Domingo, 22 de mayo. Ocho de la tarde. La Taberna Pucelana empieza a prepararse para llenar su comedor. Uno de los más 'madrugadores' es D. M. V., de 34 años. Se sienta frente a la barra del local situado en Esteban García Chico y se ... pide un 'gintonic'. Después, un tinto de verano. Y, cuando termina esta última consumición, requiere al propietario, Miguel, una mesa para tomar uno de los menús estrella del negocio: el de las jornadas del chuletón.
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El dueño advierte al joven -que acumula 23 antecedentes de diversa naturaleza- que el menú está diseñado para dos personas, puesto que incluye entrante, postre casero, bebida y un chuletón de vaca rubia con maduración de 40 días acompañado de patatas y pimientos. Su precio, además, también está pensado para ser abonado por dos comensales: 54 euros. «No importa, lo que sobre me lo llevo», espeta al hostelero.
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Hasta ahí todo en orden. «Alguna que otra sospecha» por la actitud que adoptaba, según reconoce Miguel, pero nada más. Hasta que llega el momento de abonar la cuenta, que ascendía a 63 euros. «No se comió todo, me dijo que se lo pusiera para llevar y ahí empezó a actuar mal, criticando la comida y diciendo que la carne estaba mala», cuenta el dueño de la Taberna Pucelana. Fue en ese momento cuando decidió llamar a la Policía Municipal. Allí se personó una patrulla, que instó a D. M. V. a abonar el importe. No hubo manera.
Pensaban que su ingrata experiencia había sido un hecho aislado, pero nada más lejos de la realidad. El suyo es tan solo un ejemplo, pues D. M. V. es todo un experto en hacer 'simpas' en bares y restaurantes de Valladolid. Engulle menús y platos combinados sin reparar en su coste (desde chuletones a arroces y huevos con carabineros, sin que falte el vino) y posteriormente se niega a pagar la factura.
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Son al menos quince los negocios hosteleros de la capital vallisoletana que presuntamente han sido víctimas de sus artimañas en el último mes. Sin embargo, tan solo cinco han interpuesto -por el momento- una denuncia en la Comisaría de la Policía Nacional. Otros no se 'animan' por la deuda mínima que deja.
Guillermo, del bar Six, ha sufrido dos engaños de este joven en apenas una semana. La primera vez lo dejó pasar. D. M. V. le entregó su DNI como prueba de que iba a volver a Angustias a pagar lo que debía: diez euros y medio de un whisky, calimocho y cerveza. «Vino al día siguiente a por el carné, que me lo dejó para que viera que después iba a pagarme, pero lo llevé a la Comisaría y lo denuncié», recuerda.
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La segunda ocurrió solo ocho días después, este pasado día 22 (instantes antes de hacer lo propio en la Taberna Pucelana). «La primera vez, el sábado del puente, no llamé a la Policía, pero la segunda, este pasado domingo, sí. Se pidió un café, un croasán y un cubata y no pagó. Llamé a la Policía y le identificó, pero como es una cosa menor y no hay violencia ni nada, denuncias y a esperar», lamenta este hostelero.
La veda, que se tenga constancia, se abrió el pasado 26 de abril. Entonces, agentes del Cuerpo Nacional de Policía le detuvieron como supuesto autor de un delito de estafa por negarse a pagar la cuenta de la comida en un restaurante de Puente Colgante y las consumiciones de un establecimiento de ocio en el barrio de Las Delicias.
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Fue puesto en libertad una vez fueron remitidas las diligencias a la autoridad judicial. Ni aquel arresto ni saber que está 'fichado' por las autoridades por los 23 antecedentes que arrastra le amedrentan. De hecho, este mismo martes por la mañana hizo lo mismo con un desayuno en la calle Santuario. Muy cerca, en café y copas Alborada, también 'actuó' hace unos días. «Debía once euros, nos dijo que iba a venir su hermana a pagar pero no nos le creíamos y llamamos a la Policía», apunta el responsable.
También ha tenido tiempo D. M. V. este último mes de hacer una parada en el restaurante Utopía, en la plaza de los Arces. Concretamente la semana pasada. «No fue a lo más barato; se pidió un arroz y huevos con carabineros diciendo que estaba esperando a otra persona, pero nunca apareció», relata su propietario, Jacobo, quien asegura que «a las cuatro y pico de la tarde», cuando se percataron de que no iba a pagar el 'festín', le negaron un nuevo plato. «Nos decía que igual se pedía otra cosa, pero veíamos algo raro y fuimos precavidos y no se lo pusimos; llamamos a la Policía y le sacó de aquí, pero somos conscientes de que ese dinero no lo vamos a recuperar», añade.
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Jacobo, dueño dEL RESTAURANTE uTOPÍA
Es un auténtico experto en pegarse atracones de comida en bares y restaurantes de Valladolid sin pagar ni un solo euro. No tiene preferencia por sus 'víctimas', pues hasta el momento ha dejado sin pagar las cuentas en negocios de barrios como Las Delicias y La Rondilla e incluso en pleno corazón de la ciudad, en emplazamientos como la Acera de Recoletos o la calle Cascajares.
El 10 de mayo, martes, en La Cárcava estuvo casi cinco horas sin parar de comer y beber. Entre las 19:15 horas y las 00:00 dejó pendiente la friolera cifra de 63 euros. «Estaba todo lleno y a las once y pico, cuando bajó el nivel de clientela, le dije que debía ir pagando lo que había pedido antes de que le sirviera la próxima. Me dijo que sin problema, si prefería en efectivo o tarjeta, y entre tanto me pedía que le pusiera otra copa. Se la puse, no me pagó y llamé a la Policía», explica el hostelero Juanjo Arranz, quien detalla que «cuando llegaron estaba tan tranquilo».
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