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El potencial de actores, cantantes y famosos en general para fomentar las creencias sin fundamento es ingente. En las falsas terapias, a falta de respaldo científico, se utiliza el valor de los testimonios. El viejo «a mí me funcionó». Si quien lanza el mensaje es Miguel Bosé, por ejemplo, en una crítica por la campaña del Gobierno contra las pseudoterapias, su idea se amplifica, porque cuenta con 3,1 millones de seguidores en Twitter.
Algo similar ocurrió hace un par de semanas cuando la presentadora de informativos de TVE Raquel Martínez lanzó una imagen de 'chemtrails'. Esto es, los rastros que dejan los aviones por la condensación y sus efectos a diferentes altitudes, que para los conspiranoicos son campañas de fumigación de los gobiernos contra la población. La Agencia Estatal de Meteorología incluso ha realizado informes, aclaraciones, notas y todo tipo de documentos para explicar en qué consisten. Ante las respuestas que recibió, tratando de hacerle ver su error, la presentadora simplemente contestó «Ladran, luego cabalgamos».
Un caso extremo es el de la actriz norteamericana Gwyneth Paltrow, que ha construido un emporio económico a base de presuntos remedios naturales. Por ejemplo, vendía por 135 dólares un kit para realizarse enemas de café y 'limpiarse' por dentro. Asociaciones médicas alertaron de que podía resultar sumamente dañino para la salud realizar esas prácticas, pero a día de hoy, un año después de haber sacado ese producto a la venta, la web de la artista aún lo mantiene en su escaparate virtual.
Hay ciertos factores que se repiten en estos falsos remedios. Por ejemplo, la recurrencia a la 'energía' en diferentes formas, desde los que aspiran a reequilibrarla hasta los que la reordenan ayudándose de elementos exóticos, como pueden ser cuencos, flores o cristales. A falta de evidencia científica, recurren a los presuntos testimonios de personas que se han curado, ya que basan su fuerza en la confianza. Oponen la condición de 'natural' a la medicina convencional, por lo que suelen demonizar todo lo que suene a química. También apelan a su carácter «milenario» o «centenario», especialmente si son prácticas con un toque exótico a lo oriental. Varias llevan por nombre el apellido de su creador, que suele incluir en su biografía una historia de encontronazos con la ciencia. Las más peligrosas tienen un componente sectario de seguimiento al líder que provoca aislamiento, incluso del entorno familiar. Ante la duda, se puede consultar la lista publicada por el Ministerio de Sanidad o la web de la APETP -www.apetp.com-, donde se explica en qué consisten.
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