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Un euro por pedir cita en la Seguridad Social: los nuevos servicios de los locutoriosDatos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en mano o en la pantalla desvelan que en la provincia de Valladolid hay 50.285 extranjeros nacidos fuera del territorio nacional. Muchos de ellos se apoyan en su día a día en las decenas de locutorios que ... hay repartidos, principalmente, en la capital. Sacian sus demandas de hablar con sus familiares o enviarles dinero a través de estos espacios, muchos de ellos de pequeñas dimensiones, pero en los que encuentran parte de lo que necesitan.
Y desde hace unos años, concretamente desde el inicio de la pandemia de la covid, hasta tramitan su cita de la Seguridad Social ante el colapso que ofrecían las páginas webs de las administraciones. De la necesidad, una nueva oportunidad de negocio.
Aunque los profesionales del sector, abiertos al público prácticamente todos los días del año, no lo ven como tal. No han hallado su particular piedra filosofal, pues en su interior tienen más presente echar una mano al cliente que aumentar sus beneficios. «Cobramos una cantidad simbólica», agrega Ángel Barragán, con su negocio en la calle Moradas de La Rondilla, sobre el euro que percibe cada vez que navega en dominios de la Seguridad Social, el Sepe o Hacienda. Hace todo tipo de trámites que le demandan y, de forma autodidacta, se ha empapado de conceptos inimaginables cuando en el 2001 arrancó su establecimiento en Valladolid.
Ángel Barragán
Propietario de un locutorio
Hace más de veinte años su intención era dar soporte a los vecinos extranjeros de Valladolid cada vez que se comunicaban con sus parientes y amigos, principalmente, al otro lado del Atlántico. Era un espacio únicamente de cabinas. Llegó la telefonía móvil y la evolución de su negocio pasó a la venta de tarjetas prepago o recargas de saldos.
Con una revolución mediante, apareció Internet. Y esas cabinas que se empleaban para llamar se sustituyeron por ordenadores. La gente se conectaba para trastear y hablar, mientras los negocios de los locutorios se expandían con productos de alimentación y bebidas. «Las mías son originarias de Latinoamérica», agrega Barragán mientras no para de atender a clientes que se dirigen a él para recibir o enviar dinero al extranjero.
Marlon Cerrán
Propietario del locutorio
Porque, en este momento, ese es el principal nicho de mercado de los locutorios. Giros internacionales y trámites con Western Union copan el día a día de Ángel Barragán y el resto de estos negocios. Entre recuento de billetes, «por mis manos pasa mucho dinero que no es mío», agrega, afloran los trámites de un ciudadano recién aterrizado en Valladolid. «Desde la pandemia, tenemos un nuevo pequeño servicio: buscarle a la gente las citas previas para la Seguridad Social, el paro, Extranjería, citas para obtener el Documento Nacional de Identidad (DNI) o el pasaporte... Nos hemos adaptado al pedirlo la gente, a la par que aprendíamos», recalca Barragán mientras muestra cómo se mueve en la red.
En ese avance de dar nuevos servicios a la ciudadanía, hay locutorios como el de Ángel Barragán que tienen en mente ampliar su oferta de productos. Estos tienen que ver los que rodean a Hacienda respecto a las declaraciones de la renta. Son muchos, los que en primavera se acercan a su establecimiento para pedir una cita con Hacienda para cumplimentar toda la documentación. A la par que saca fecha y hora le tantean para ver si él es capaz de hacérsela. «Mis conocimientos no llegan para hacerlas, pero te das cuenta de que la gente lo necesita», detalla en la puerta de su negocio Barragán.
Por ese motivo, ya en años anteriores, ha pensando en dedicar un espacio de su tienda a que una persona especializada se trasladé durante los meses de mayo y junio a su locutorio con un único fin. «Me gustaría instalar una mesa y una silla en una de las esquinas. El espacio del que dispongo es muy limitado, pero en un futuro no me importaría habilitarlo. Hay que adaptarse a lo que nos piden. Y, al igual que con los trámites de la Seguridad Social, son cosas que necesita nuestra clientela», concluye Barragán mientras se imagina el locutorio con un nuevo espacio para las declaraciones de la renta.
Incluso ha aprendido trucos, que los guarda bajo secreto de sumario, para moverse en diferentes páginas. «Hay citas que van mejor con un determinado navegador y viceversa», añade mientras reconoce que estos trámites se han creado al mostrarse las páginas colapsadas. «Era muy difícil conseguir citas. Ahora ya es más sencillo, pero no se suele lograr a la primera», prosigue.
Un euro cada vez que Ángel navega por Internet y que al cabo del día le deja en la caja registradora no más de cinco euros. «Es relativo. Alguna jornada hacemos uno, otras veces, dos... el día que más unos cinco trámites; y otros, nada. Queremos dar ese servicio al vecino de La Rondilla. Son clientes de media edad para arriba, que se manejan menos con los móviles. No lo miramos como negocio. Mientras lo sigan demandando, lo atenderemos con gusto», concluye sobre un negocio en el que solamente le quedan tres cabinas.
Es precisamente la rentabilidad y la cantidad de tiempo que se emplea en cada servicio lo que obligó a Marlon Cerrón, propietario de otro locutorio en la misma calle Moradas, a dejar de dar el servicio burocrático. Lo hizo durante varios años, sobre todo en la pandemia, pero lo ha dejado recientemente al no verse capacitado para abarcar esa parte del negocio. «Entre atender, cobrar y hacer otras gestiones ya no podemos dar citas. Tampoco podemos hacer currículos. No nos da tiempo. Les invitamos a que vayan, por ejemplo, a asociaciones para que hagan esa parte. Sabemos que el resto de locutorios lo siguen haciendo», detalla Marlon Cerrón, que reconoce que hay trámites que se complican al solicitar registros y más datos personales. «No se tiene que olvidar que esto es una tienda», manifiesta el comerciante.
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