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Creo que cada uno tenemos nuestro día para morir», comenta Lourdes, prima de María Ángeles Gemio Escayo, que falleció a los 81 años el día 10 en el hospital después de que se contagiara por coronavirus en la residencia Orpea, adonde se había mudado desde su casa en la calle San Isidro para mejorar de las dolencias que tenía en una rodilla tras haberse caído en su domicilio. Y oyendo a Lourdes contar cómo ha sido el final de su prima, bien puede uno mostrarse de acuerdo con ella, porque María Ángeles Gemio no imaginaría que su final iba a encontrarlo en un lugar al que iba a recuperarse y al que había llegado muy pocos días antes de que se decretara el estado de alarma y el aislamiento.
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«Angelines, como la llamaba todo el mundo, vivía sola en su casa de la calle San Isidro, se cayó y no se podía valer bien por los dolores en una rodilla, así que sus sobrinos decidieron llevarla a la residencia Orpea. Ingresó muy poco antes del decreto del estado de alarma, la llamé varias veces y, como me extrañaba que no cogiera el teléfono, pude contactar con su sobrina Ana Isabel, que fue quien me dijo que la habían llevado a la residencia», apunta.
«Yo hablé con Angelines en la mañana del día 10 y me dijo que pensaba irse de la residencia a su casa porque estaba ya mejor, pero la noté muy nerviosa. Y ya no hablé más, hasta enterarme por los sobrinos que el 'bicho' este se la llevó», añade Lourdes.
Angelines vivía en la calle San Isidro, en la casa en la que había vivido con sus padres, Carmelo y Encarna, a los que se dedicó en cuerpo y alma. También cuidó, hasta que enfermó y murió, de su hermano Félix Luis, también militar, después de que este se separara y fuera a vivir con ella. Los dos hijos de Félix Luis, Luis Miguel y Ana Isabel, han sido los que se ocuparon de los trámites del entierro, que fue el día 11 en el cementerio del Carmen y al que no pudo acudir Lourdes al estar limitada a tres la presencia de familiares asistentes.
«Mi prima era una bellísima persona, nunca la vi enfadada ni se quejó de nada. Venía a ayudar a mi madre cuando enfermó mi padre, y también se quedaba con mi madre cuando vivía conmigo, para que pudiéramos mi marido y yo salir a dar una vuelta», señala Lourdes, que incide en cómo su prima era casera y muy religiosa.
«Iba muchos días a la iglesia de la Circular a echar una mano. Hemos tenido mucha relación de primas y de pequeña yo me iba con ella y sus padres a Valencia, donde había estado destinado su padre como militar, cuando iban el verano donde unos amigos. Mi prima nació en Valencia, pero vino pronto a Valladolid y mi tío se jubiló aquí», concluye.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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