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Es la especialización de las especializaciones. Una herramienta más en la escena de un crimen para esclarecer los casos. Y todo ello a través de las huellas y de los podólogos forenses. Una ciencia desconocida, pero en auge, y cuya sede, la de la Sociedad ... Española de Criminología y Ciencias Forenses (SECCIF), se encuentra en Valladolid. Como centro superior de estudios, alumnos, profesores y especialistas se han trasladado este fin de semana hasta la localidad segoviana de Carbonero de Ahusín para ampliar sus conocimientos para investigar lo que esconden las huellas. Al fin y al cabo, un entrenamiento.
Al frente del equipo se encuentra el doctor Pablo Martínez-Escauriaza, que durante todo el fin de semana ha tenido que doblar las rodillas para acercarse al suelo y analizar toda la información de las huellas. «Carbonero de Ahusín nos da mucho juego paisajístico, con sustratos al lado del río, en terreno fangoso, árido y en vegetación. Queremos mejorar los protocolos actuales que existen para implicar la figura del podólogo forense en la escena del crimen y darle una cabida profesional para el esclarecimiento de la investigación», detalla el doctor sobre un fin de semana en el que han recibido prácticas de balística y armamento, así como de las lesiones que pueden ofrecer esas armas. Todo ello instruido por la Policía Nacional y con el objetivo de recomponer cuerpos esqueletizados.
Sucesos en Valladolid
Una profesión nueva en el mundo de la investigación y que se ha colado ya en el Grado de Podología de la Universidad Pública de Barcelona y en la SECCIF. «Las ciencias forenses, en una sola disciplina, se quedan cojas. Todo tiende a un trabajo multidisciplinar en un peritaje o diligencia. Esto ya lo vemos en otros países como Estados Unidos o en algunos de Latinoamérica con el odontólogo o paleontólogo forense», incide el doctor, que ha participado en casos mediáticos, en colaboración con la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, como en el crimen de Almonte (mataron a un padre y a su hija hace diez años) o en casos históricos como en momias de Egipto o necrópolis en España como en Prádena del Rincón.
Porque una huella esconde mucha información como la estatura, peso o tipo del calzado. «Siempre depende del lugar del escenario donde se produzca. A partir de ahí, la podología forense aporta ítems para la investigación», continúa.
Porque aunque esta profesión o especialización aún está en pañales, lo que se busca desde la enseñanza es llegar a entrar en los Cuerpos y Fuerzas del Estado y ayudar desde dentro en pesquisas. Es decir, formar parte de la Policía Científica y ser una «herramienta» más al servicio público. «El trabajo en equipo es lo que funciona. La formación, en esta profesión, es una carrera de fondo. Nunca se deja de aprender, pero la inversión no es barata. Como en todo, se necesita un rodaje y esta profesión no solo hay que mostrarla. Hay que demostrar su valía», concluye sobre unas enseñanzas vallisoletanas con doce personas en total, en las que colabora la Policía Nacional.
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