F. Javier G. Muelas
Martes, 2 de enero 2024, 14:44
A los 89 años nos ha dejado el doctor José E. de Castro Lorenzo, eminente y prestigioso cirujano que desarrolló toda su vida profesional hospitalaria en Valladolid. Nacido en Pozoantiguo (Zamora) el 3 de Septiembre de 1934, el doctor Castro se decantó al terminar la ... carrera de Medicina en la Unversidad de Valladolid por la práctica Quirúrgica en lugar de la clínica, como él mismo comentaba en una de sus múltiples publicaciones.
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Inició su carrera profesional en el Sanatorio Quemada, donde fue adquiriendo experiencia en Cirugía junto a una pléyade de médicos que se formaron en el citado centro y luego terminaron en los dos grandes hospitales de Valladolid: Clínico y Río Hortega, más conocido como 'La residencia'. Más de cincuenta años de profesión avalaron su trayectoria con amplia formación académica y quirúrgica en los centros más renombrados de la época, como San Pablo en Barcelona. Su vida profesional se centraba en la consulta y el quirófano. Muchas horas al día dedicadas a sanar pacientes, siendo su última etapa la de los hospitales Río Hortega y el Sagrado Corazón.
Especialista en Cirugía General y Digestiva, Castro fue uno de los cirujanos de referencia en la segunda mitad del siglo XX en Valladolid. La habilidad quirúrgica y sus conocimientos permitieron su acertado diagnóstico y tratamiento a pacientes que acudían en 'cupo' hospitalario o a su consulta particular en Teresa Gil con la recomendación del boca a boca por la merecida fama que fue adquiriendo fruto del trabajo, el estudio y la tenacidad.
Socio numerario de la Real Academia de Medicina y Cirugía, el doctor Castro se inició en la actividad quirúgica en 1959, aunque en principio su vocación era clínica, gracias a la influencia del grupo de cirujanos de la escuela del Dr. Quemada. Desde 1959 hasta el año 2004 ejerció la cirugía de manera continuada, pasando desde los primeros años en el sanatorio San José, incluso interno, hasta el matrimonio con Marina Marinas en 1961 y posteriormente como adjunto y desde 1965 como cirujano, una vez que adquiere el título de Cirugía y Digestivo tras ardua y amplia formación en diversos centros, en especial en el barcelonés de Santa Cruz y San Pablo. Fue jefe de sección desde 1975 en el servicio de cirugía en el hospital Río Hortega y posteriormente jefe de servicio del mismo departamento y jefe de calidad del centro hospitalario hasta su jubilación en 2004. Además, estuvo ligado a la Universidad de Valladolid, en cuya Facultad de Medicina desde 1967 fue profesor ayudante de la especialidad y desarrolló una amplia labor docente e investigadora, como acreditan sus numerosas publicaciones. Durante 18 años de estrecha convivencia he sentido una profunda admiración respeto, estima y aprecio por su labor, que se prolongaba más allá de la medicina a otros campos de la cultura y el conocimiento.
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Además de su profesión, donde también fue miembro del Colegio de Médicos Vallisoletano y de diversas Sociedades Médicas (en 1991 organizó en Valladolid un multitudinario XVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Patología Digestiva) estuvo activo en el mundo editorial con multitud de publicaciones médicas en revistas especializadas y a la par con otra de sus aficiones, la poesía y la historia. Publicaciones sobre la Reina Juana, Teresa Gil, el obispo Acuña, los Comuneros, etc. se complementaban con sus estudios médicos y con otro tipo de publicaciones que recogían la historia del Hospital Río Hortega o la del Sanatorio Quemada, ambas de reciente publicación.
Su ocio se centraba en la urbanización La Cotarra, donde pasaba los periodos estivales, y con el pequeño taller de bricolaje y jardinería con que entretenía el tiempo libre. Aficionado a la caza y al campo, elaboraba en su bodega familiar del pueblo zamorano de Pozoantiguo su propio vino. Este y viandas de la matanza casera eran de obligada degustación en la bodega del abuelo Eustaquio. Un lugar donde semanalmente solía acudir a desconectar de sus quehaceres diarios y a disfrutar de sus pasiones campestres, en especial de la viña y la caza.
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Afable y generoso, Pepe para su familia, Pepe Castro para sus amigos, y el Dr. José Castro para sus pacientes. Hoy compartimos el duelo y pesar con Marina, su compañera en la vida durante más de sesenta años, y sus hijas: Marina, María del Mar (también cirujana, que da continuidad a la labor paterna), Inés y Mónica. El doctor Castro deja un legado en la Medicina por el cual sera recordado. Pepe deja un gran vacío en una unida familia, en La Cotarra y en Pozoantiguo, donde se quedan sin uno de sus principales valedores. Descanse en paz Pepe. Padre, cirujano y escritor.
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