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Si Valladolid fuera un refugio antipolución(sin fábricas que emitieran gases, sin coches y sus tubos de escape, sin calefacciones domésticas, sin la quemas de rastrojos en su entorno...), si viviéramos en una ciudad en la que el impacto de la contaminación fuera mínimo, ... con los niveles más bajos posibles... entonces se podrían evitar 280 muertes prematuras cada año. Es la conclusión a la que han llegado los expertos del Instituto de Salud Global de Barcelona, autores de una investigación publicada en 'The Lancet Planetary Health' y que analiza la calidad del aire de mil ciudades europeas.
Entre ellas, Valladolid.La capital del Pisuerga –que tramita durante estos días su Plan de Mejora de la Calidad del Aire– ocupa el puesto número 596 en la clasificación sobre partículas finas (PM2,5)– en este caso se sitúa por debajo de la media nacional– y el 335 en el listado sobre dióxido de nitrógeno (NO2).
Para recabar estos datos, los autores del estudio tomaron en consideración las medidas reales de contaminación extraídas de la base de datos europea de calidad del aire AirBase.
Se fijaron en cifras de 2015 y de 2018, para elaborar un informe que han publicado en este 2021, justo después de que la pandemia de 2020 diera un ligero respiro en las emisiones contaminantes por la brusca caída de la actividad durante el confinamiento. Una vez obtenidos esos datos, los cruzaron con las cifras de población y con un algoritmo que tiene en cuenta las tasas de mortalidad y los años de vida perdidos por cada contaminante del aire.
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Y así, a partir de todos estos indicadores, concluye que si Valladolid respetara los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en cuanto a partículas finas (PM2,5), se evitarían 42 muertes prematuras al año. La cifra llegaría a 164 si se alcanzaran los niveles mínimos de polución. Estas partículas son uno de los principales contaminantes del aire, con elementos sólidos y líquidos en suspensión (polvo, metales, cemento y materia orgánica). «Cuanto más pequeñas son las partículas, más fácilmente pueden penetrar en nuestro cuerpo, a través del sistema respiratorio, hasta los alvéolos pulmonares», explican los autores del estudio. Y esto tiene consecuencias, especialmente, respiratorias y cardíacas. «Las principales fuentes de PM2,5 en las ciudades son el tráfico, la calefacción doméstica, la industria, así como la quema de madera o carbón», concluyen.
La conclusión del estudio publicado este año por el Instituto de Salud Global de Barcelona (vincula la contaminación con 280 muertes evitables al año en Valladolid)es casi idéntica a la alcanzada en 2012 por Mario Cárdaba en la tesis doctoral que publicó con la Universidad de Valladolid.En su trabajo (que recogía datos de entre 1999 y 2008)cifraba estas muertes en 278 al año, vinculadas sobre todo con enfermedades cardiopulmonares (140), cáncer de pulmón (38)y el agravamiento de otras dolencias. «Afecta desde lo más sencillo, como ingresos y visitas a urgencias, ataques de asma, bronquitis, síntomas respiratorios», hasta los casos más graves, que pueden acabar con al muerte. «Aunque el riesgo relativo por persona es bajo–recogía la tesis– el enorme número de personas expuestas sugiere que las partículas tienen un impacto considerable sobre la salud pública». Así, concluía la tesis defendida en la Facultad de Medicina, «pequeñas reducciones en los niveles de los factores de riesgo pueden suponer un gran beneficio para la salud de toda la población».
El segundo contaminante analizado es el dióxido de nitrógeno (NO2), «un gas tóxico que afecta al sistema respiratorio. Puede irritar las vías aéreas, agravando las enfermedades respiratorias (como el asma) y provocando un aumento de los ingresos hospitalarios y las visitas a las salas de urgencia. A largo plazo, la exposición al NO2 puede conducir al desarrollo de asma y aumentar la susceptibilidad a infecciones respiratorias», indican los autores de la investigación, quienes recuerdan que la principal fuente de emision de dióxido de nitrógeno son las emisiones de los vehículos de motor, especialmente los de motores diésel (cuanto más viejos son, más contaminan).
En Valladolid, se mantiene a raya este contaminante en los niveles que recomienda la OMS(no habría muertes prematuras en este punto), pero si se aspira a unos indicadores mínimos, se podrían evitar 116 muertes anuales. «Los niveles de NO2 son generalmente más altos en las ciudades debido a su mayor volumen de tráfico y suelen estar relacionados con la forma en que se diseñan las urbes», añaden en el informe, que sitúa a Madrid como la peor ciudad de Europa en este apartado.
De ahí, subrayan desde el Consistorio, la importancia del Plan de Mejora de la Calidad del Aire, que durante este verano tramita el Ayuntamiento. Anteayer se aprobó en comisión y el próximo martes se debatirá en pleno, como paso previo a su aprobación definitiva en noviembre (tras dos meses de exposición pública).
Entre otras medidas, el plan fija la zona de bajas emisiones que, de acuerdo con la Ley de Cambio Climático, deben crear todos los municipios con más de 50.000 habitantes. Esa zona está delimitada en Valladolid por las calles Miguel Íscar, San Ildefonso, Isabel la Católica, San Quirce, Rondilla de Santa Teresa, Ramón y Cajal, Colón, General Mendoza, Cruz Verde y Miguel Íscar. El polígono interior de estas calles tendrá importantes limitaciones al tráfico durante los próximos años.
El primer paso se dará este otoño, cuando en esa almendra central urbana (en su interior y alrededores) se instalen sensores para medir las emisiones directas. Esta red se sensores se sumarán a las cinco estaciones fijas y una móvil que existen en la ciudad. A partir de aquí, se han establecido unas fechas clave.
Desde el 1 de enero de 2022 se pedirá la colaboración ciudadana para que no accedan a esta zona de bajas emisiones los vehículos que no tengan el distintivo ambiental de la DGT. Durante el segundo semestre de 2023 ya se empezarán a fijar sanciones para los vehículos que no lleven esta pegatina. Desde el 1 de enero de 2025 no podrán acceder los automóviles con etiqueta B (turismos y furgonetas ligeras de gasolina matriculados desde enero de 2001 y diésel a partir de 2006). Ydesde el 1 de enero de 2030 solo podrán ingresar en esta zona los vehículos eco y de emisiones cero (en su mayoría, los eléctricos e híbridos).
La concejala de Medio Ambiente, María Sanchez, recuerda que el plan también incluye alusiones a la industria –«en este caso las competencias de autorización ambiental corresponden a la Junta»– y se promoverán acciones de formación y participación.
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