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Los etarras se equivocaron. Corrían los años de plomo de la banda terrorista y aquel 16 de mayo de 1980 tres encapuchados se plantaron las puertas del taller de Ceferino Peña Zubía, de 42 años, y le descerrajaron tres disparos a quemarropa, uno de ellos en el cabeza. Ningún vecino de la pequeña localidad guipuzcoana de Arrona (Cestona) conocía vinculación política alguna de la víctima que justificara lo injustificable. Y no la había. La propia ETA reconocería después que sus secuaces se habían equivocado de objetivo. El autor del tiro de gracia, José Antonio Galarraga, 'Korta', confesaría años después, cuando fue localizado y detenido en México el 7 de julio 1999, la ejecución. Y lo hizo, según explicó el propio terrorista, porque aún veía en sueños los ojos de la hija del empresario –de tan solo tres años entonces– mirándole mientras apretaba el gatillo.
Aquel insomne etarra fue juzgado y condenado al año siguiente por la Audiencia Nacional a 27 años de prisión por el crimen de Ceferino Peña, que cometió junto a otros cuatro compinches –ellos ya habían sido detenidos y condenados en 1982–. Pues bien, ayer mismo, menos de dieciocho años después de que se dictara su condena, en octubre de 2000, José Antonio Galarraga, 'Korta', salió en libertad de la prisión provincial de Valladolid, en la que ha cumplido sus últimos años de pena.
El etarra fue recibido a su salida del centro penitenciario por un grupo de familiares y no dudó en mostrar su alegría descorchando una botella, según recoge la instantánea del momento colgada ayer en las redes sociales por la asociación de familiares de etarras y afines 'Etxerat (A casa)' aclarando que el «preso político vasco José Antonio Galarraga acaba de salir de la cárcel de Valladolid tras diecinueve años de prisión».
El «preso político» en cuestión, léase asesino condenado por acabar con la vida de un inocente en 1980, reduce así a ocho el censo de etarras que continúan encarcelados a día de hoy en la prisión provincial, que despidió así a uno de los terroristas que protagonizaron el año más sangriento de la recién disuelta banda, como fue aquel 1980, cuando sesgaron la friolera de 93 vidas (de un total de 853 a lo largo de sus 43 años de crueldad).
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