Asistentes a la fiesta solidaria en San Juan de Dios. Rodrigo Jiménez
Solidaridad

Una fiesta en Valladolid para salvar de la violencia a niños de Ecuador

Un encuentro en San Juan de Dios recauda dinero para un proyecto solidario de Cáritas en el Amazonas

Víctor Vela

Valladolid

Domingo, 4 de junio 2023, 00:01

Son 259 menores, entre los 5 y los 18 años, y la mayoría arrastra una historia de violencia, de abusos, de abandono, de familias que no los quieren o que, sencillamente, no están. Son 259 niños y niñas de la región de Pastaza, un lugar ... que podría ser el paraíso (en pleno Amazonas, el 90% es selva virgen), pero que se ha convertido en uno de los territorios más empobrecidos de Ecuador. Son 259 chavales que malvivían en las calles de Puyo (una ciudad que ronda los 36.000 habitantes), que dormían al raso, que vagaban por unos suburbios que nunca llegarían a ser hogar. Son 259 seres humanos que ahora aspiran a un futuro mejor. Incluso, hasta el adjetivo sobra: que aspiran a un futuro. Y para conseguirlo, hay un grupo de vallisoletanos que juegan un papel fundamental.

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El centro San Juan de Dios ha acogido este sábado, de 12:00 a 19:00 horas, la cuarta edición de la fiesta campestre Amazonía, un encuentro organizado por Cáritas para financiar el proyecto Encuentro, un programa de atención solidaria que en 2005 impulsaron Carlos San Segundo y Alberto Díaz, educadores y trabajadores de esta ONG en Valladolid. Los dos aterrizaron hace 18 años en Ecuador con un empeño: ofrecer una vida digna a esa legión de niños que perdían su infancia entre palizas, droga o prostitución.

Voluntarios de Cáritas de Castilla y León, durante una de las acciones de ocio desarrolladas en Ecuador. El Norte

«Cuando llegamos, cogimos una furgoneta y empezamos a recorrer la ciudad y las aldeas de su entorno. Nos encontramos con que había muchos niños que vivían en la calle, que estaban solos, que se escondían en chabolas». En el mejor de los casos, salían adelante mendigando. En el peor… Cualquier horror que se pueda imaginar incluye robos, tráfico de sustancias, cuerpos alquilados o vendidos por un puñado de monedas, por un bocado que comer. «La situación en la que estaban muchos de ellos era brutal», recuerda San Segundo. «Ahora se ha corrido la voz, y muchos chicos llegan a nosotros a través de familiares lejanos, conocidos que saben de su situación. Pero, al principio, teníamos que buscarlos por las calles, eran niños sin hogar, abandonados por sus familias».

Viaje al país el 28 de junio

El dinero que se recaude este fin de semana en Valladolid servirá para financiar los servicios que se pusieron en pie hace 18 años y que aún perviven gracias al empeño de un grupo de religiosas dominicas y de trabajadores y voluntarios de Cáritas, que todos los veranos organizan campamentos de cooperación en la zona. El año pasado, hasta allí llegaron diez jóvenes de Castilla y León. El próximo 28 de junio, nueve jóvenes de la región viajarán hasta Ecuador. Su objetivo es ofrecer, durante un mes, alternativas educativas y de ocio para esos chavales que, durante todo el año, reciben el apoyo de este proyecto Encuentros, que hace justo dos años recibió el premio de Cáritas a la mejor iniciativa española que promueve «la dimensión internacional de la caridad».

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Los jóvenes de Castilla y León que el verano pasado participaron en el programa de voluntariado. El Norte

La ayuda permanente se presta a través de tres grandes líneas de acción. La primera es un plan de acogida «donde los niños encuentran cobijo, comida, cariño». La segunda es la gestión de una escuela. La tercera es un taller laboral donde reciben formación en soldadura, corte y confección o agroecología (allí se cultivan sobre todo frutales, como guayaba, banano). La recaudación de fiestas como la de este sábado en San Juan de Dios ayudará a financiar becas formativas y de estudio.

