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El Campo Grande alberga diversas esculturas que recuerdan a personajes destacados de la historia de Valladolid, siendo muchas de ellas de las más antiguas que conserva la ciudad.
La escultura de Neptuno, de la que se desconoce su autor, es la escultura más antigua que se conserva en Valladolid. De estilo clásico, formaba parte de tres fuentes dispuestas en el paseo central del Campo Grande, junto con las esculturas de Venus y Mercurio. En el siglo XIX Fernando VII donó a Valladolid las tres esculturas para adornar las respectivas fuentes: la diosa Venus para la fuente central, Mercurio para la fuente más cercana a la calle Santiago y Neptuno para la más próxima al convento de los Capuchinos. En 1845 una remodelación del Paseo de Recoletos supuso la desaparición de las tres fuentes junto con sus esculturas.
Se construyó una fuente central donde en 1849 se decidió colocar la escultura de Venus, mientras que las de Mercurio y Neptuno fueron colocadas sobre sendos pedestales de piedra al principio del paseo, en las proximidades de la calle Santiago. Una reforma posterior, en 1863, ocasionó la supresión de las esculturas de Mercurio y Neptuno. La primera se perdió y Neptuno estuvo mucho tiempo 'olvidado' en un almacén municipal hasta que, en 1932 pasó a ocupar su lugar actual, en una pequeña isla llamada Los Países Bajos, situada en una de las ramificaciones de estanque.
Situada en uno de los caminos adyacentes al Paseo del Príncipe, esta escultura en bronce, de 1,70 metros de altura, ocupa el lugar en el que durante más de cincuenta años estuvo el fotógrafo Vicente Muñoz inmortalizando a los vallisoletanos que visitaban el Campo Grande. En 1994 la Diputación de Valladolid encargó esta escultura de tamaño real para homenajear a este fotógrafo, perteneciente a una conocida familia de fotógrafos callejeros, como homenaje a todos los que compartieron su oficio. La escultura, realizada por Eduardo Cuadrado (Valladolid, 1947-2021), representa a un fotógrafo con su cámara y su trípode, a punto de tomar una fotografía, metido bajo la lona de su cámara y con el brazo en alto llamando la atención del retratado para que se mantuviera inmóvil mientras se tomaba la fotografía.
Aunque los cisnes fueron los primeros moradores del jardín romántico del siglo XIX, el proyecto de la Fuente del Cisne, realizado en 1886 por Gonzalo Bayón, dueño de una de las fundiciones de la ciudad, no fue pensado para ocupar el lugar que hoy tiene junto a la Pérgola del Campo Grande. La fuente se instaló en 1887 en una glorieta de la Plaza del Poniente (los actuales jardines no existían). Se pintaron de colores las figuras para que destacaran del macizo central de bronce que simula un jardín. El cisne se pintó de blanco y las sirenas, de color carne; aunque éstas pronto se repintaron de negro, tras las protestas de las mentes puritanas de la época. A los pocos meses de funcionamiento aparecieron las primeras grietas en el pilón, que se fue deteriorando más y más con el paso del tiempo. Al año fue necesaria su reparación total. El deterioro se achacó a problemas en la cimentación de la fuente. Tras su reparación el problema no se solucionó así que el arquitecto municipal propuso su traslado al Campo Grande. En 1892 la fuente fue desmontada y trasladada a su actual emplazamiento. En la colocación de la misma participaron el arquitecto Javier Benedicto y Francisco Sabadell.
La fuente consta de un pilón circular con los escudos de Valladolid labrados en piedra, en el centro se alza la escultura de bronce que recrea un macizo central que simula un jardín del que surgen seis sirenas con peces en las manos, que arrojan agua al pilón. En la parte alta, un cisne con el cuello retorcido del que sale un chorro de agua, figura que da el nombre a la fuente. Alrededor de la escultura central unos tritones lanzan chorros hacia del centro de la fuente.
Erigida en recuerdo del que fuera alcalde de la ciudad entre 1877 y 1880, Miguel Íscar, impulsor del Campo Grande como jardín romántico, la escultura 'Alegoría de la Fama' fue realizada por Mariano Chicote Recio Robusto y fundida en los talleres López y Cía. Se inauguró el 11 de noviembre de 1883 y se colocó en medio de la fuente con la que comparte nombre: la Fuente de la Fama. La fama, en este monumento, está representada en la figura de una mujer joven con alas extendidas soplando a través de una larga trompeta alzada al cielo de la que brota el agua. Toda la escultura es de hierro fundido, excepto la pierna derecha, del tobillo a la rodilla, que es de bronce. «Debieron empezar por aquí pero el dinero se acabó pronto», explicó el artista vallisoletano Andrés Coello en 2010, año en que restauró la figura original y terminó la réplica, que hoy puede verse en el Campo Grande. Su peso es de 3.300 kilos, frente a los 750 de la réplica, hueco y de bronce.
A lo largo del siglo XX la obra original sufrió diferentes modificaciones, entre ellas, en 1930, la estatua se pintó de dorado. La fuente-homenaje fue realizada gracias a una colecta pública, promovida por el entonces director de El Norte de Castilla, Sebastián Díez Salcedo. La recaudación no alcanzó para la realización del proyecto inicial de construir una Escuela Modelo, pero si llegó para la construcción de esta fuente monumental. Se convocó un concurso de proyectos que ganó Antonio Iturralde con el proyecto titulado 'Fuente de la Fama'. El proyecto consistía en un pilón octogonal de tableros muy decorados que vertía agua mediante unos mascarones a otro de menor profundidad, un balaustre central de perfil curvilíneo sobre el que se asentaba la alegoría en bronce de la fama que hoy permanece guardada en un depósito municipal.
Las esculturas 'Oso' y 'Muchacha sentada mirando un caracol' son las dos únicas que quedan de las 11 que el Ayuntamiento encargó al escultor salmantino Agustín Casillas Osado (Salamanca, 1921). Las seis primeras llegaron al Campo Grande en 1968; las cinco últimas, entre las que se encuentran 'Oso' y 'Muchacha sentada mirando un caracol', un año después. «Realizadas en cemento. Casillas ha logrado motivos ornamentales, de excelente factura. Dos de las piezas están enclavadas en medio de los estanques y reflejan motivos musicales. Todas las piezas llevan una imprimación distinta. Figuras humanas y de animales completan la totalidad del envío», recogía El Norte de Castilla en su edición del 6 de septiembre de 1968. «Forman dichos conjuntos seis esculturas, dos de mujeres, dos de niños y otras tantas de animales. Las primeras teniendo un arpa, en el segundo grupo, el niño se halla sentado en un bloque de piedra, pensativo y observando cómo una rana tratar de llegar a él. La niña tiene un pájaro entre las manos y a la altura de la cabeza. Aquel se halla en actitud de besar a la pequeña. Finalmente los animales son un canguro y dos patitos».
Nada queda de ellas. Irreproducibles -sus moldes fueron destruidos- fueron realizadas exclusivamente para Valladolid. Estas dos esculturas están realizadas en hormigón a tamaño natural. En el segundo bloque de la obra de Casillas, autor de la figura de 'El Lazarillo de Tormes', 'La Celestina' o el medallón de la Plaza Mayor de Salamanca dedicado a Cervantes, también vinieron, entre otras, la figura de un zorro y un pelícano.
Una historia de: Sonia Quintana
Fotografías y vídeos: Ramón Gómez y Rodrigo Ucero
Infografía y diseño: Fran González y Pedro Resina
Coordinación: Liliana Martínez Colodrón
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