Borrar
Calle del Duque de la Victoria en los años 30, donde ocurrieron los hechos. ARCHIVO MUNICIPAL
El suicidio que conmocionó al Valladolid republicano
El cronista

El suicidio que conmocionó al Valladolid republicano

Ocurrió cuando a Carlos Pérez Cabello, conocido militante de las Juventudes Socialistas, se le disparó la pistola e hirió a su compañera de trabajo en febrero de 1934

Enrique Berzal

Valladolid

Martes, 6 de febrero 2024, 00:27

Alicia presagiaba lo peor cuando esa misma mañana, hablando con una amiga, cayó en la cuenta de que era martes y trece: «A ver si hoy nos ocurre algo», exclamó. Pocas horas después, Alicia salía dando gritos de la tienda donde trabajaba. Tenía la cara ensangrentada y una herida de bala en el cuello. El suceso, ocurrido hace 90 años, conmocionó al Valladolid republicano y hasta el mismo alcalde, Antonio García Quintana, se personó inmediatamente en el establecimiento para corroborar la peor de las sospechas.

En efecto, cayó en martes aquel 13 de febrero de 1934 en el que Alicia Lecroysey Rodríguez se dirigía, como todos los días, a la tienda de bicicletas y máquinas de coser 'Alfa', situada en el número 25 de la calle Duque de la Victoria. Tenía 20 años y, además de ser la encargada del establecimiento desde noviembre de 1932, impartía clases de bordado a las alumnas que acudían al local. Con ella trabajaba Carlos Pérez Cabello, de 18 años, encargado de almacén e hijo del representante de 'Alfa' en Valladolid, el conocido socialista Filemón Pérez Gijón, que además era cuñado del líder del PSOE y la UGT de la ciudad, Remigio Cabello. De hecho, Carlos era uno de los afiliados más destacados de las Juventudes Socialistas de Valladolid.

Todo sucedió a las cinco menos veinte de la tarde. El sonido de dos detonaciones de bala alarmó a los transeúntes, muchos de los cuales pensaron que se trataba de un nuevo enfrentamiento violento entre jóvenes de ideologías opuestas, circunstancia cada vez más habitual en aquel contexto. Nada más lejos de la realidad. Quienes paseaban por la calle Duque de la Victoria asistieron a una dramática escena, corroborada por el periodista de El Norte de Castilla: «Del comercio salía una joven con las manos en alto, vuelta de espaldas a la puerta de entrada del establecimiento, dando gritos de espanto. Al llegar a la citada puerta advirtió que, por el rostro demudado e intensamente pálido de la muchacha, corría un hilillo de sangre y que en la falda verde que vestía se veían grandes manchas de sangre, que manaba de una nueva herida que la joven sufría en el cuello. Detrás de ella salía un joven, también presa de viva impresión».

Auxiliada por Carlos, cuyo rostro era la más viva expresión del horror, Alicia fue conducida a una farmacia cercana para ser auxiliada, antes de acudir a la Casa de Socorro. Pocos minutos después sonó otra detonación. Procedía del interior del establecimiento. La escena era terrible: su joven compañero estaba tendido en el suelo y sangraba de manera abundante por la sien derecha. Se había pegado un tiro en la cabeza. Los rumores corrieron como la pólvora. Si en un principio se habló de dos encapuchados que habían entrado a la tienda a robar, enseguida se corrió la especie del mal de amores: Carlos habría disparado a Alicia porque esta no le correspondía y, acto seguido, se habría suicidado. Así apareció publicado en diarios de tirada nacional como 'La Libertad' o el 'Heraldo de Madrid'.

Publicidad del establecimiento donde trabajaban los jóvenes Alicia Lecroysey y Carlos Pérez Cabello. EL NOTE

La tienda de máquinas de coser 'Alfa'

La calle donde se encontraba el establecimiento. EL NORTE

Alicia Lecroysey y Carlos Pérez Cabello, protagonistas de esta triste historia, trabajaban en el establecimiento de máquinas de coser 'Alfa', situado en el número 25 de la calle Duque de la Victoria, que regentaba el padre de aquel, Filemón Pérez Gijón, representante de dicha marca en la ciudad. Alicia estaba al frente de la tienda y daba clases de bordado a varias alumnas, mientras que Carlos se encargaba del almacén y de la venta de bicicletas, que era la otra rama del negocio. El establecimiento fue el triste protagonista de aquella tarde del 13 de febrero de 1934, hace ahora 90 años.

Nada más lejos de la realidad. Afortunadamente, el redactor de El Norte de Castilla no dudó en acudir a la casa de la herida, en el número 11 de la calle de San José, para esclarecer los hechos. Ella misma lo contó con pelos y señales: «Yo me hallaba bordando en la tienda en compañía de una alumna llamada Angelita Magdaleno. (...) De pronto, Carlos apareció en la tienda, procedente del interior, jugueteando con una pistola de tamaño pequeño». Aunque ambas le insistieron para que dejara de hacerlo, «durante las manipulaciones de Carlos, una bala cayó encima de mi máquina, llamándole la atención nuevamente. Después ya no sé qué pasó. De repente me sentí herida en la ceja derecha y seguidamente en el cuello. Instintivamente me levanté dando gritos, aumentando mi nerviosismo al sentir la cara ensangrentada».

Creyendo que había cometido un asesinato, Carlos corrió al interior de la tienda y se disparó un tiro en la cabeza, resultando muerto en el acto. Hasta el establecimiento se acercaron el alcalde, Antonio García Quintana, y varios concejales. Todos conocían al joven, no en vano era sobrino de Remigio Cabello, líder y fundador del socialismo vallisoletano, y a su padre, el también socialista Filemón Pérez Gijón. Es más, la comitiva del funeral, celebrado al día siguiente, la compusieron numerosos afiliados de las Juventudes Socialistas, cuya bandera cubría el féretro. La noticia trascendió el marco vallisoletano y fue reproducida en diversos periódicos de tirada nacional.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla El suicidio que conmocionó al Valladolid republicano