Un vallisoletano de Pajarillos

Carlos San Segundo (nacido en Pajarillos en 1971) no solo impulsó la implantación de este proyecto, sino que durante seis años trabajó allí, en la Amazonia, antes de retornar a Valladolid. Ahora, regresa en verano con jóvenes como Juan Sanz Amor, que conoció el programa cuando colaboraba impartiendo clases de refuerzo escolar en la parroquia del barrio Belén. «En los últimos años, los voluntariados de uno o dos meses durante el verano en países en vías de desarrollo se han convertido en una actividad relativamente común. La mayoría se centra en tareas específicas, sin formación previa ni continuidad. Lo interesante aquí es que sí que nos preparamos con antelación y, una vez terminado ese periodo, seguimos implicados en difundir la realidad de la Amazonía».

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Juan Sanz Amor, durante su estancia en la Amazonía, el verano pasado. El Norte

En ese programa de voluntariado internacional, ofrecen diversas posibilidades de ocio para estos chavales. «Hacemos juegos, dinámicas, programamos excursiones», cuenta San Segundo. También visitan comunidades indígenas kichwa en Sarayaku, un pequeño pueblo en el interior de la selva al que se llega después de cinco horas en canoa por el río Bobonaza. Y del interior de la vegetación, recuerdan, llega el piar de multitud de pájaros, «como si estuvieran afilando miles de cristales. Es sobrecogedor».

También ofrecen ayuda a un grupo de mujeres de la organización indígena Uru Warmi, para el cultivo de achote, un condimento muy valorado que les ayudan a comercializar sin necesidad de intermediarios. Este proyecto agrícola fue uno de los más fructíferos para Sanz Amor. «Se enseñan técnicas de agricultura y se introducen nuevos cultivos en las poblaciones indígenas, que tradicionalmente no poseen una fuerte tradición agraria, debido a su forma de vida cazadora y recolectora. Al apoyarse más en la agricultura, se solventan problemas de nutrición de crucial relevancia para estas comunidades», cuenta el joven voluntario del Barrio Belén, quien subraya la labor «simbólica» del trabajo impulsado desde Valladolid «en un territorio donde se sienten ignorados y abandonados por parte del propio Gobierno central de Ecuador».

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Viaje en canoa hasta las comunidades más adentradas en la selva. El Norte

Sanz Amor cuenta cómo esta comunidad de Pastaza ha experimentado un proceso de modernización «muy reciente», ya que «hasta hace 50 años, la mayoría vivía como hace milenios». «Este proceso no se da por igual en todas las comunidades», alerta. Las situadas más en el interior de la selva, «donde no llegan las carreteras y la única manera de acceder es a través de barcas por ríos, la influencia es mucho menor que en Puyo, la capital».

Defensa cultural

Uno de los grandes problemas, continúa, es «el abandono de su rico acervo cultural por una forma de vida neoliberal estadounidense». «Pierden el sentido de comunidad, se desligan de la naturaleza y cambian sus cantos y danzas ancestrales por el pop de Rihanna o el reguetón de Maluma. Incluso están perdiendo su lengua materna». Por eso, dice, también les insisten en la importancia y el valor de su cultura. Por ejemplo, Juan recuerda a un chico que, durante las primeras jornadas de su estancia allí, les dijo que no sabía hablar shuar (la lengua tradicional de la zona). «Solo días después, cuando ya teníamos confianza, nos confesó que sí que lo hablaba. Lo había ocultado porque comunicarse en esa lengua se asocia con lo rural, lo antiguo, lo paleto».

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Además de sanidad, educación y cuidados, el proyecto de Cáritas Valladolid en Ecuador pone el acento en el derecho de las tierras indígenas, que son expropiadas para la explotación minera y petrolera, con lo que eso supone de contaminación ambiental (de las aguas donde pescan, de los animales que huyen y ya no pueden cazar…).

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