Joaquín Blake y Joyes, capitán general de los Ejércitos, pasó sus últimos años en Valladolid, donde murió en abril de 1827. El Norte
El cronista

Triste final en Valladolid para Joaquín Blake, héroe de la Guerra de la Independencia

Una placa en la calle de López Gómez recuerda el lugar de su muerte, ocurrida en abril de 1827, después de que fuera repudiado por Fernando VII

Enrique Berzal

Valladolid

Martes, 22 de agosto 2023, 00:13

Es cierto que las dolencias y la falta de salud le perseguían desde tiempo atrás. Pero lo que más le lastimó en sus últimos años en Valladolid fue el desprecio del mismo rey al que él, como tantos otros liberales y patriotas, había defendido con ... bravura en la guerra contra los franceses. Joaquín Blake y Joyes, capitán general de los Ejércitos, fundador del Estado Mayor y regente del reino, murió el 27 de abril de 1827 en la capital del Pisuerga. Una placa en la calle de López Gómez, inaugurada con todos los honores cien años después de su fallecimiento, recuerda la casa -ya desaparecida- donde pasó sus últimos años.

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Malagueño de nacimiento aunque de familia irlandesa, Blake destacó muy pronto por el manejo de idiomas y su vocación militar. Su currículo en este terreno es tan extenso, que apenas puede resumirse en el espacio de esta crónica. Comenzó como cadete en el regimiento de infantería de América y fue profesor en el Colegio de Militar del Puerto de Santa María antes de intervenir en la llamada Guerra del Rosellón, en las campañas de Cataluña y Vizcaya, como sargento mayor del regimiento de voluntarios de Castilla. En 1795 fue ascendido a coronel y luego a brigadier.

Pero su etapa más relevante y famosa se desarrolló durante la guerra contra las tropas napoleónicas (1808-1814). Como jefe del Ejército de Galicia avanzó en auxilio del general Cuesta, derrotado en la batalla de Cabezón, hasta Medina de Rioseco, sufriendo en primera persona la derrota ante Bessieres el 14 de agosto de 1808: alcanzado mortalmente su caballo, Blake estuvo a punto de sucumbir y ser apresado. Acto seguido fue perseguido por los brigadieres Lefebre y Víctor, siendo rechazado por el primero en noviembre en Espinosa de los Monteros. No le dieron tregua.

25.000 soldados franceses, al mando de Víctor, lo combatieron durante más de dos horas, lo que le obligó a suspender las operaciones. Atacado nuevamente el 11 de noviembre, ordenó la retirada sobre Reinosa, donde recibió aviso de que las tropas del mariscal francés duque de Dalmacia se disponían a cortarle la retirada a León. En Cabuérniga se le sumó el marqués de La Romana, nombrado general en jefe del Ejército de la Izquierda por la Junta Central. Pero en lugar de cederle el mando y trasladarse a Galicia, Blake siguió con sus tropas hasta León, donde logró reunir y entregar un cuerpo de ejército de 16.000 soldados y 508 oficiales, actuación que le dio gran reputación profesional.

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En 1809 fue nombrado inspector general de Infantería por la Junta Suprema de Sevilla e investido con el mando de jefe de los Ejércitos de Cataluña y Valencia. Además de abastecer la ciudad de Gerona, sitiada por los franceses, Blake presidió el Consejo de Regencia e ideó el establecimiento de un mando superior único: el Estado Mayor de oficiales, con escala propia y distinta de las restantes que componían la milicia. Al frente de 10.000 oficiales y 12.000 caballos, en abril del año siguiente se reunió en Extremadura con el ejército inglés y con el Quinto cuerpo que operaba en Asturias. Su victoria en La Albuera sobre las tropas de Soult afianzó la alianza con los ingleses y motivó su nombramiento como capitán general de los Ejércitos.

Sin embargo, a finales de 1811 no pudo contener la ofensiva de Suchet sobre la fortaleza de Sagunto y meses después, en la capitulación española de Valencia, fue hecho prisionero y conducido por los franceses al castillo de Vincennes, donde fue recluido. De ahí pasó luego, junto a otros compatriotas, a Saumur, donde les sorprendió la derrota y abdicación de Napoleón. Era el 11 de abril de 1814. Puesto en libertad al ser repuesta la dinastía de los Borbones, de vuelta a España presentó su hoja de servicios a Fernando VII, que le nombró ingeniero general de los Reales Ejércitos, Plazas y Fortalezas, cargo que desempeñó durante cinco años y desde el que creó el primer regimiento de zapadores minadores, las compañías de pontoneros y los trenes de combate.

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Identificado con un liberalismo templado, abrazó la revolución de 1820, liderada por su buen amigo Rafael del Riego, y acto seguido ocupó la presidencia de Consejo de Estado. Ante la amenaza de las potencias extranjeras de acabar con el régimen liberal para reponer el absolutismo de Fernando VII, Blake organizó una Junta de Defensa que, sin embargo, nada pudo hacer para frenar la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis. Era 1823.

Arriba, placa en la calle de López Gómez en honor a Blake; abajo, portada de la iglesia del Salvador, donde está enterrado, y la casa donde residió, ya desaparecida. AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID/EL NORTE

Lo detuvieron cuando se dirigía a Madrid para reunirse con su familia. Ante la prohibición de ir a la capital hasta que no llegara el rey, eligió como destino Toledo, donde fue agredido y encarcelado por los absolutistas. Pudo encontrarse con los suyos en Ocaña, pero Fernando VII, sabedor de su credo liberal, le prohibió entrar en Madrid y en los Reales Sitios, y solo le dejó pasar a Málaga con la condición de residir a treinta leguas de puertos y costas. Pidió entonces trasladarse a Valladolid, donde fue acogido por los Álvarez de Toledo en su casa del número 3 de la calle del Salvador, llamada también «de Polentinos» o «de Longa».

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Aquí, cuentan los coetáneos, vivió «amargado por los sinsabores del olvido y los desengaños de la ingratitud del monarca, del pueblo y de su amado Ejército, a quienes tantos servicios prestó». Este hecho, unido al crudo invierno y a una dolencia hepática, terminó por minar definitivamente su salud. Falleció el 27 de abril de 1827, a los 67 años. Sepultado en la capilla de la Hermandad de Nuestra Señora de la Guía de la iglesia parroquial del Salvador, cien años después, el Ayuntamiento y el Ejército inauguraron con honores una placa conmemorativa en la casa, hoy desaparecida, donde pasó sus últimos años de vida.

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