

Secciones
Servicios
Destacamos
En esta época de pandemia y confinamiento por el coronavirus, en la que la higiene y la limpieza son cuestión de vida o muerte, ... hay servicios públicos más esenciales que nunca que siguen funcionando gracias a la labor callada de miles de trabajadores. Son héroes invisibles que, como Ezequiel Llorente, han sustituido la capa por un mono reflectante, gafas, guantes y mascarilla. Todo para cumplir con una labor que ya dura 30 años y a él le llena de orgullo.
A sus 56 años Ezequiel, vecino de Ciguñuela, es uno de los seis chóferes de recogida de residuos sólidos urbanos en la Mancomunidad Torozos. Él es el empleado con mayor antigüedad y ejerce de encargado. Entre sus labores está la de organizar las tareas de sus compañeros, el mantenimiento de la flota de camiones y del servicio de barredora en los 17 municipios que conforman esta entidad supralocal. El suyo es un servicio que arranca a las 7:00 de la mañana y que no entiende de días festivos. Especialmente estando en cuarentena.
Desde que se decretó el estado de alerta, Ezequiel es uno más saliendo a recoger la basura que los vecinos depositan en los 1.735 contenedores que hay en Torozos. «Hemos dividido a la plantilla en dos turnos para evitar coincidir y que, si alguno de nosotros cae de baja, siempre haya reemplazo. Todos los días salen cuatro camiones y hemos intensificado la recogida, porque la retirada de los residuos de las seis residencias de la tercera edad que hay en nuestros pueblos ahora los realizamos aparte, con lo cual hacemos un viaje más. Nuestra mancomunidad es pionera a la hora de ofrecer este servicio especial de recogida», informa este experimentado operario.
Ezequiel llorente
Además de eliminar las basuras en los pueblos de Torozos, Ezequiel y sus compañeros lo están dando todo para desinfectar los contenedores de residuos con una solución de hipoclorito sódico aplicada a presión, de acuerdo con las recomendaciones de las autoridades. «Todos los días fumigamos los contenedores soterrados. Los de superficie, en cambio, como podemos dejarlos abiertos los fumigamos un día si y otro no», indica. Él se muestra muy agradecido por la preocupación de la Mancomunidad por salvaguardar la integridad física de toda la plantilla. «Desde el primer día hemos tenido a nuestra disposición gafas protectoras, guantes, pantallas y mascarillas autofiltrantes para gases y vapores. Vamos muy bien protegidos y tenemos jabones y desinfectantes con los que a diario limpiamos el interior de los camiones, volante y asientos, y también nuestra ropa de trabajo», añade.
Reconoce que los primeros días de la cuarentena se vieron desbordados de trabajo. Fueron días en los que los vecinos de los 17 municipios de la comarca aprovecharon para hacer limpieza de sus casas y jardines, y todo iba a parar a los contenedores. «La gente echaba de todo. Enseres, juguetes, ropa, restos de jardinería, hasta cabeceros de cama nos hemos encontrado. Los contenedores estaban a rebosar y muchas veces lo dejaban todo fuera. Aquello que no entraba en los contenedores de recogida selectiva de cartón, vidrio y envases, iba a parar a los nuestros. En los últimos días, parece que hemos vuelto a la normalidad. La gente ha acabado ya de hacer limpiezas generales», afirma. En la mancomunidad calculan que las dos primeras semanas de confinamiento recogían unos 2.500 kilos más de basura que en condiciones normales, una carga extra de trabajo para la plantilla.
Ezequiel disfruta con lo que hace y lo que más le estimula es la satisfacción del trabajo bien hecho. «Llevo 30 años en esto y me encanta. Todas las tareas las desempeño con agrado, aunque siempre me ha gustado la barredora, pero ahora, con la recogida de residuos, estoy encantado porque sé que es una labor muy necesaria en estos tiempos. Me gusta cumplir holgadamente, y me siento bien valorado», afirma. «Nuestra labor es fundamental, aunque a veces no esté muy reconocida. Si yo o alguno de mis compañeros cayera enfermo el resto nos repartiríamos el trabajo, como siempre hemos hecho, pero en ningún caso, las basuras quedarían sin recoger. Queremos que la población esté tranquila y que siga sacando sus desperdicios con total tranquilidad. Ahí estaremos nosotros para recogerlos».
En lo personal, Ezequiel reconoce vivir la situación con mucha preocupación. «Me da miedo quitarme los guantes para comer el bocadillo o limpiarme las gafas, porque nunca sabes si has podido tocar algo que estuviera contaminado. Casi no bebo agua por no andar quitándome los guantes y así evitar infectarme. Tengo un cuidado extremo. Esto del coronavirus es para preocuparse. Sólo con leer las noticias, ya te entra el miedo en el cuerpo», subraya.
«Gracias por vuestro trabajo». Eso ponía en un gran cartel que Ezequiel y sus compañeros se encontraron hace unos días en la urbanización Sotoverde. Lo firmaba Carlota, una vecina agradecida. El detalle ha emocionado a la plantilla de la Mancomunidad Torozos. «Nunca se acuerdan de nosotros. Dan por hecho que es una labor que debe hacerse, pero no suelen reconocerla», dice Ezequiel Llorente. Por eso para él resulta tan emocionante, igual que los aplausos que recientemente recibió en Villanubla. «Una señora empezó a aplaudirme desde su ventana. Empezó cuando bajé del camión y no lo dejó hasta que me fui. Fue algo muy emocionante que me dio un gran subidón. Esos reconocimientos a nuestro trabajo son importantes para nosotros, ya que siempre intentamos hacer el trabajo lo mejor que podemos. Especialmente en estos tiempos», señala el profesional.
Su compañero Alfonso Manzano también recibió aplausos en Zaratán, momento que recuerda con gran alegría. «Fueron tres minutos de aplausos, lo que tardé en vaciar los tres contenedores. Fue muy emocionante. Me dieron las gracias por el servicio y les di las gracias a ellos por quedarse en casa», dice Alfonso.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.