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Aquel partido entre el Real Valladolid y el Levante, disputado el 19 de mayo de 1974 en el Nou Estadi de Valencia, fue especial. No solo porque los de Pucela endosaron un 1-3 al equipo local, calificado por este periódico como «el peor equipo de Segunda División», sino porque los jugadores blanquivioletas lucieron brazaletes negros en señal de luto por la muerte del socio número 1 del club. Se llamaba Eduardo López Pérez y había fallecido cuatro días antes. Y no era solo el socio más antiguo del Real Valladolid, era también toda una institución en El Norte de Castilla y una de las personalidades más relevantes en los círculos sociales de la época.
Abogado forense de prestigio, además de periodista y directivo de fútbol fue concejal, miembro del Ateneo y presidente del Círculo de Recreo; y a causa de la política sufrió percances de envergadura, incluidos el destierro y la cárcel. Había nacido en Valladolid el 24 de mayo de 1890. Ingresó en la redacción de El Norte de Castilla a principios de 1913, pocos meses después de obtener la licenciatura en Derecho. A las órdenes de Darío Velao ejerció como cronista judicial y redactor de sociedad, además de realizar trabajo de mesa. Más adelante, ya con Francisco de Cossío al frente del periódico, sería ascendido a redactor jefe, cargo que ejercería durante 20 años. Impartió clases prácticas en la Facultad de Derecho como profesor auxiliar entre 1931 y 1935.
En el Colegio de Abogados de Valladolid, donde ingresó en 1919, fue tesorero durante más de 14 años y diputado primero de su Junta de Gobierno en 1962. Nombrado secretario de la Junta Deportiva del Club Deportivo Español en agosto de 1924, la unión de éste con la Real Unión Deportiva Luises daría lugar, cuatro años después, al Real Valladolid, del que Eduardo López Pérez sería el socio número 1 y vocal de su primera Junta directiva, presidida por Pedro Zuloaga. Además de reportero municipal -hizo famosa su sección «Hablando con el alcalde»-, destacó durante muchos años como cronista deportivo, firmando con las iniciales «X.Y.Z.». Y cuando en 1950 se creó la Federación Oeste de Fútbol con los equipos de las provincias de Ávila, Salamanca, Segovia y Valladolid, fue nombrado su primer presidente.
También le tentó la política. Su afinidad con el propietario del periódico, Santiago Alba, que además de fundador de Izquierda Liberal fue varias veces ministro, le llevó a crear la Juventud Liberal junto a Federico Santander, entidad en la que también colaboró Jorge Guillén, y a formar en las filas albistas, por las que fue elegido concejal en 1922. La dicha, sin embargo, duró poco, pues en septiembre del año siguiente, el golpe de estado de Primo de Rivera inauguró un régimen dictatorial que puso a los albistas en el punto de mira. López Pérez no solo defendió a Alba de las acometidas y falsedades del dictador, sino que también plantó cara a la reforma universitaria del ministro Eduardo Callejo, que otorgaba la colación de grado a los centros privados. Por participar en las protestas estudiantiles de 1929 fue encarcelado durante treinta días en Medina del Campo.
No serían sus únicos problemas. Miembro fundador del Ateneo y de la Agrupación Musical Universitaria, vocal de la Academia de Jurisprudencia e impulsor de la Sociedad Valladolid Ciclo-Excursionista, en marzo de 1931 ingresó en el Casino Republicano y prosiguió su militancia en los partidos contrarios a la Monarquía. Durante la Segunda República ingresó en la Alianza Republicana y en la Acción Republicana de Manuel Azaña. En agosto de 1936, en plena guerra civil y un mes después de haber sido nombrado director de la Hoja del Lunes de Valladolid, fue detenido y encarcelado hasta el 26 de noviembre debido a sus antecedentes republicanos y a ciertas denuncias de falangistas locales.
Aunque fue puesto en libertad a los pocos días, lo volvieron a encarcelar del 26 de diciembre de 1937 al 4 de agosto de 1938; en esta ocasión, el delegado de Orden Público, comandante Salinas, le impuso una sanción de 5.000 pesetas y la retención en su domicilio. Tales antecedentes, unidos a la acusación falsa de haber militado en Izquierda Republicana, motivaron la apertura, el 12 de marzo de 1941, de un expediente por parte del Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo. En su descargo, acompañado de numerosas testificales, López Pérez demostró que nunca había militado en Izquierda Republicana y que, a partir de 1933, la deriva anticlerical del régimen le llevó a abandonar toda actividad política.
Insistió asimismo en su preocupación por preservar la integridad de templos y colegios religiosos en la ciudad, y, sobre todo, en su compromiso periodístico con la sublevación militar del 18 de julio de 1936, a través tanto de El Norte de Castilla como de la Hoja del Lunes, que entonces dirigía. Motivos más que suficientes para que el tribunal, presidido por Telesforo Martínez Cabezas, decretase el sobreseimiento del expediente el 3 de noviembre de 1941.
Pese a todo, fue separado temporalmente de su cargo de redactor-jefe en El Norte junto con su compañero José García Rodríguez. Cuando se reintegró en el periódico siguió compatibilizando su oficio de redactor con la profesión de abogado. Fue además vicepresidente (1964-1971) y presidente en funciones (1970-1971) de la Asociación de la Prensa. Jubilado como periodista en marzo de 1958, cinco años después recibió la Medalla de Oro del Mérito a la Justicia. Hasta poco antes de su fallecimiento, ocurrido el 15 de mayo de 1974, se encargó como colaborador de la sección «Valladolid hace 50 años» de este periódico.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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