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El filósofo vallisoletano Julián Marías en una fotografía en los años 70. ARCHIVO MUNICIPAL
Los traidores

Los traidores

Sus acusaciones falsas provocaron el encarcelamiento del filósofo vallisoletano Julián Marías en mayo de 1939; su hijo Javier, recientemente fallecido, desveló los nombres

Martes, 20 de septiembre 2022, 00:04

Lo cuenta el mismo Julián Marías en su libro de memorias titulado 'Una vida presente'. Era 15 de mayo de 1939, día de San Isidro. Hacía más de un mes que la Guerra Civil había terminado con la victoria de las tropas franquistas. Fue entonces cuando, «a primera hora de la tarde, dos policías llamaron a mi casa, preguntaron por mí, me explicaron que había una denuncia, y me llevaron consigo a un gran edificio de la calle de la Florida. Tras una breve filiación, me depositaron en un enorme sótano, con pequeñas ventanas por las que entraba muy escasa luz. Había bajado el telón. El intermedio de la libertad había terminado».

Fue el episodio más dramático en la vida del célebre filósofo vallisoletano, que había nacido el 17 de junio de 1914 en el número 8 de la calle Colmenares. No solo penó tres meses de cárcel por las acusaciones falsas que vertieron contra él, sino que aquella delación arruinó sus posibilidades de desarrollar una vida académica en España. Volvamos a sus memorias: «Me habían llegado noticias indirectas, procedentes de la zona 'nacional', de que un amigo y compañero de Instituto y Universidad, de cuyo nombre no quiero acordarme, estaba dedicado a una campaña de denuncia contra mí. Era tan incomprensible como peligroso. Por diversos caminos me fui dando cuenta del alcance de la empresa. Había movilizado a un profesor de reconocido fanatismo para que firmase una denuncia que tendría más valor que la suya; buscó 'testigos de cargo' para sustentarla».

Fueron, en efecto, acusaciones graves contra un joven de 24 años cuyos únicos «delitos» eran haber sido militarizado al servicio de la República, haber puesto en marcha, junto a Arturo Soria y otros compañeros, el Servicio Español de Información, haber escrito habitualmente en el ABC de Madrid y en Hora de España, haber sido «traductor del Ejército de Tierra» y haber acompañado a Julián Besteiro en los momentos finales de la contienda. Aquel encarcelamiento arruinó durante un tiempo su brillante trayectoria académica. En aquella dura España de posguerra, Marías arrastró el estigma de haber sido encarcelado, tuvo que sobrevivir traduciendo y publicando a marchas forzadas y hasta le suspendieron la tesis doctoral en un hilarante ejercicio de fanatismo irracional.

Los nombres de los delatores permanecieron en el misterio, por voluntad del propio delatado, durante más de 60 años. Hasta que su hijo, el novelista Javier Marías, recientemente fallecido, los desveló en 'Tu rostro mañana' (2002). Fueron los más tarde catedráticos de la Complutense Carlos Alonso del Real Ramos y Julio Martínez Santa-Olalla, que también contaron con la ayuda, como testigo, del escritor Darío Fernández-Flórez, vallisoletano de nacimiento, amigo y compañero de Facultad de Marías al que el Nuevo Estado procuraría, en 1939, el puesto de director y censor de ediciones. El autor de 'Tu rostro mañana' camufla la identidad del personaje inspirado en su padre, pero no así la de quienes le traicionaron y arruinaron su carrera.

Alonso del Real, activo militante de la Falange y del Frente de Juventudes en la posguerra, catedrático en Santiago de Compostela entre 1955 y 1981 y luego director del Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense, había estudiado con Marías en el Instituto Cardenal Cisneros, donde forjaron una estrecha amistad. Juntos participaron en el famoso crucero universitario por el Mediterráneo de 1933, plasmado en 'Juventud en el mundo antiguo', así como en la puesta en marcha, junto a Darío Fernández-Flórez, de la revista 'Cuadernos' (1935). Fascinado por el fascismo italiano, al estallar la Guerra Civil pasó a Burgos, donde colaboró con el Servicio de Propaganda del Nuevo Estado franquista.

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Acusó falsamente a su amigo de colaborar con el diario soviético 'Pravda', acompañar a «bandidos rojos» y realizar servicios de propaganda contra los sublevados. Marías «supo de la veracidad de sus fuentes a través de un encontronazo de su mujer con el propio delator, que le advirtió de que si 'Marías no vuelve a acordarse de que tiene una carrera podrá vivir, en otro caso lo hundiremos, porque gente como Ortega en España sobramos'», señala el profesor Luis Velasco Martínez; es más, «el promotor de todo aquello encontró otro día a un compañero de estudios y le dijo: 'He metido en la cárcel a Marías y le van a salir treinta años'». Para reforzar su denuncia, Alonso del Real se sirvió del testimonio del ya entonces prestigioso arqueólogo burgalés Julio Martínez Santa-Olalla, en cuya declaración recalcó que Marías colaboraba con 'Pravda' y 'Mundo Obrero' y que «es uno de los organizadores de la propaganda rojo-separatista en las primeras semanas, y continuador de ella en la forma más canallesca».

Futuro director del Instituto Arqueológico Nacional, Martínez Santa-Olalla se identificaba con los ideales nazis de pureza aria -de hecho, defendía la 'arianización' de España por los celtas anulando, o minimizando, el influjo de la civilización ibera- y, en calidad de comisario general de Excavaciones Arqueológicas, acompañó a Himmler, jefe de las temibles SS, en la famosa visita que éste realizó a España en 1940, trabando con él una especial amistad. Cuando falleció en Madrid, el 12 de febrero de 1972, era catedrático de Historia del Arte de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense.

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