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José Lión Depetre posa con un jaguar recién abatido en la portada de su libro 'Mis cacerías en Suramérica'. EL NORTE
Un vallisoletano olvidado: la historia de José Lión Depetre

Un vallisoletano olvidado: la historia de José Lión Depetre

Diplomático de prestigio, trató de conseguir armas para la República en los primeros meses de la Guerra Civil y recabó argumentos para reclamar Gibraltar

Martes, 24 de agosto 2021, 08:19

Cuando en 1954 vio la luz su libro 'La tragedia de Méjico', le llovieron halagos de sus adversarios y ataques de muchos que, al igual que él, habían huido de la purga franquista acogiéndose a la hospitalidad de aquel país. Fue en ese momento cuando José Lión Depetre, vallisoletano de nacimiento, se hizo famoso. A su pesar, desde luego.

Esta es la historia de un paisano olvidado, de un diplomático de prestigio, agregado comercial en Méjico, Centroamérica y Panamá, hombre de convicciones republicanas al que el Nuevo Estado franquista separó para siempre de su profesión y obligó a terminar sus días pluriempleado y asesorando al Ministerio de Asuntos Exteriores para, entre otros cometidos, reclamar Gibraltar ante la Organización de Naciones Unidas. Su padre, Julio René Lión, era un ingeniero de ferrocarriles que había llegado a Valladolid para trabajar en la red ferroviaria pucelana en la segunda mitad del siglo XIX. Por eso nuestro protagonista vino al mundo en esta ciudad el 26 de septiembre de 1893.

Una vez obtenida la licenciatura en Derecho ingresó en la carrera diplomática. Era 1922. Su primer destino de importancia, en 1928, fue el de secretario de tercera en Buenos Aires, a las órdenes del entonces embajador Ramiro de Maeztu. Ascendió luego a vicecónsul en Amberes (1929) y fue cónsul en Brasil (1929-1931 y 1932) y Sofía (1931-1932) antes de lograr el puesto de agregado comercial en Méjico, Centroamérica y Panamá con sede en la capital azteca. Era diciembre de 1933 y José Lión Depetre no ocultaba sus firmes convicciones republicanas, a pesar de no militar en formación política alguna.

La Guerra Civil, que todo lo trastocó, segó de raíz su carrera profesional. Colaboró en la compra de armamento y municiones para la República española mientras publicaba artículos en 'El Universal' de Méjico. Hasta que en noviembre de 1940 fue definitivamente separado del Cuerpo Diplomático. De nada sirvió, como han escrito Luis Arias y Francisco de Luis, su razonado y coherente recurso de diciembre de 1953, pues hasta 1974 no sería repuesto en la carrera diplomática: dos años después, muy enfermo, moría en Alcalá de Henares.

En su nueva vida como exiliado, Lión Depetre hizo casi de todo: fracasó como empresario agrícola en Ciudad Valles, trabajó como traductor y escribió sobre Derecho Diplomático. Autor de las novelas 'Las confesiones de Cayac-Haumaca' (1931) y 'Yo, leproso' (1932), en 1937 publicó un libro de poemas titulado 'Rebeldías'. También se prodigó en colaboraciones periodísticas sobre sus hazañas cinegéticas, su gran pasión. Ahí está, de hecho, la célebre 'Mis cacerías en Suramérica', de 1931, ilustrada en portada con una foto en la que posa junto a un jaguar recién abatido.

La derrota de las potencias nazi y fascista en la Segunda Guerra Mundial alentó los esfuerzos del exilio republicano para recabar apoyos de las democracias triunfantes. Así hizo nuestro hombre en 1946 como ministro plenipotenciario del gobierno de la República en Paris. Muy pronto, sin embargo, cayó en la cuenta de que confiar la caída de Franco al apoyo internacional era una mera ensoñación. Requerido por el general Jacobo Arbenz, entre 1947 y 1951 residió en Guatemala, donde creó y dirigió el Instituto Diplomático Consular y desplegó una importante actividad como conferenciante y dinamizador cultural.

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Una breve y angustiosa estancia en Méjico marcaría el final de su exilio. Regresó a España en mayo de 1953, acogido al indulto concedido con motivo del Congreso Eucarístico del año anterior. En Madrid, donde fijó su residencia, fue contratado de manera temporal al servicio del marqués de Santa Cruz (José Fernández Villaverde), subsecretario del ministerio de Asuntos Exteriores, a quien asesoró sobre la situación jurídica de Gibraltar y la interpretación del Tratado de Utrecht. El informe de Lión Depetre constituyó, de hecho, la base histórico-jurídica del argumento esgrimido en la ONU por el ministro Castiella para reclamar la devolución de Gibraltar a España.

Era 1957 y el vallisoletano ya había sido noticia por la polémica suscitada a raíz de la publicación, tres años antes, de 'La tragedia de Méjico', una crítica acerada y nada complaciente con el país que tantos exiliados españoles había acogido, incluido él mismo. Como ha estudiado Luis Arias González en un riguroso artículo, el vallisoletano fustigaba de manera implacable al indigenismo, al que calificaba de demagógico, reivindicaba la figura y obra de Hernán Cortés, denunciaba el racismo existente en Méjico mientras él mismo tildaba de inferior al indio, contraponía la hispanofobia mejicana a la valiosa labor desplegada por los exiliados republicanos en ese país, y revisaba en tono muy crítico la convulsa historia de Méjico desde su independencia en 1821.

Pluriempleado hasta sus últimos días, a mediados de los 60 dirigió la Escuela Superior de Secretariado 'María Borkowska'. Tenía 81 años cuando el Ministerio, después de más de dos décadas de espera, resolvió de manera favorable su reclamación reintegrándole en la carrera diplomática. Dos años después, concretamente el 20 de diciembre de 1976, moría en la residencia «Francisco Franco» de Alcalá de Henares.

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