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Las familias del Narciso Alonso Cortés reclaman un comedor: «Los niños pierden una hora lectiva para ir comer»Para llegar hasta la puerta del colegio Narciso Alonso Cortés, los alumnos tienen que subir una cuesta desde el paseo de Juan Carlos I. Es ... un ascenso con dos aceras laterales, separadas por una calzada de más de dos metros. Maniobrar con un vehículo no es fácil, lo que obliga a las familias que van a recoger a los alumnos -de Educación Infantil y Primaria- a estacionar los vehículos en una zona de tierra que se encuentra en la parte baja del centro educativo. Es el mismo motivo que hace que un autocar escolar tampoco pueda llegar hasta la puerta del colegio. Servicio de transporte hay. Entonces, la solución se encontró hace unos años en el paseo de Juan Carlos I. Allí se adecuó una suerte de apeadero entre la calzada y el carril bici que discurre por la vía.
Cada día, el autobús recoge a más de sesenta niños y niñas del colegio, que les lleva hasta el Cristóbal Colón, donde tienen el comedor. El trayecto en el transporte es de algo más de 300 metros y el vehículo debe hacer dos viajes. Uno para los alumnos de Infantil y otro para los de Primaria. «Tras un minuto de viaje, el autocar se para en doble fila en la calle Pelícano, se bajan, pasan entre los coches estacionados y entran por la puerta lateral del Cristóbal Colón», relata Diego Fernández, padre con dos hijas en el Narciso Alonso Cortés. Este es uno de los motivos que ha llevado a las familias del centro a realizar una recogida de firmas para pedir que el colegio tenga un servicio de comedor propio. «Para evitar riesgos a nuestras hijos e hijas y así disfrutar del derecho que tienen a una jornada escolar completa».
Las familias también apuntan a la organización que se hace para llevar a todos los alumnos dentro del autocar, por estos dos viajes que se hacen para transportar a los niños que son usuarios del comedor. «El primer turno sale del colegio entre quince y veinte minutos antes del final de las clases, lo que hace que pierdan una hora y media lectiva cada semana. No solo quien va al comedor, porque la clase se detiene para el resto de los alumnos y ya no se vuelve a retomar», asegura el padre, quien incide en que no se ha pedido permiso a las familias para esto.
«Después de comer, vuelven al autocar, parado en doble fila en Cigüeña y donde se suben sin ningún tipo de barrera física o protección». Así, vuelven de nuevo a su colegio en el paseo de Juan Carlos I. Para evitar el traslado y las salidas antes de que termine la jornada lectiva, los padres del centro han iniciado una recogida de firmas, que ya ronda las quinientas, para pedir que el centro cuente con un comedor propio. «No tiene ni pies ni cabeza. Hay que tener en cuenta que solo quince niños del propio Cristóbal Colón acuden al comedor, cuatro veces menos que del Narciso Alonso Cortés», asegura el padre. Las familias reclaman que si no consiguen que el colegio cuente con el servicio, al menos se encuentre una forma de que el autocar pueda acercarse hasta la entrada del centro y evitar ese acceso «peligroso» al que también se añaden las «inclemencias del tiempo». La situación no es extraordinaria y es similar a la que se vive en otros colegios públicos de Valladolid, donde es habitual que varios centros compartan comedor.
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Alberto Echaluce Orozco y Javier Medrano
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