El general José Rivas, jefe de la IV Suige, junto al autor de la obra, César Muro, en la presentación de la novela en Valladolid. HENAR SASTRE

«Existe una leyenda negra sobre los Tercios de Flandes»

El teniente general César Muro, exjefe de la UME, analiza con su novela el papel de la Infantería en el siglo XVI

Jueves, 28 de febrero 2019, 10:28

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El teniente general César Muro Benayas (Talavera de la Reina, 1952), ha estado más de 30 años dedicado al Ejército de Tierra. Desde coronel jefe de la Guardia Real (2000-2005), hasta los tres años que estuvo al frente de la Unidad Militar de Emergencias ( ... UME), entre 2012-2015, fueron algunos de sus últimos destinos. Ahora jubilado, Muro dedica su tiempo entre una pequeña explotación agraria familiar y el relato histórico militar sobre el papel de la Infantería. Este miércoles presentó su nueva novela en el Palacio Real de Valladolid.

–¿Qué objeto tiene su novela?

–Forma parte de una trilogía que comencé hace año y medio sobre la Infantería española en diferentes épocas. La primera, 'Infantes sin leyenda', hizo referencia a la colonización en Uruguay. En la nueva, abordo el periodo que considero más dorado de la Infantería española centrándome en una década de los Tercios de Flandes y la Guerra de los 80 Años.

–¿Y en dónde ha buceado documentalmente para escribirla?

–Llevo yendo dos veces al año a los Países Bajos, ya que soy presidente de la Asociación Amigos del Camino Español, y he tratado de documentarme bibliográficamente y sobre el terreno. También he obtenido información en el Archivo de Simancas y de fondos de las ciudades francesas de Besançon y Metz.

–Los Tercios Españoles están denostados por una parte de la historiografía por su papel en Europa.

–Esto forma parte de la leyenda negra que comienza con el creación del Imperio Español. En la novela desmonto algunos de los hechos que se achacan a las tropas españolas. La guerra de Flandes fue una sublevación, pero a la vez un enfrentamiento civil en un territorio que hoy ocupan Bélgica, Holanda y Luxemburgo. La religión se utilizó como instrumento para llevar a cabo la independencia de la monarquía hispánica, y en ese contexto es en el que los personajes se desenvuelven.

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El teniente general César Muro. H. SASTRE

–¿Ve una transposición respecto a lo que sucede actualmente? Lo digo por el 'Procés catalán', o por la presencia de Carles Puigdemont en Waterloo.

–Es cierto que la historia es a veces cíclica, y sí que hay ciertas similitudes si tenemos en cuenta la riqueza que tenía Flandes durante ese periodo. Puede que se quiera hacer un paralelismo con la Cataluña actual, pero estamos en otro tiempo.

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–¿Qué supuso el llamado Camino Español en la Europa del norte?

–Se trató de una ruta abierta durante 66 años, que unía la parte sur, desde la ciudad de Milán, hasta Bruselas. Son 1.200 kilómetros por donde fluían soldados y material, vital para esa Guerra de los 80 años. El Camino fue una gesta en cuanto a la organización y la logística militar. España con la misma evitó que se abandonasen ciudades y hubieran saqueos, ya que conforme la milicia pasaba se pagaba el suministro de los víveres. También se llegó a administrar justicia sobre el terreno. Es una ruta cultural europea.

–Si analizamos ese periodo convulso europeo podemos sostener que se ha evolucionado poco dadas las tensiones nacionalistas que registra hoy el continente.

–Diría que es todo lo contrario. Europa está más unida ahora que antaño. Desde la Segunda Guerra Mundial no hemos tenido ningún conflicto, excepto el de los Balcanes. El marco europeo nos da estabilidad, incluso en el ámbito militar. Basta ver la relación que tenemos ahora con los franceses o ingleses, que eran enemigos nuestros antes, y hoy colaboramos junto a ellos en maniobras y despliegues en el exterior.

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–Usted que estuvo en Bosnia-Herzegovina dos veces como jefe de la Brigada española, ¿ve dificultades para que exista un ejército europeo?

–Eso es una decisión política. Unir todas las Fuerzas Armadas europeas es algo que corresponde a un nivel más alto. Es indiscutible que al igual que estamos integrados en otros ámbitos, sería deseable avanzar es este sentido. En lo que nos afecta a los militares, pienso que no habría mucho problema puesto que ya estamos colaborando. Actualmente existe el Cuerpo del Ejército Europeo, con sede en Estrasburgo, en el que se agrupan fuerzas españolas, alemanas, belgas, francesas o holandesas y no hay ningún problema. Sería dar un paso más en la estabilidad, la seguridad y la defensa.

–¿Por qué la figura del Duque de Alba no tiene tan buen recuerdo en los Países Bajos?

–La sublevación supuso el envío de los Tercios, una fuerza móvil que estaba ubicada en la península italiana para prevenir posibles invasiones turcas. El Duque de Alba fue allí a sofocar una rebelión que tuvo consecuencias dramáticas, lo que le marcó. Recientemente, en una exposición en Amsterdam, he podido comprobar cómo los holandeses están cambiando su discurso histórico respecto a este personaje, reconociendo que el conflicto fue de división también social.

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–En su obra menciona las virtudes de los mandos en el siglo XVI. Ha sido usted director de la Academia de Infantería de Toledo, donde se forman oficiales y suboficiales. ¿Ve diferencias entre una y otra época?

–En la novela también recojo algunas de las conductas impropias de ese momento histórico. Pero en el caso de los Tercios de Flandes, la moderna Infantería europea, supusieron una revolución del pensamiento castrense que lo sintetizó uno de sus soldados, Calderón de la Barca. Aquel ejército empezó con el principio de igualdad de oportunidades, ya que cualquiera podía llegar al grado más alto del mismo. En segundo lugar, los Tercios consagraron que los ascensos se conseguía por los méritos, y por último, se consagró que el reconocimiento de las virtudes de soldado, así como el ejemplo que debían de dar los veteranos. A éstos se les ponía en la primera línea de combate, y a los nuevos detrás. Ello contribuyó a que nuestro Ejército fuera invicto durante 160 años en Europa. Pienso que esos valores los hemos heredado en las Fuerzas Armadas españolas.

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–Usted se ha interesado también por los españoles que combatieron en la División Azul. ¿Qué opinión le merece el debate sobre la Memoria Histórica?

–Mi interés por este tema lo es porque tuve a un tío que murió allí, y cuyos restos los repatrié hace años. He estado ocho veces en Rusia por este tema hasta que conseguí localizar su tumba y traerla a un pueblo de Toledo, El Casar de Escalona. La División Azul no es objeto de la ley de Memoria Histórica. Las propuestas de los partidos, en este sentido, es algo en lo que no entro puesto que es una cuestión muy personal, aunque creo que las leyes hay que respetarlas.

–Militares retirados de los cuarteles se lanzan a la política y otros a la narrativa histórica, como es su caso. ¿Qué piensa de ello?

–Los militares recuperan sus derechos de asociación o de reunión, que tenían limitados en activo, y pueden ejercerlos en esta situación como cualquier otro ciudadano. Y es igual de respetable si se meten en la política, como lo hace un abogado o un médico. Otros nos sentimos motivados por la cultura.

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