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Que Valladolid fue capital del Imperio español con Felipe III es algo que los vallisoletanos conocen y llevan a gala. El 11 de enero de 1601 la corte del rey se trasladó de Madrid a Valladolid. Un mes después, el 9 de febrero, el rey se mudó definitivamente a la capital del Pisuerga, convirtiendo así a Valladolid en capital del Imperio español. Aquí nacieron los tres primeros hijos del monarca. Desde su primogénita, Ana de Austria, reina consorte de Francia por su matrimonio con Luis XIII y madre del 'Rey Sol', cuya casa natal sigue hoy en pie; hasta el futuro rey Felipe IV. Cinco años y un par de meses después, el 4 de marzo de 1606, su padre, por influencia del duque de Lerma, trasladó de nuevo la corte a Madrid, perdiendo así Valladolid su título de capital del reino.
Dos siglos más tarde, Valladolid volvió a ser capital del Imperio... pero esta vez del Napoleónico, hecho menos conocido por los vallisoletanos. En España reinaba por aquel entonces un francés: José Bonaparte. Su proclamación como monarca -en junio de 1808- se debió a la cesión de los derechos a la Corona española que le hizo su hermano Napoleón, que a su vez los había obtenido, a la fuerza, de Carlos IV y Fernando VII el mes anterior. No obstante, el reinado efectivo de José I -«premier et dernier» («primero y último»), como le llamó en sus memorias el general Thiébault- comenzó el 7 de julio de 1808. El hermano mayor de Napoleón, que ha pasado a la Historia como Pepe Botella o Pepe Plazuelas, fue rey de España hasta el 11 de diciembre de 1813. El único símbolo de su reinado en un edificio público existente hoy se encuentra casualmente en Valladolid: un escudo de piedra en la fachada de la Iglesia de San Benito (durante la Guerra de la Independencia cuartel imperial y almacén de municiones), que apareció durante la restauración del pórtico del edificio en 2001, y que hasta entonces había permanecido oculto durante casi dos siglos.
¿Y por qué Valladolid se convirtió en capital de Francia el 6 de enero de hace hoy 214 años? «Me veo obligado a permanecer en Valladolid para recibir los correos de París en cinco días. Los acontecimientos de Constantinopla, la situación actual de Europa, la nueva formación de mis ejércitos de Italia, de Turquía y del Rhin, exigen que no me aleje más», rezaba la carta que envió Napoleón a su hermano, el rey José I. Napoleón Bonaparte entró en la ciudad a caballo, acompañado de un ejército, por el Puente Mayor. Eran las cuatro de la tarde del Día de Reyes de 1809. La noticia oficial había llegado a la ciudad a las ocho de la mañana del día anterior. El pliego despachado por los franceses desde el campo imperial de Benavente anunciaba la entrada de Napoleón, acompañado de 10.000 o 12.000 hombres, en la tarde de ese mismo día o en la mañana del posterior. Y así fue... aunque con unas horas de retraso. «Al frente de 1500 soldados de caballería y 2500 de infantería, con muchos coches y carros; no se le dio un viva, sino por los franceses y afrancesados, ni el pueblo se quitó el sombrero», recogió Hilarión Sancho en su 'Diario de Valladolid' de aquel año.
La noticia corrió como la pólvora. El terror se apoderó de buena parte de la población que, sin pensarlo dos veces, huyó en estampida a los municipios limítrofes e, incluso, a Madrid. Estableció su residencia en el Palacio Real, frente a San Pablo, convento al que el emperador de los franceses ordenó incautar todos sus bienes. Se cuenta que la plata requisada sirvió para acuñar las primeras monedas con la imagen de José I Bonaparte. Al día siguiente Napoleón pasó revista a sus tropas en el Campo Grande -cerca de 9.000 soldados de infantería-. Abandonó Valladolid, en dirección a Burgos, el día 17 de ese mismo mes de enero, día de San Antón, el patrón de los animales. Fueron solamente once días los que permaneció en la ciudad; los once días en los que Valladolid fue capital de la Francia napoleónica.
Salió de la ciudad en secreto. Solo supieron de su partida su hermano, el rey José I; su mano derecha, Louis Alexandre Berthier, príncipe de Neuchâtel y primer mariscal del Imperio Francés; y otros tres mariscales de su máxima confianza. Llegó directamente a la frontera. Valladolid fue la última ciudad española que visitó antes de regresar a Francia durante la Guerra de la Independencia. Su huida no significó el fin del dominio francés. Valladolid quedó ocupada por los franceses hasta junio de 1813.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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