El excapellán de las Angustias ha declarado este viernes por la mañana. Rodrigo Jiménez

El excapellán de las Angustias: «Era un juego de mensajes sexuales con la menor, no tuve intención de un encuentro»

El sacerdote Óliver Fernández declara que la familia de la joven le exigió 120.000 euros a cambio de «olvidarse de todo y no ir a la policía»

E. Esteban

Valladolid

Viernes, 29 de enero 2021, 13:46

Con paso firme, ataviado con prendas oscuras, gafas de sol, gorro, parapetado bajo una mascarilla que le cubría la mayor parte del rostro y solo, sin la compañía de su abogado, entraba minutos antes de las diez de la mañana de este viernes en la ... Audiencia Provincial de Valladolid el excapellán de las Angustias Óliver Fernández, para quien la Fiscalía pedía inicialmente tres años de prisión -que luego elevó a cuatro- por un presunto delito de abusos sexuales y corrupción de menores a una joven, por entonces de trece años, hija de una mujer que pedía limosna a las puertas del templo vallisoletano.

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El sacerdote, hasta el momento en libertad con cargos y apartado de sus funciones por el Arzobispado, ha reconocido el intercambio de mensajes de contenido sexual pero ha negado que tuviera intención de materializarlo. «No se llegó a concretar nada porque en ningún momento tuve intención de que se produjera un encuentro físico con ella. En mensajes sí que apareció esa expresión, pero era como parte del juego de mensajes de carácter sexual», ha defendido el acusado, que solo ha respondido a las preguntas de su abogado. Unos mensajes ante los que el cura no percibió que la menor de edad se sintiera incómoda. «En ningún momento lo percibí o lo noté, ni tampoco recuerdo que enviara algún mensaje molesta o recriminando alguno de los mensajes».

Asimismo, ha reiterado que «nunca tuve intención de que se llegara a nada» y, por eso, ha explicado, «no ofrecí la posibilidad de mi casa, un hotel o concertar una cita». Sin embargo, según la versión que ha ofrecido, la joven sí lo dejó entrever. «Ella planteó en algún mensaje que nos viéramos a solas», ha precisado. De hecho, ha declarado que fue la joven quien le requirió imágenes en las que apareciera «desnudo y se me viera perfectamente la cara». «En varias ocasiones insistía en una foto que se me viera la cara o al menos la barbilla. Creo recordar que me pidió un vídeo en el que se me viera la cara, también varios mensajes en los que insistía en ese aspecto de que se me reconociera y en algún momento pidió que se me viera el cuerpo desnudo», ha justificado.

Una «insistencia» que el excapellán ha atribuido a que «había algún tipo de atracción». «Esa insistencia en pedir que se me viera desnudo imagino que es porque había algún tipo de atracción, y que se me viera el rostro supongo que tiene que ver con que al verme la cara soy perfectamente identificable. Ese al menos creo que era el motivo por el que insistía tanto», ha comentado.

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«Las amenazas duraron varios días»

También ha señalado el excapellán que fue víctima de un chantaje y amenazas por parte de la madre y la tía de la menor tras enterarse de lo acontecido. «Justo después de enviar el vídeo, el único en el que se me ve la cara, me envía -la menor, en teoría- un mensaje diciendo que su tía ha estado en casa, que ha visto las conversaciones y las fotos y que se lo había contado a su madre. Ésta se había puesto como loca y que quería ir a la policía y me preguntaba qué iba a pasar», ha afirmado, al tiempo que ha avanzado que, entonces, se emplazaron a la mañana siguiente para hablar en persona sobre ello. «En parte, en esos mensajes, fue cuando la menor supuestamente me comentó que si les ayudaba a comprarse una casa en Rumanía, que su madre se quería ir, que se olvidaba de todo y no iban a la policía», ha añadido.

En ese encuentro, además, los familiares le reclamaron «explícitamente» 120.000 euros a cambio de no denunciar ante la policía. «En el encuentro personal una y otra vez decían que las ayudase a comprar una casa en Rumanía. Les dije que no sabía lo que costaba un piso allí, y ellas fueron las que dijeron la cantidad, que costaba unos 100.000 ó 120.000 euros», ha sostenido. También ha revelado que «las amenazas duraron varios días». «Después de vernos, dada la situación, les dije que tenía que pensármelo e incluso aunque quisiera hacerlo, tendría que ver cómo conseguía el dinero en caso de que quisiera ceder a eso y las llamaba. Al día siguiente, en una llamada telefónica, me dijeron que iban a ir a la policía y a los fieles a decir: 'Mira lo que hace el cura'», ha relatado el sacerdote.

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«En un gesto normal, como de despedirse, hice el gesto de poner la mano en la espalda y en lugar de ahí, la puse en el culo, pero en cuanto me di cuenta la aparté. Fue un hecho fortuito»

Ha admitido, del mismo modo, que tocó los glúteos a la joven -como se recoge en el auto-, pero lo ha atruibido a un «hecho fortuito», y cuando se percató de que «mi mano no estaba donde debía estar, la aparté y punto». «Ese hecho tuvo lugar en medio de la calle, a la puerta de las Angustias, y simplemente se acercaron -madre e hija- a saludarme, creo que me di dos besos con la madre y la menor se quedó un poco apartada, y es cuando hizo un gesto de cogerla del brazo como diciendo: 'Acércate, que no pasa nada, que no voy a hablar nada con tu madre que no puedas escuchar'. Estuvimos hablando y al final, ya cuando nos despedimos los tres, di dos besos a la madre y me acerque a darle otros dos a la menor. En un gesto normal, como de despedirse, hice el gesto de poner la mano en su espalda y en lugar de la espalda, la puse en el culo, pero fueron dos o tres segundos, en cuanto me di cuenta que no estaba en la espalda, la aparté enseguida; ni madre ni hija me hicieron ningún comentario», ha argumentado.

«Sensación de que todo estaba pensado»

Tras ello, presuntamente el acusado preguntó por mensajería a la joven «si le había gustado». ¿Por qué? «Como ya estábamos en ese juego de mensajes, ya con cierto tono sexual, fue un poco dentro de ese juego, algo involuntario y fortuito», ha apuntado. Por último, ante las cuestiones de su letrado, ha confesado que «sí tengo esa sospecha o convicción» de que todo estuvo orquestado por familiares de la joven «para llegar a esto». «A día de hoy, viendo todo el contexto, sí tengo esa sospecha. No sé si guiada por la madre, la tía o haciéndose pasar por la menor, pero sí tengo la sensación de que todo estaba pensado para esto, meterme en algo como mínimo inmoral y luego chantajearme. Por esa insistencia en que se me viera la cara, porque justo cuando se me ve salta todo y llegan las amenazas», ha concluido el párroco.

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En el juicio, que se ha prolongado durante más de dos horas, no han estado presentes ni el abogado de la víctima, ni la menor ni tampoco su madre (en paradero desconocido desde poco después de los hechos). Durante la sesión, varios policías han declarado como testigos, quienes han relatado cómo, a última hora de la mañana del 10 de enero de 2020, dos mujeres de origen rumano (madre y tía de la víctima) acudieron hasta la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía en el barrio de Las Delicias para denunciar los hechos. También han confirmado la existencia de un vídeo de contenido sexual por parte del párroco.

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