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Crrusel de diez caballos actuando sincronizados.
Cuando el arte y la danza galopan a la par

Cuando el arte y la danza galopan a la par

La Plaza de Toros acogió el espectáculo ecuestre ‘Al cielo a caballo’, que puso en pie al público de los tendidos al término de la función

juan pascual

Viernes, 11 de septiembre 2015, 19:00

Son de Valladolid, aunque tienen los caballos guardados en la cercana localidad de Tudela de Duero. Llevan doce años recorriendo España y Europa con su espectáculo, pero era la primera vez que actuaban en la plaza vallisoletana. Emociones encontradas. Por un lado, la alegría del que juega en casa. Por otro, la obligación de gustar a tu gente. Y vaya si gustaron. Dos horas después del comienzo del espectáculo, los tres cuartos de plaza ocupados ofrecían una ovación cerrada y en pie a las 25 personas y los 25 animales que trabajan para que todo sea perfecto.

La empresa Único Centauro presentó ayer su espectáculo Al cielo a caballo, que une los distintos tipos de doma con bailes y coreografías. La sincronización entre hombre y caballo es exquisita. Como si llevasen toda la vida trabajando juntos. La música, escogida con el mismo mimo y delicadeza con la que se cuida de los animales. Bandas sonoras de películas como Ghost, rumbas y flamenco. Todo encaja a la perfección para crear un puzle de una belleza pura, de raza, como los caballos que participan en él.

Al mando de todo Francisco Javier García Álvarez, que además ejerce la labor de speaker durante la actuación. «Tenemos un total de veinte números encadenados con caballos de diferentes capas y razas. Exhibimos todo tipo de domas, acrobacias y números de alto riesgo, además de las coreografías de las bailarinas. Es un espectáculo que muestra lo tradicional con un matiz diferente», explica.

No cabe duda de que es un espectáculo familiar. La plaza estaba llena de niños que se quedaban boquiabiertos con las acrobacias de los animales. Una de esas niñas era Silvia Pasalodos. Su parte favorita había sido el carrusel de diez caballos actuando a la vez, y a partir de ayer iba a atreverse «a montar a caballo».

Los hermanos Gillermo y Alejandra Álvarez compartían la opinión de que el espectáculo había sido «maravilloso». Ellos ya son casi profesionales de la equitación, pues montan en el club El Tomillar de Viana de Cega. El que no monta pero también salió encantado fue Álvaro Sanz, que no tenía ninguna duda de que «iba a volver a un espectáculo ecuestre» en cuanto pudiese.

Doma vaquera, clásica, de riendas sueltas. Saltos imposibles. Caballos sin montura que se unen magnéticamente con el hombre que camina a su lado. Animales que rampan y se suspenden en el aire como sujetos por un alambre desde las estrellas. Paso español. Trotes laterales. Hombres. Caballos. Belleza venida al galope desde el cielo.

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