que no le hace ascos al gorgorito, cabalgará esta noche por unos temas en los que, cuando no está bailando o subiendo y bajando escaleras (a veces parece el camarero del «con permiso»), le animan a poner una pierna a un lado, estirar bien el cuerpo y lanzar un poco la cabecita hacia atrás mientras su voz escala con destreza hacia los agudos. Y eso que la cantante anda pachucha.
«Hace dos días fui al médico y me dijo que tengo que parar 20 o 25 días para recuperar la voz. Pero yo no me quería perder este concierto. Estoy flipando fortísimo. He visto en los 'stories' de Instagram que lleváis horas aquí», dice Ana Mena, convertida este sábado en una de las claras triunfadoras del cartel musical de las fiestas, con la Plaza Mayor cortada desde antes de empezar la actuación.
Esa 'Música ligera' que propone (es el octavo corte del espectáculo, con ella cogida en brazos por los bailarines en plan 'vedette') podría parecer que pasa por tus oídos sin arañarlos, que se aproxima a tu alma sin pellizcarla, que se pasea por tu piel sin dejar cicatrices. Tan placentera hoy como olvidable dentro de cinco minutos, cuando otra canción más nueva (con más tirón en el 'spoti') la venga a sustituir.
Hay canciones klínex donde ni siquiera los mocos se quedan a vivir. No es el caso. Melodías con fecha de caducidad. Estribillos que con el tiempo se pierden por el camino, como ocurre con las ilusiones y los dientes de leche. Pero, y aquí está lo bueno, hay canciones que pueden parecer sencillitas, una más del montón, y que consiguen conquistar a una impresionante legión de seguidores que convertirán ese artefacto en un pelotazo que se recordará durante mucho tiempo. Con un poco de suerte, durante toda la vida. Tal vez estas chavalas que hoy aplauden a Ana Mena con sus manitas adolescentes se encuentren dentro de unas décadas bailando el 'Quiero decirte' (que lo siento, que te echo de menos) en las verbenas de la pérgola del Campo Grande. Y entonces, ya sí, habremos confirmado el tremendo exitazo de una canción.
Por ahora, el recuento de triunfos, la confirmación de la gloria, viene, entre otros indicadores, por las reproducciones en Youtube. Y Ana Mena tiene unos cuantos vídeos con más de cien millones. Por ejemplo, 'A un paso de la luna'. Antes han sonado 'Ya es hora' (con la pantalla que lanza la letra en plan karaoke, con las estrofas como si fueran mensajes de 'whatsapp') o 'Un millón de lunas' (un tema de arreglos elegantes donde Ana Mena demuestra de nuevo, pese a las molestias, que es una de las mejores voces de su generación).
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Como no todo va a ser ajetreo, rebaja un poco las pulsaciones con 'Obsesión' un tema que era hortera a principios de siglo («no es amor lo que tú sientes») y que en esta versión lenta (ella por fin sentada, acompañada tan solo por una guitarra) suena preciosa. Cuando Aventura (que así se llamaba el grupo) estrenó esta canción en 2002, Ana Mena tenía cinco añitos, con lo cual podemos deducir que de aquello no quedó trauma infantil. No es la única 'cover' de la noche, porque también hay una reivindicación (otra más y nunca son pocas) de La Oreja de Van Gogh, cuando canta 'Puedes contar conmigo', se baja a saludar a las primeras filas del público y regresa al escenario con la bandera de Castilla y León.
Y luego, retoma su repertorio, mientras las tablas se llenan de láseres rosas y en la pantalla se proyectan las palabras 'Team Ana', porque, por si había alguna duda, esta noche de sábado Valladolid se ha enfundado sin reservas la camiseta del equipo Ana Mena.
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