«Espero que remueva las bases de esta sociedad, hace falta»

Entre los afectados está un vallisoletano, Fran Garlaz, quien nos ofrece su testimonio desde casa de sus padres, en Olivares de Duero, donde ha venido a pasar unos días estas navidades. Fran no ha perdido su casa -tuvo que abandonarla y de momento no puede habitarla-, pero sí su plantación de plátanos, una ecofinca (Platanológico) que también dedicaba al turismo y actividades complementarias y de la que vivían tres familias. Una forma de trabajo sostenible, que genera riqueza en la zona. «Producimos más comida, más sana y mejor con menos insumos». Con menos recursos (y sin pesticidas), y una filosofía de vida y compromiso de cuidar el entorno y de lucha contra el cambio climático.

Fran Garlaz es oceanógrafo y llegó a La Palma hace algo más de 12 años, donde ahora reside en Los Llanos de Aridane, una de las zonas de exclusión del volcán. Su formación científica le hizo ver «hacia dónde se dirige el planeta» y tras un tiempo recreando ecosistemas en el archipiélago (grandes acuarios, loro parques, mariposarios...), «llegó un momento en el que me dije 'por qué no vamos a cuidar nuestros campos, nuestros ecosistemas cercanos. Queremos salvar el Amazonas mientras estamos echando veneno y basura en nuestros propios ecosistemas'». «Así construimos un bosque comestible en un lugar donde podíamos recrearlo». De ahí la elección de La Palma y un cultivo como el plátano que «si viéramos cómo vive la planta y cómo la cultivamos, ¡es tan distinto!».

Tan distinto como el antes y el después de su plantación tras la erupción del volcán. La hectárea y media que trabaja la da por perdida. «Tenemos que resembrar toda la finca: 2.000 plantas. Es caro, es complicado. Son unas plantas de producción de 14 a 16 meses, con una primera producción muy lamentable, la mitad de una normal». Calcula «de dos a tres años para volver a recuperarla de una manera lógica».

Empezar a trabajar va a depender «única y exclusivamente de poner agua». En la isla tienen «muchísima y muy buena. Tenemos el mayor aljibe, el mayor depósito de Canarias, que está en nuestras cumbres». Pero en vez de utilizar esta, se está utilizando agua salada de pozos «en los que se han invertido millones», Y que están en manos de los que Fran denomina 'aguatenientes'. Cara y mala. mientras que la que les llegaría desde las cumbres caería por su propio peso «y gratis».

«A ver si el volcán también remueve las bases de esta sociedad, que es necesario. En La Palma tenemos un borrón y cuenta nueva. Pues aprovechemos», reclama Fran.

La decepción viene por «la inoperancia e incapacidad de los gestores. No se ha repartido ni un 10% de las ayudas, no ya de las que prometen las administraciones, hablo de las que desde el primer día ya estaban. Miles de euros en las cuentas de los ayuntamientos o donde fuera, de gente que daba su dinero. Después de tres meses, los afectados siguen viviendo en casa de vecinos, en garajes, en caravanas o donde sea. No saben qué va a ser de ellos, no ha recibido ni 50 euros, Todos estamos psicológicamente muy tocados. Ineficacia absoluta».

A Fran le prestó un garaje una conocida; luego estuvo en su caravana, y otro vecino les dejó un espacio de su casa que, aun en obras, les cobijó dignamente. Lo último es la vivienda de unos amigos holandeses. Hasta final de enero tiene garantizado techo. A partir de ahí, no sabe. Ahora llegar a su casa es un trayecto de dos horas (antes 15 minutos). Cuatro horas para llevar a sus hijas al instituto, «algo inviable económicamente y de tiempo».