
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Los militares españoles destinados en la Misión de la UE en Malí comenzaron ayer a participar en las votaciones para elegir a los concejales que saldrán para las nuevas corporaciones locales, cuyos comicios tendrán lugar el próximo 26 de mayo. De ellas saldrán los alcaldes o alcaldesas, algunos de los cuales cuando regresen se dará la circunstancia que no serán los mismos que dejaron cuando salieron para África. Un proceso que se ha ampliado también para elegir a los futuros parlamentarios regionales y a diputados para Europa.
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El Ministerio de Defensa, como es habitual en estos procesos democráticos, ha organizado una intendencia para que tanto soldados como mandos puedan cumplir con su derecho a la participación. Para ello, han designado a un comandante y a un brigada de Tierra, que se han trasladado desde España con la documentación electoral y la papeletas de los distintos partidos y coaliciones. En total, 152 electores, de los más de 200 del contingente español, han solicitado para votar.
Los coordinadores de este proceso, que asumen provisionalmente funciones propias de una Mesa Electoral, no solo han tenido que viajar hasta Malí, en este caso, sino que se desplazan a otras zonas de operaciones en las que el Ejército de Tierra o del Aire tiene militares.
En el caso de Malí, desde las 10 de la mañana (12:00 hora española) el personal destinado en el cuartel general de la UE, situado en la capital Bamako, comenzó a entregar su voto para ser introducido en sobres que viajarán a España en las próximas horas. También pudo votar parte del personal de la base de Koulikoro, y el resto lo completará hoy lunes al encontrarse de guardia o realizando acompañamientos de seguridad en otras zonas del país.
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Previamente, desde las unidades en las que están asignados, como el Regimiento de Caballería Farnesio 12, la Aalog 61, la Brilat y el Tercio de la Armada, una unidad de Infantería destinada San Fernando (Cádiz), han obtenido los datos de los electores castrenses con derecho a voto. Una vez finalizada la votación, el suboficial recoge las papeletas, las mete en un sobre y las custodiará hasta entregarlas en las respectivas zonas electorales municipales y provinciales, todo ello durante la semana en la que el resto de ciudadanos todavía dispondrá de tiempo para saber a quien elegir. En cualquier caso, los militares que regresarán el día 21 estarán a tiempo para acudir a su colegio electoral el domingo 26. No será el caso de los que permanecerán en Malí hasta el 28 de mayo.
No es la primera vez que estos militares acuden a las urnas en los seis meses que ha durado su presencia en Malí (desde noviembre pasado). Lo hicieron también días previos al 28 de abril, para elegir a quién será el próximo presidente del Gobierno. Se da la circunstancia de que Pedro Sánchez, hoy en funciones, sin haber decidido que iba a convocar elecciones generales, realizó el 28 de diciembre de 2018 su primera visita al exterior para estar con las tropas españolas en una zona de operaciones, y lo hizo, precisamente, a la base de Koulikoro en Malí.
Para esos comicios, según explica el coronel Javier Alonso-Miñón, «como no es posible desplazar a los militares que están cumpliendo su cometido de asesoramiento y de protección a los adiestradores, tuvimos que poner un helicóptero en Koulikoro para trasladar a los componentes de esta mesa a Segou, donde se encontraban en ese momento unos 70 militares españoles. Luego regresaron a la base y finalmente se votó en el cuartel general».
Dar vida y mantener una base militar en territorio nacional tiene su complejidad, y si es en el extranjero más todavía. Sobre todo en un país subdesarrollado como es Malí, donde la falta de piezas y equipos añade una dificultad mayor al cliente que los necesita, en algunos casos para garantizar la seguridad de las tropas.
Seis militares españoles, cuatro de ellos nacidos en Castilla y León, y los otros dos vinculados a unidades del Ejército de Tierra se ocupan en la base de la UE en Koulikoro de realizar compras a proveedores locales, solicitar los pedidos a España, e inventariar el material que Defensa pone en manos del personal militar y que debe regresar a España.
