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Isidoro Ferrero Blanco fue un hombre de armas tomar toda su vida, literalmente. Pero sus dos últimos años los pasó, por amor, en la residencia el Albero de La Pedraja, hoy cerrada y sin actividad. Allí, según denuncian los herederos del militar zamorano ... , el que era director y su esposa, se aprovecharon de la confianza y se apropiaron de distintas cantidades de dinero de la cuenta corriente del octogenario, incluso después de muerto. Al comandante de Artillería retirado, sostiene la acusación particular, llegaron a pasarle cargos tan llamativos como el de 900 euros por gastos de peluquería y pedicura, en un mes. Las importantes 'sisas' en la cuenta (calculan que, en total, fueron 55.000 euros de más) se sucedieron varios meses después de haber fallecido, indica su hija Alicia Ferrero, letrada de profesión, al tiempo que muestra a El Norte de Castilla los extractos bancarios con los apuntes sospechosos subrayados en amarillo. Junto con esta documentación, también constan en los autos que se siguen en el Juzgado de Instrucción 5 de Valladolid los correos electrónicos que la familia intercambió con el responsable de la residencia cuando, tras morir el padre y al empezaron a ordenar sus asuntos, detectaron esos movimientos extraños en la cuenta personal. En dichos correos, el director gerente de la residencia, Daniel R. L. , reconocía que se habían realizado esas extracciones de dinero de la pensión del militar porque tenía urgencia de liquidez y se comprometía a reintegrar esas cantidades. Nunca lo hizo.
En su posterior declaración ante la jueza, después de ser detenido por la Guardia Civil, el gerente del establecimiento manifestó, según el relato de la acusación particular, que había sacado ese dinero de la cuenta del residente porque eran amigos, y había sido un préstamo. Las herederas dudan de la veracidad de esta versión y creen que se aprovechó de la confianza y que le atiborraron de fármacos que no necesitaba para su dolencia renal, con recetas a nombre de otros pacientes, para influir en su voluntad.
Alicia relata que fue su hermana menor quien detectó que faltaba dinero de las cuentas. «Salimos del banco y nos sorprende que aparezca un cobro de la residencia de 2.000 euros cuando estábamos en mayo y mi padre había fallecido en enero. Llamamos a Daniel y primero nos niega el exceso de cobro, que es imposible, pero luego dice que se ha equivocado en la periodicidad de los cobros». Pero, según consta en la documentación bancaria, entre el 22 el 28 de marzo, con su padre fallecido, hicieron una 'sisa' de 5.315 euros. Entonces fue cuando decidieron denunciar y Alicia Ferrero, la abogada de la familia, asumió la defensa de los intereses de los herederos « y también en memoria de mi padre, que podía haber escogido cualquier residencia militar y decidió entrar en esta para cuidar a su última mujer, que tenía una demencia de la que no se recuperó». También sospechan que la dirección del centro se apropió de efectos personales de la compañera sentimental de Isidoro, quien, cuando en agosto del año pasado se cerró el establecimiento porque se iban a hacer unas obras (que después no se realizaron y se clausuraron las instalaciones definitivamente), fue trasladada a una residencia de Mayorga, donde llegó «con lo puesto, sin documentación de identidad ni ropa, ni las alianzas ni otros efectos, como pendientes y alguna otra joya que tenía».
Lolita, que un día fue monja, e Isidoro, se conocían de antes, cuando estaban casados con otras parejas. Tras enviudar por segunda vez y después de otras dos relaciones, cuando ya frisaba los sesenta, el aventurero militar que incluso llegó a hacer de extra en varias películas de Stanley Kubrik (entre ellas, de romano en 'Espartaco') coincidió en un viaje con quien se iba a convertir en la última mujer de su vida, a quien cuidó hasta el final. «Él estuvo perfectamente de la cabeza hasta el último día, era un autodidacta, que se cultivó, se podía hablar de todo con él, aunque es cierto que era un espíritu libre», recuerda su hija, quien considera que «lo peor de todo es la falta de respeto y consideración» que, indica, ha sufrido la familia por parte del principal investigado.
De momento, el plazo de instrucción para determinar lo ocurrido en la residencia, donde compartían espacio con Isidoro y su compañera sentimental otros 19 ancianos, se ha ampliado, al ser decretada la causa compleja. La Guardia Civil investiga si el de Isidoro fue un caso aislado o si también pudo haber apropiaciones de dinero de cuentas de otros residentes con cierto patrimonio, así como falsificación de recetas e historiales clínicos.
Mientras, en el juzgado, continúan las diligencias. Uno de los médicos, ya jubilado de Sacyl, que atendía en la residencia «graciosamente, sin cobrar», según su declaración, acudio ayer a realizar una prueba pericial caligráfica, como ya hiciera el facultativo en nómina, para determinar la autoría de las recetas y los informes médicos.
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