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El escenario que se abría ante las elecciones autonómicas de este año era novedoso. Llegaba Vox, con un impacto que estaba por delimitar antes de los comicios nacionales; se ponía en liza el Podemos más personalista, con Pablo Iglesias como casi único superviviente del ... grupo fundador en la dirigencia; se probaba la capacidad de Ciudadanos para crecer con una estructura aún incipiente en muchos territorios, especialmente en el medio rural; y se sometía a escrutinio el breve periodo de Gobierno de Pedro Sánchez. En el otro 'grande' de la política nacional, Pablo Casado se enfrentaba por primera vez a un envite de semejante calibre. Todo ello con dos citas electorales separadas por apenas un mes. Un reto descomunal para la demoscopia.
En Castilla y León, los sondeos arrancaron en los meses de enero y febrero, con el tradicional triunfo popular en las quinielas de Electomanía y Sigma Dos para la Agencia Ical. Reflejaban, eso sí, la bajada de los populares, que por primera vez en tres décadas iban a bajar de los 40 escaños en el hemiciclo de las Cortes regionales. Fue entonces cuando se filtró un estudio del PSOE que le daba el triunfo a los de Tudanca con un margen amplio, además, sobre los populares, 29-24. Fue el primer síntoma de que algo podía cambiar, aunque entonces pasó algo inadvertido, especialmente por tratarse de una encuesta con intereses de parte.
Sigma Dos, aunque reflejaba la bajada del PP, otorgaba a los de Mañueco un triunfo rotundo. E inauguraba, además, el baile de cifras de Vox. Concedía 6 escaños a los de Abascal y 13 a Ciudadanos, lo que equivalía a que dos coaliciones podían formar mayorías: PSOE+Ciudadanos (41) o PP+Vox (41). La encuesta coincidió con la salida explosiva de Silvia Clemente del Partido Popular y en medio del revuelo Mañueco señalaba que mostraba «una fotografía que sa un respaldo al Partido Popular en Castilla y León».
Nada anticipaba por entonces el vuelco electoral en Castilla y León. De hecho, no fue hasta el 28A cuando se pudo calibrar cómo llegaban las fuerzas de cada uno a un mes de las autonómicas. La victoria del PSOE en las generales en siete de las nueve provincias alentó a los socialistas, que celebraron el triunfo como una antesala de lo que podía ocurrir el 26M. Por contra, en el PP comenzaron a escucharse voces que calculaban que 35 escaños podía ser «una buena cifra» y los más pesimistas frenaban la caída en torno a los 31, desde los 42 que había tenido en la última legislatura. (Con 3 menos en juego esta vez, 81 en lugar de 84).
La extrapolación realizada al día siguiente por El País, pura y dura, reflejaba un triunfo socialista por 28-24, con una fortísima irrupción de Vox, 9 escaños, y el aguante de Podemos, con 6 (partía de 10).
El Norte de Castilla publicó también el 29 de abril una extrapolación de datos, ajustada en función de los resultados históricos y del comportamiento de las formaciones más nuevas en anteriores comicios generales y autonómicos. El ajuste concedía 5 escaños de diferencia a favor del PSOE (han sido 6 finalmente), con un 31-26. Ciudadanos recibía 13, los que finalmente obtuvo. UPL retenía el suyo, como así ha sido. El estudio, pese a rebajar las opciones de Vox y Podemos (5 y 4), erró precisamente en lo que ha sido el vaticinio más complicado: el comportamiento de las dos fuerzas situadas en los extremos del arco parlamentario.
El CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) llegó a otorgarle a Podemos 8 procuradores, alejadísimos del único que mantuvo tras el 26M. Rebajó, eso sí, a Vox hasta 1, lo que después se cumplió. Reflejó, también, el triunfo del PSOE, aunque por dos escaños.
Las últimas encuestas, publicadas en la semana previa a la cita electoral, parecieron no creerse demasiado el adelantamiento de los socialistas a los populares. De hecho, las horquillas eran tan amplias que en algún caso reflejaban 29-34 para el PSOE y 29-34 para el PP, lo que no dejaba de ser un empate técnico. Coincidían así La Razón, El Mundo y ABC, cada uno de ellos con una empresa encuestadora.
La diferencia final, seis procuradores más para los de Tudanca, nunca estuvo sobre la mesa. Cinco de ventaja era lo máximo que se les concedía a los socialistas, que han aprovechado en realidad el tremendo batacazo de Podemos, que ha pasado de 10 procuradores a 1 y que ha hecho extensivo ese desplome a las elecciones municipales. La menor presencia de Vox, que ha pagado el hecho de carecer de estructura visible y reconocible más allá de sus líderes nacionales, ha permitido al PP sostenerse en 29 procuradores, lejos de sus mejores tiempos pero muy por encima del temido adelantamiento de Ciudadanos, que ha crecido de 5 a 13.
En el caso de Ciudadanos, sin embargo, la cifra alcanzada sí refleja lo que marcaban las encuestas, que siempre se han situado en ese entorno a excepción de los estudios más optimistas, que llegaron a colocarles 16 y17 procuradores.
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