Es el caso del subteniente José Ignacio Galiana (Soria, 1968). Su unidad en Malí (la Cical) gestiona todo el apoyo a la Misión de la UE. «Los que aquí estamos nos relacionamos con el área logística de España para que la mayor parte de los equipos que precisamos se trasladen de allí. Son piezas de repuesto sistemas de control, armamento y equipamiento, como puede ser el vestuario militar», dice Galiana, que lleva destinado en la Aalog desde el 2011.
Mayoritariamente los componentes que se puede romper o quedan inutilizados por el servicio son de equipos fabricados en Europa, por lo que se han de encargar desde España en buscarlos para reponer y trasladarlos a la base africana lo antes posible.
A los proveedores locales de Malí se acude para productos más básicos, desde una cinta aislante, un muelle, un bote de pintura o el papel para impresoras, cuyo coste sería muy superior para transportarlo desde España. Inicialmente, los viajes de la península a esta zona de la África se hacen una vez al mes.
Para el suboficial Galiana, que ha estado en otras misiones internacionales, como en Bosnia, Kosovo, Afganistán y en Irak, «todos los escenarios en zonas de operaciones son diferentes y varían también no solo en cuanto a las infraestructuras de comunicación, sino si en el uso de las bases en las si está compartida con otros países». En el caso de Koulikoro, la base es propiedad del Gobierno de Malí, pese a que estén en ella militares de 22 países europeos.
Por su parte, el sargento David Gil Palacios (Estepona, 1992) está destinado esde hace cinco años en el Regimiento Farnesio de Santovenia, y es su primera misión internacional. Palacios ejerce de «explorador local», de tal modo que cuando un producto o equipo va a tardar más de lo debido tiene que salir por los ciudades próximas a la base a tratar de comprarlo. Vestido de uniforme, se relaciona con la población civil para localizar el bien.
«También existen proveedores españoles en Malí, como es el caso de una empresa murciana que suministra equipos eléctricos y a la que se compra. Al igual que una carnicería que lleva una española de Castellón», explica este joven sargento, que reconoce que «hay que regatear con los malienses en ocasiones mucho. Te ven europeo y piensan que tenemos dinero como para pagar lo que piden, y hay que negociar».
Los militares españoles pagan en el momento con la moneda local (el franco CFA, unos 0,00152 céntimos de euro, o lo que es igual a 665 CFA dan al cambio un euro). El salario medio es de unos 300 euros.
La Agrupación de Apoyo Logístico (Aalog 61), con sede en la Base del Empecinado de Santovenia de Pisuerga, dispone de tres grupos operativos, uno de los cuales se encuentra ubicado en Vitoria. Siete integrantes del mismo, en su mayoría residentes en Burgos, han permanecido seis meses en Malí, dando a apoyo a los instructores españoles del ejército maliense.
Jesús López, natural de Arévalo, y su compañero Pablo Sánchez, de Ponferrada pero destinado en el Regimiento Farnesio 12, explican que «han estado entretenidos estos seis meses, y no nos ha dado tiempo para aburrirnos. Cambiamos motores, aceites y filtros constantemente puesto que los vehículos al estar patrullando sufren mucho. Además de la mecánica, nos ocupamos de labores de electrónica puesto que llevan armamento en las torres donde va el tirador».
Los cuatro sargentos especialistas destinados en el área de mantenimiento de la base trabajan en frente de la antigua puerta, junto al río Níger, por donde trataron de entrar los yihadistas el pasado 24 de febrero con dos coches y 1.100 kilos de explosivos.
«Pero lo hicieron a las tres la madrugada, cuando el taller estaba sin personal. Si nos hubiera pillado de día, pues evidentemente que la explosión nos habría pillado y estaríamos patas arriba. Si pasa, pues pasó», ironiza el sargento de la Brilat Antón.
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