Antonio Garrosa con Adolfo Suárez en Valladolid, el 4 de abril de 1991. El Norte
Obituario

Fallece Antonio Garrosa, fundador y diputado del CDS por Valladolid

Abulense de nacimiento, compaginó su profesión como técnico industrial de la CHD con clases de Literatura en la Universidad de Valladolid

Enrique Berzal

Valladolid

Miércoles, 13 de enero 2021, 21:51

Aunque acompañó a Adolfo Suárez en la aventura del Centro Democrático y Social (CDS), partido que contribuyó a fundar en Valladolid y en Castilla y León y con el que obtuvo un escaño en el Congreso de los Diputados, Antonio Garrosa Resina, fallecido ayer ... en Valladolid a los 74 años, no era ni mucho menos un político al uso. Quienes vivieron a su lado aquella travesía política no dudan en ponderar su generosidad, su entrega sin condiciones y su bonhomía, valores que guiaron su vida y que siempre antepuso a las controversias partidistas.

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Ingeniero técnico industrial y doctor en Filología Hispánica, Garrosa nació en Ávila el 20 de junio de 1946. Durante muchos años compaginó su trabajo como jefe de la Sección de Aplicaciones Industriales de la Confederación Hidrográfica del Duero (era diplomado por la Escuela de Ingeniería Técnica Industrial) con las clases de Literatura Española en la Universidad de Valladolid, pues era doctor en Filología Hispánica.

Hombre de profundas convicciones religiosas, ancladas en todo momento en la tolerancia y el compromiso inspirados por el Concilio Vaticano II, dentro su vasta cultura ocupaba un lugar primordial la literatura mítica castellana, sobre todo la vida y obra de Santa Teresa de Jesús. «No entré en la UCD porque nunca he tenido interés en medrar en la política. Por el contrario, el proyecto del CDS me satisfizo, y entré en el 82 cuando no se podía probar un poder inmediato», confesaba a este periódico después de haber obtenido el escaño en el Congreso. Era el 22 de junio de 1986 y, según sus propias palabras, «al principio de la campaña no contaba con salir, al final tenía alguna esperanza; ahora tengo una alegría inmensa».

Garrosa lideró la candidatura vallisoletana a las generales de aquel año porque fue él, sin duda, uno de los más importantes promotores del CDS en Valladolid y en Castilla y León.

Sencillo y de gran cultura

Alineado con sus paisanos abulenses Daniel de Fernando y Carlos Sánchez Reyes, en la presidencia provincial le acompañaron amigos como Jorge Poliz y José Luis Peláez. Este último, secretario de Organización del partido en aquellos tiempos, le recuerda como una persona «incomparable, muy equilibrada, bondadosa y colaboradora con todo el mundo. Garrosa era un hombre sencillo a pesar de su inmensa cultura. Era, como decía Machado, en el buen sentido de la palabra, bueno. No sabía decir «no». Y quizás fue eso lo que le impidió hacer carrera en la política, pues era demasiado bueno, no tenía ambiciones ni vanidad, era muy honesto y disciplinado. Pero además es que no le hacía falta la política para vivir, como tampoco nos hacía falta a otros que también estábamos en el CDS».

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Además de primer presidente provincial del partido centrista, cargo que ejerció entre 1983 y 1991, Garrosa formó parte del Comité Federal del partido en Castilla y León desde su creación, en 1987. En octubre de 1990 resultó elegido secretario regional, cargo que mantuvo hasta marzo de 1992.

Obtuvo el acta de diputado en 1986, coincidiendo con el máximo auge del partido, que aquel año consiguió 1.800.000 votos y 19 escaños, lo que le situó como tercera fuerza política. En Valladolid obtuvo 45.785 votos, un 17,05% del total. Pocos perfiles sobre su persona atinaron tanto como el que publicó este periódico a propósito de aquellos comicios: «Leer, escuchar música, andar y conversar. Antonio Garrosa es un buen conversador. Escucha. No habla hasta pasados tres o cuatro segundos de la última sílaba de su interlocutor. Eso hasta llega a poner nervioso. Garrosa no cuadra como político habitual. Tiene pinta de seminarista campechano o de sabio loco. Será porque no le llama nada el poder o porque lo teme de alguna forma. Concibe la democracia como la fuerza del diálogo, y cree que en estos últimos años, desde que Suárez no es presidente del Gobierno de la nación, se ha crispado la convivencia».

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En la Cámara Baja, Garrosa fue vocal de la Comisión de Educación y Cultura, secretario segundo de la Comisión de Presupuestos, vocal de la Comisión de Industria, Obras Públicas y Servicios y de la de Control Parlamentario sobre RTVE, además de secretario de la Comisión de Estudio de la situación de las sectas religiosas en España.

Antonio Garrosa en 1992. El Norte

Sin embargo, la debacle electoral del CDS en 1989 (su candidatura obtuvo 32.627 votos, un 11,4%) le privó del escaño y abrió un grave proceso de fragmentación interna, que en Valladolid obligó a constituir una gestora tras la dimisión, en noviembre de 1990, de siete de los quince miembros de la ejecutiva provincial. Fueron tiempos recios, que Garrosa sufrió desde una disciplina política sin fisuras. Y eso que las divisiones y los enfrentamientos en el CDS eran un goteo casi constante, como suele ocurrir en las formaciones políticas cuando se diluye la argamasa de poder. La situación llegó a tales extremos, que en diciembre de 1989 un movimiento crítico, con cerca de cien firmas, pidió formalmente su dimisión, a él, que siempre dijo que «no es conveniente hablar de enemigos, sino de adversarios políticos».

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Reticente a pactar con el Partido Popular, el progresivo murmullo de sus adversarios internos se volvió atronador cuando en octubre de 1991 perdió su apuesta por Raúl Morodo frente a Rafael Calvo Ortega para la presidencia del CDS. Ya entonces, el abulense formaba parte de esa 'Junta Radical' que, liderada por José Ramón Lasuén, pretendía evitar un viraje derechista en el partido.

De cara a las elecciones generales de junio de 1993, libre ya de la presidencia provincial y de la secretaría regional, Garrosa formó parte de la candidatura al Senado. Obtuvo poco más de 7.051 votos. Era su última participación activa en política.

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Club de Opinión Santiago Alba

Autor de libros como 'Magia y superstición en la literatura castellana medieval' (1988), Antonio Garrosa fue socio fundador del Club de Opinión Santiago Alba, patrono de la Fundación San Pablo Castilla y León, en la que ocupó el cargo de secretario y con la que colaboró en tareas académicas y organizativas, miembro del Consejo Social del Ayuntamiento de Valladolid, y, entre 2003 y 2009, presidente del Consejo Diocesano de Laicos.

Casado con Elena Morante y padre de Antonio, Juan, Ana Isabel y Beatriz, todavía resuenan en la hemeroteca aquellas palabras suyas de abril de 2014, pronunciadas con gran determinación y conocimiento de causa, pero también con cierta nostalgia: «Si el CDS se hubiera mantenido con su grupo parlamentario de entre veinte y treinta diputados, podría haber ejercido una función moderadora y haberse inclinado legítimamente por apoyar a uno u otro de los dos grandes partidos. Los sucesivos gobiernos se habrían articulado sobre dos partidos, uno más grande y otro más pequeño, pero ambos con un inequívoco proyecto nacional que antepusiera los intereses generales del país a los particulares de cualquiera de sus autonomías».

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Hoy, a las 13:00 horas, se celebrará una misa en su honor en la iglesia de San Pablo.

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