Borrar
Fotografía antigua de la iglesia de Santa María del Camino, en Carrión de los Condes. EL NORTE DE CASTILLA
Sacrificio de mujeres en Carrión de los Condes

Sacrificio de mujeres en Carrión de los Condes

La iglesia de Santa María del Camino remite a una curiosa variante del famoso Tributo de las Cien Doncellas

Martes, 11 de agosto 2020, 07:58

Si hay un mito por excelencia en la Edad Media ese es, sin duda alguna, el del Tributo de las Cien Doncellas, aquel oneroso pago que los cristianos debían satisfacer si querían librarse de las belicosas arremetidas de los musulmanes: ni más ni menos que un centenar de mujeres jóvenes, mitad nobles mitad plebeyas. Para algunos autores, este relato remite en realidad al famoso episodio mitológico griego de Teseo, según el cual los atenienses estaban obligados a pagar un tributo anual al rey Minos, de Creta, consistente en la entrega de catorce jóvenes -siete doncellas y otros tantos varones- como alimento para el temible Minotauro, un monstruo que habitaba en el laberinto cretense creado por Dédalo y del que nadie había podido salir.

Fue Teseo, un joven y valeroso héroe hijo del rey de Atenas, quien libró a su pueblo de dicho tributo incluyéndose entre quienes iban a ser devorados, una vez acordada la táctica a seguir con Ariadna, hija del rey Minos: servirse de un largo ovillo de hilo que, atado a la puerta del laberinto, le guiaría hasta la salida. Ni que decir tiene que Teseo cumplió su cometido, acabó con la vida del Minotauro y libró a los atenienses de la onerosa paga.

La versión más citada del Tributo medieval de las Cien Doncellas arranca con el rey de Asturias Mauregato, hijo bastardo de Alfonso I y una esclava mora, quien, aliado con Abderramán I, emir de Córdoba, usurpó el trono a su medio sobrino Alfonso II. A cambio de no ser molestado por los sarracenos, Mauregato habría establecido ese vergonzoso pago anual. La leyenda culmina con Ramiro I, heroico monarca cristiano que, harto de tener que soportar semejante humillación, declaró la guerra a las tropas musulmanas: fue entonces, en la batalla de Clavijo, con su ejército prácticamente derrotado, cuando se le apareció el apóstol Santiago sobre un caballo blanco, propiciando así su victoria y el final definitivo del tributo.

Entre las versiones más famosas de la liberación de las doncellas figura sin duda la que se recrea en la localidad vallisoletana de Simancas, donde, según la tradición popular, las siete jóvenes destinadas a los sarracenos decidieron cortarse una mano para, de esta forma, no ser agradables a la vista de Abderramán II. Menos conocida es, quizás, la de la villa palentina de Carrión de los Condes, representada por la iglesia de Santa María del Camino.

Y es que si este templo románico de mediados del siglo XII se denominó en un primer momento Santa María de las Victorias fue, precisamente, para rememorar el triunfo de la voluntad divina sobre la imposición musulmana. En este caso, la tradición popular había fijado en cuatro las doncellas que Carrión debía entregar al emir, cuatro jóvenes vírgenes y desconsoladas que, minutos antes de su sacrificio, volvieron la vista hacia la antigua ermita en procura de salvación. Su devoción dio fruto y la Virgen les envió cuatro toros que arremetieron con tal fiereza contra las tropas musulmanas, que estas salieron huyendo a toda velocidad.

La veracidad histórica del relato vendría refrendada, según algunos autores, por los cuatro capitales sobre los que se apoyan las arquivoltas segunda y cuarta de la portada meridional de la iglesia, pues en su lado izquierdo aparecen unos hombres barbados y unas mujeres que, según la exégesis popular, serían los moros y las jóvenes sacrificadas. En este mismo sentido suelen interpretarse las mochetas decoradas con pares de cabezas de toro que flanquean la entrada.

Imagen principal - Sacrificio de mujeres en Carrión de los Condes
Imagen secundaria 1 - Sacrificio de mujeres en Carrión de los Condes
Imagen secundaria 2 - Sacrificio de mujeres en Carrión de los Condes

A todo ello debemos sumar ese cuadro sobre tabla del siglo XVII que puede contemplarse en el interior de la iglesia, pues, según dice la inscripción, «en tiempo del Rey Miramamolín le fue tributario del Rey Mauregato de cuatro doncellas que tocaban a esta Villa y llegando al sitio con los moros que las llevaban, se encomendaron a esta imagen de la Virgen para que las librase de su cautiverio, lo que fue Dios servido por medio de cuatro toros que se aparecieron, pues acometiendo furiosos a los moros, les quitaron las doncellas y mataron la mayor parte de ellos, quedando las doncellas solas y los toros en su guarda, hasta que los vecinos las recogieron. Con el milagro quedaron las doncellas libres y esta villa exenta de tal tributo y sucedió por las pascuas del Espíritu Santo y en estos días hay dos procesiones y sermón desde el año 826».

Este episodio, transmitido oralmente durante siglos, explica que en un primer momento la iglesia se llamara Santa María de las Victorias. Más tarde adoptó el nombre de Santa María del Camino porque a su lado pasaban los peregrinos que iban a Santiago. Hasta mediados del siglo XX se celebraron corridas de toros en la plaza de la iglesia y se ofrecieron los cueros a la Virgen.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Sacrificio de mujeres en Carrión de los Condes