6.400 vecinos podrán usar los elevadores de Parquesol cada hora: así funcionan

138 escalones de bajada y otros tantos de subida. Ese es el ejercicio diario que tienen que hacer los vecinos de Parquesol para desempeñar tareas tan cotidianas como ir al supermercado, hacer deporte en el pabellón municipal o acudir cada jornada al estadio José Zorrilla para ver al Pucela, pero esa actividad física marcada por la orografía del barrio pronto dejará de ser una obligación para convertirse en una opción. El Ayuntamiento prevé inaugurar en un mes el novedoso sistema de ascensores urbanos –uno de rampa y escaleras mecánicas y el otro de elevador en cabina–, que permitirá salvar el desnivel de 22 metros que hay entre la piscina y el polideportivo del barrio con la calle Juan de Valladolid, a la altura del instituto.

Una inversión que alcanza los 3,7 millones de euros ha permitido llevar a cabo esta importante obra en la ladera norte, que se completará con la actuación iniciada al otro lado de Parquesol, en la ladera este de Los Almendros, entre la calle Mariano de los Cobos y la avenida de Salamanca con la de Medina del Campo (ambulatorio de Arturo Eyries), presupuestada en 5,7 millones de euros y que estará acabada, según las previsiones, entre finales de abril y principios de mayo.

Estas instalaciones utilizan una serie de elementos mecánicos con un único fin: solventar la problemática de comunicación a pie de uno de los barrios más poblados de Valladolid con el resto de la ciudad. Este objetivo se podría haber resuelto solo con la puesta en marcha de unas escaleras mecánicas, pero esa solución se quedaba corta porque la población de Parquesol ha ido envejeciendo, el número de personas con problemas de movilidad ha ido en aumento y estos vecinos, que son los que más necesitan la eliminación de barreras arquitectónicas, no podrían subirse a las escaleras en silla de ruedas o tendrían problemas de acceso con andadores y otros apoyos similares. Así que se decidió montar un sistema con dos tipos de elevadores: por un lado, uno con dos escaleras mecánicas y una rampa en el medio y, por otro, uno con un ascensor de cabina.

Esta solución, con dos sistemas diferentes para salvar un mismo desnivel, es tan innovadora que este proyecto es el primero de estas características que se instala en España. Además, las cifras de traslados posibles convierten a esta obra pionera en una medida que favorecerá la subida y bajada de personas a pie, evitando muchos de los desplazamientos cortos que se hacen actualmente en coche. El ascensor tiene una capacidad para 25 personas y en un hora favorecerá la circulación de 400 peatones. Mientras que las escaleras mecánicas y la rampa permitirán el movimiento de 6.000 viandantes por hora.

La fecha de entrega de la obra de la ladera norte era diciembre de 2022 y la de la ladera este era febrero de 2023, pero una serie de problemas han prolongado los plazos previstos, tal y como reconoce la arquitecta Yolanda Domínguez, directora de la obra. «No se puede priorizar la rapidez para inaugurar lo antes posible sin tener la seguridad de que el funcionamiento va a ser el adecuado. Hemos pasado por el año 2022, que ha sido muy complicado para la construcción, y en esta obra el 90% de los materiales son hormigones, hierros y equipos eléctricos que tienen que ser fabricados a medida», señala Yolanda Domínguez, quien pese a todo responde con un rotundo «sí» a la pregunta de si la obra estará lista el mes que viene.

La seguridad ha sido uno de los aspectos fundamentales que se han tratado a la hora de llevar a cabo el proyecto, tal y como indica Yolanda Domínguez. «Hay una serie de mecanismos que evitan que el ascensor caiga, suceda lo que suceda. Por ejemplo, si el mecanismo se queda sin corriente, nunca va a bajar en caída libre porque contamos con una batería interna», explica la arquitecta para remarcar después que otro de los puntos que se han tratado en detalle es el referente a evitar el vandalismo. «Se van a instalar cámaras de vigilancia en las farolas, en la estación inferior, en la estación superior y en la cabina. Su función va a a ser muy importante para evitar el vandalismo y, también, para el control del mecanismo. Si se para, hay algo que obstaculiza el paso o cualquier otro problema, se visualiza por parte de la misma empresa que lleva la videovigilancia de los tres ascensores de San Isidro y también por la empresa que ha instalado las máquinas», afirma la directora de obra.

La funcionalidad ha sido lo primero que se ha buscado en este proyecto, pero también se ha pensado en asuntos meramente estéticos. Con ese criterio ornamental se ha instalado en la plataforma superior de los elevadores un elemento singular que trata de imitar unas alas que sobrevuelan Parquesol y que se pueden ver desde varios puntos de la ciudad. Además, se han añadido al proyecto piezas que persiguen la doble función de embellecer y otorgar un importante grado de practicidad, como el recubrimiento exterior de la cabina del ascensor o del propio elemento singular, que se ha llevado a cabo con unas pantallas led en las que se podrán ver a lo largo del día contenidos audiovisuales.

La adaptación a las necesidades del barrio también es algo que se ha tenido en cuenta a la hora de poner en marcha el proyecto. El ascensor subirá y bajará a una velocidad de 1,6 metros por segundo y el sistema de escalera y rampa funcionará de manera habitual para subir. No obstante, el sentido se podrá reconfigurar para bajar en momentos puntuales en los que se prevea una gran afluencia en sentido de bajada, como cuando haya partidos en el estadio José Zorrilla o grandes eventos en el Centro Cultural Miguel Delibes.

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