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Los investigadores apuntan de entrada a que el sospechoso puede que ni siquiera llegara a ver las imágenes que pudiera grabar y que, en cualquier caso, el material no llegó a ser descargado o difundido. Todo ocurrió a mediados de abril, cuando ... una enfermera del Hospital Campo Grande, situado en la plaza de Colón, entró a los aseos reservado para las trabajadoras y descubrió la presencia de un teléfono móvil, que «estaba encendido y grabando», oculto en el bolsillo de un abrigo que se encontraba colgado en una percha dentro del propio baño. Su objetivo apuntaba directamente al inodoro. Así que cogió el dispositivo y la casualidad quiso que al primer compañero que se le mostró, antes de acudir a denunciar los hechos ante la Gerencia del centro hospitalario, fuera precisamente al autor de las grabaciones. «Ella no lo sabía», relatan fuentes policiales antes de confirmar que todo apunta a que el propietario del terminal optó por realizar un reseteado del mismo para borrar su contenido y restablecer los ajustes de fábrica. Eso complicó su posterior identificación. Los policías nacionales, no obstante, acabaron descubriendo que él mismo formateó la memoria y el pasado miércoles, dos meses después, fue detenido en calidad de investigado por un delito contra la intimidad.
El sospechoso, cuyo empleo en el hospital se desconoce, prestó declaración el mismo miércoles en la comisaría, donde reconoció los hechos, y los agentes acordaron dejarle en libertad mientras prosiguen con las pesquisas a la espera de ponerle a disposición del Juzgado de Instrucción número 1, cuyo titular recibió la denuncia interpuesta por el propio hospital del Grupo Recoletas cuando fue informado por la trabajadora. El móvil, que ella misma entregó ajena a su manipulación por parte del sospechoso, estaba vacío y carecía de tarjeta de memoria.
«Todo apunta a que el teléfono fue colocado el mismo día en el que fue descubierto por la trabajadora y parece que su dueño nunca llegó a ver las imágenes al optar por resetearlo en cuanto estuvo en sus manos», confirmaron fuentes policiales antes de incidir en que tampoco han hallado indicios de que dichas imágenes llegaran a ser difundidas o de que alguna trabajadora llegara siquiera a ser grabada antes de la localización del teléfono. El reseteo del móvil impedirá recuperar su contenido, aunque sí permitió la identificación del sospechoso al descubrirse que fue el primero en tenerlo en sus manos después de ser descubierto por su compañera.
El Hospital Campo Grande declinó ayer ofrecer explicaciones sobre lo ocurrido o sobre la adopción de medidas disciplinarias contra el trabajador investigado. Este podría ser acusado de un delito de descubrimiento y revelación de secretos, castigado con penas de uno a cuatro años de cárcel.
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