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Emeterio Domínguez, con el traje de faena, en una calle de Peñaflor de Hornija. Laura Negro
Coronavirus en Valladolid: Emeterio Domínguez: «Los vecinos están muy contentos y valoran el esfuerzo que hay detrás»

Emeterio Domínguez: «Los vecinos están muy contentos y valoran el esfuerzo que hay detrás»

El alguacil de Peñaflor de Hornija lleva a cabo labores esenciales para el municipio en tiempos de coronavirus, como la desinfección y limpieza de las calles

Laura Negro

Peñaflor de Hornija

Jueves, 30 de abril 2020, 07:04

Desde hace dos meses y medio Emeterio Domínguez Plaza, 'Eme', se ha convertido en el ángel de la guarda del municipio de Peñaflor de Hornija. El que vela y se desvive para que a sus vecinos no les falte de nada. Él es el abnegado aguacil del pueblo. Trabaja mano a mano con el alcalde, Juan Antonio Gutiérrez, y entre sus tareas más importantes están las de limpieza, mantenimiento, pequeñas obras y jardinería. Desde el estallido de la crisis sanitaria por el coronavirus, a sus muchos cometidos se le han añadido la desinfección del pueblo, el reparto de mascarillas y la atención de otras necesidades de los 298 peñaflorinos confinados por el coronavirus.

'Eme' tiene 50 años y ha desarrollado toda su vida laboral como jardinero. Los últimos 17 contratado como tal por una empresa de servicios, «en la que estaba muy contento». Hace esos mismos años que este vallisoletano recaló en Peñaflor, un pueblo que siente como suyo. «Vivíamos en una finca en la que trabajaba mi padre. Cuando cerró tuvimos que buscar un sitio donde vivir. Conocía a mucha gente de Peñaflor de vista, porque solía venir a las fiestas. Su carácter abierto, solidario y hospitalario me encantaba, así que vine para quedarme. Este es un pueblo que no hace diferencias entre la gente y por eso estoy encantado de la decisión que tomé», dice este servicial alguacil, que se considera «una persona muy honrada y sencilla».

«Vine para quedarme por el carácter solidario y hospitalario de los peñaflorinos»

Emeterio Domínguez

A Pablo, el antiguo alguacil, le llegó la hora de jubilarse tras tres décadas de servicio. Durante un año y medio el Consistorio estuvo cubriendo el puesto con personal contratado a través de programas cofinanciados por el Ecyl. A principios de año la corporación decidió contratar una persona fija y de confianza. Emeterio, después de pensarlo, dejó su empleo y se postuló para el puesto. «Estaba muy acomodado en el anterior trabajo y decidí que era el momento de cambiar. Me atraía la idea de poder hacer cosas por los demás. Tengo contrato por un año, pero si hago bien las cosas, creo que pueda continuar. Desde luego yo estoy dándolo todo, porque me encanta este trabajo. He arriesgado todo por conseguirlo y no me arrepiento», expresa 'Eme' convencido.

Desde el inicio ya dio buena muestra de su dedicación y compromiso con el municipio. Se desvive para que todo esté en orden. «Desde el primer día me pareció un trabajo bonito. Me encargaba de la poda de árboles y el cuidado de jardines, algo que se me da bien. También de limpiar las calles, hacer pequeñas obras y estaba empezando a preparar la piscina para el verano», informa.

«Me envían fotos con la lectura de los contadores, así no tengo que entrar en los domicilios»

Emeterio Domínguez ha empezado con su nuevo trabajo de alguacil en el peor momento. Justo cuando estaba empezando a acostumbrarse, el coronavirus ha trastocado su rutina diaria, pero los vecinos se lo están poniendo fácil y él se siente cada vez más útil. Todos tratan de ayudarle en lo que pueden. Por ejemplo cuando tiene que leer los contadores del agua. «Muchos no sé dónde están. Los vecinos me están ayudando y aquellos que los tienen dentro de casa, me envían fotos con la lectura. Así no tengo que entrar en sus domicilios y mantenemos las distancias de seguridad, dice.

Otro de sus cometidos, para él el más fundamental, es revisar el nivel de cloración del agua y que esté en buenas condiciones para el consumo. «Eso es lo más complicado de todo. De eso también depende la salud del pueblo. Por lo demás, mi trabajo no es difícil. El alcalde y los concejales me van diciendo las cosas que corren más prisa o si hay algún imprevisto, pero luego me dan libertad para organizarme. Haciendo las cosas a tiempo y bien, la gente está conforme. El mío es un trabajo bonito y me siento apreciado. Trabajar y vivir en el mismo sitio es una gran ventaja. Peñaflor es un gran pueblo», subraya.

Los vecinos y la corporación municipal de Peñaflor le han acogido bien y le han ayudado para que se aclimatara lo antes posible a su nuevo puesto de trabajo. «Llevo muchos años viviendo aquí, y había vecinos y algunas calles del pueblo que conocía menos. Todos han tenido mucha paciencia y yo se lo agradezco mucho», confiesa.

Cuando el 14 de marzo el estado de alarma hizo acto de presencia en vidas y rutinas, sus tareas como alguacil cambiaron de forma radical. Si habitualmente su trabajo era estar pendiente de que los vecinos tuvieran una buena calidad de vida, ahora todavía más. Él, junto con la corporación, es el encargado de repartir mascarillas casa por casa a todos los peñaflorinos confinados. Los martes, viernes y domingos sulfata las calles y todos los días se preocupa de mantener una limpieza extrema en el pueblo.

Calles y paredes, a la vez

«No dejo que la suciedad se acumule ya que se limpia mejor de poco en poco. En cuanto a la desinfección, al principio sulfataba con la mochila, pero desde que empezaron a hacerlo con los tractores y el alcalde inventó un dispositivo para pulverizar a la vez calles y paredes, solo me encargo de las vías estrechas a las que no se puede acceder con el tractor», aclara el profesional, que va provisto de todos los elementos de protección. «Especialmente ahora los vecinos están muy contentos con todo lo que se está haciendo por parte del Ayuntamiento. Valoran todo el esfuerzo que hay detrás», dice.

«No tenemos ningún caso ni en el pueblo ni en la residencia y eso es una gran alegría»

Emeterio Domínguez

Se considera un hombre de calle. Le gusta trabajar al aire libre y echa de menos la alegría de los corrillos de vecinos. Ver las calles de Peñaflor vacías y el parque precintado «es una gran pena». Se siente muy orgulloso de que el pueblo está logrando mantener el virus a raya, algo que por su modestia atribuye al esfuerzo de todos, pero que en gran parte se debe a su trabajo. «No tenemos ningún caso ni en el pueblo ni en la residencia de ancianos y eso es una gran alegría. La corporación está especialmente preocupada por nuestros mayores. No queremos que enfermen bajo ningún concepto, y por eso extremamos las medidas de desinfección en las inmediaciones del edificio de la residencia», manifiesta 'Eme'.

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