Borrar
Escenas de Ballets Rusos en los años 20. EL NORTE
Los rusos que conquistaron Valladolid
El cronista

Los rusos que conquistaron Valladolid

El Calderón acogió hace 106 años, con enorme éxito, dos actuaciones de los Ballets del mítico Sergéi Diáguilev, acompañados en la orquesta por el maestro Joaquín Turina

Enrique Berzal

Valladolid

Martes, 2 de abril 2024, 00:15

Fue todo un acontecimiento en el Valladolid de hace 106 años. Ni más ni menos que los flamantes Ballets Rusos, creados por el famoso Sergéi Diághilev, escogieron el Teatro Calderón para abrir su tercera gira en España. Fueron dos actuaciones inolvidables: la primera el 31 de marzo de 1918 y la segunda el 2 de abril, domingo y martes de Pascua respectivamente. Gestionada la gira por el avezado empresario Arturo Serrano, se trataba, como avanzaba este periódico el día anterior, de la unión «de las más exquisitas bellezas de la música con lo más depurado y notable del arte de la danza, en un marco de elegancia, riqueza y buen gusto insuperables».

Y es que los Ballets Rusos de Diághilev renovaron por completo el panorama de la danza clásica. Se estrenaron en la Ópera de Paris en 1909 con un concepto vanguardista y radicalmente novedoso. Se trataba de fundir en una sola cosa danza, drama, música y arte, todo ello dentro de un programa multidisciplinar que tuvo como primer coreógrafo al prestigioso Fokine y en el que colaboraron artistas como Picasso, Matisse y André Derain, y músicos de la talla de Stravinsky, Ravel o Debussy. Entre sus estrellas más relevantes sobresalieron bailarines como Anna Pavlova, Vaslav Nijinsky, Serge Lifar, George Balanchine, Tamara Karsavina, Lydia Sojolova y Lyubov Chernysheva.

Su éxito en España comenzó a raíz de una invitación del rey Alfonso XIII, en 1916, aprovechando la neutralidad de nuestro país en la Primera Guerra Mundial. Aquella actuación en el Teatro Real deslumbró al Madrid más entendido y fascinó al propio monarca, que también quedó prendado de la bailarina Chernyseva. Al mismo tiempo, Diághilev, empresario y alma de los Ballets Rusos, se enamoró perdidamente de la cultura y el arte de nuestro país, en especial de las pinturas de Goya y Velázquez. Ese mismo año de 1916, su compañía actuó en San Sebastián y Bilbao, y en 1917 regresó a Madrid y prosiguió su gira por Barcelona. La tercera gira, de primavera, escogió el Teatro Calderón de Valladolid como punto de partida; continuaría por Salamanca, San Sebastián, Bilbao, Logroño, Zaragoza y Valencia.

El reclamo era evidente. Además de traer a los bailarines más afamados entonces -Lopokova, Chernysheva, Massine, Gavrilov-, contaba con la orquesta completa, formada por sesenta profesores del Teatro Real, y con la Orquesta Sinfónica y Filarmónica de Madrid, al frente de la cual estaba el mismísimo Joaquín Turina, que sustituía a Defaux, pues en esos momentos estaba combatiendo en la guerra mundial. Además, el vestuario, atrezo, decoración, maquinaria y servicios eléctricos eran los mismos que habían empleado durante la temporada anterior en el Teatro Real. Los artistas llegaron a Valladolid el día 30, procedentes de Portugal. «La belleza y la elegancia un poco exóticas de las bailarinas llamaron la atención en calles y paseos» de Valladolid, informaba este periódico. Por la noche llegaron Diághilev y toda la orquesta, liderada por Turina.

Arriba, Lydia Lopokova, primera figura de los Ballets Rusos; abajo, reportaje sobre la representación de 'Sherezade' y Sergéi Diághilev. EL NORTE
Imagen principal - Arriba, Lydia Lopokova, primera figura de los Ballets Rusos; abajo, reportaje sobre la representación de 'Sherezade' y Sergéi Diághilev.
Imagen secundaria 1 - Arriba, Lydia Lopokova, primera figura de los Ballets Rusos; abajo, reportaje sobre la representación de 'Sherezade' y Sergéi Diághilev.
Imagen secundaria 2 - Arriba, Lydia Lopokova, primera figura de los Ballets Rusos; abajo, reportaje sobre la representación de 'Sherezade' y Sergéi Diághilev.

Las entradas se agotaron los dos días. De la calidad del espectáculo dio cuenta, entre otras cosas, que El Norte de Castilla encargara la crítica al prestigioso poeta y articulista Fernando de Lapi, que no ahorró elogios hacia el mismo. Los Ballets Rusos representaron 'Carnaval', con música de Schumann instrumentada por Rimski-Kórsakov, Ladow y Teherepine; 'Sherezade', de M. Fokine y L. Bakst; 'El espectro de la rosa', inspirada en un poema de Théophile Gautier y con música de A. Borodine; 'Cleopatra'; 'Sylphides', con música de Chopin; 'El Príncipe Igor', basada en la ópera de Borodine de igual título y claro exponente de la música nacionalista rusa; 'La princesa encantada', con música de Chaikovski; y 'Sol de la noche'.

De Lapi calificó lo vivido de «espectáculo esencialmente plástico, de riqueza decorativa y de orquestación espléndida», y no ahorró elogios hacia un público, el vallisoletano, al que calificó de «selectamente distinguido», pues dio «gallardas pruebas de cultura y buen gusto». La combinación de danza, música, decorado y luces resultó espectacular. «La sala, radiante de luz, era estuche de una admirable concurrencia de damas distinguidas y bellas y de innumerables señoritas de singular gentileza, admirablemente bonitas, vistiendo elegantísimos toilettes». En definitiva, Valladolid vibró con unos bailes en modo alguno convencionales, que suponían «una renovación de la coreografía, aliada con la música sinfónica y con la decoración escenográfica, para constituir la danza pantomímica». Y todo ello procedente de Rusia, un «pueblo heterogéneo y admirable, inquieto y atormentado, siempre en fermento, voluptuoso del dolor, con esa religión del sufrimiento de que hablaba Hoffman, biógrafo de Dostoyevski».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Los rusos que conquistaron Valladolid