Portada de la parrouia de Nuestra Señora del Rosario en la actualidad. EL NORTE
El cronista

La Rubia ya tiene iglesia

Miles de vallisoletanos asistieron a la inauguración de la actual parroquia de Nuestra Señora del Rosario, el 2 de junio de 1917, amenizada con una fiesta que duró hasta la madrugada

Martes, 28 de junio 2022, 00:13

«La rubia se cría espontáneamente en varias comarcas de España: en Valladolid se la cultiva y muele hace mucho tiempo». La frase, contenida en un informe elaborado para la Exposición Universal de París de 1867, explica en gran medida la razón del nombre del ... actual barrio de La Rubia. Y es que la granza, planta de color amarillo empleada en el sector textil para extraer tonos rojizos, llevaba cultivándose en nuestra ciudad desde, al menos, el siglo XVI. Como abundaba en un paraje situado al sur y a partir del siglo XVIII comenzó a emplearse para una importante red de fábricas de hilados, dicho paraje terminó adoptando el nombre de la planta.

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La urbanización de La Rubia comenzó a finales del siglo XIX, alentada por el impulso del ferrocarril y, más concretamente, por la estación de La Esperanza. Pero el desarrollo definitivo del barrio se inició en las primeras décadas del siglo XX. Muy pronto, el arzobispado y una comisión de vecinos emprendió las labores necesarias para edificar la actual parroquia de Nuestra Señora del Rosario. Formaron la llamada Junta de ejecución de la iglesia Anselmo León, Manuel Valls y Antonio Gimeno Bayón, dirigidos por el ecónomo de San Ildefonso, Juan Julián Fernández. La primera piedra, bendecida por el arzobispo José María Cos y Macho, se colocó el 10 de julio de 1915.

El nuevo templo comenzó a construirse conforme los planos de Modesto Coloma Palenzuela en terrenos cedidos por el citado Anselmo León, potente empresario harinero, y su mujer, Saturnina Gallego López, que también costearon la primera campana, titulada «Matilde». A Nicasio García, maestro de obras, le acompañarían el decorador José Fernández, Modesto León para los trabajos de carpintería y Sebastián Battaner, encargado de la instalación eléctrica. La iglesia, de estilo neogótico y de una sola nave, estuvo lista en diciembre de 1916.

El primer acto relevante tuvo lugar el 1 de junio de 1917 con la bendición y colocación de la segunda campana, a la que se puso el nombre de «Margarita» en honor a la hija del matrimonio formado por el constructor, Nicasio García, y su mujer, Eustasia Victoria, quienes, junto a su hijo Eugenio, habían corrido con todos los gastos. Pero el momento más esperado llegó el día siguiente, 2 de junio de 1917, sábado, a partir de las seis de la tarde. La bendición o inauguración de la nueva iglesia, puesta bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, corrió a cargo del entonces obispo auxiliar de Valladolid, Pedro Segura, a quien asistieron el ecónomo y el clero parroquial de San Ildefonso. El templo, abarrotado de fieles, se adornó de manera sencilla, con flores en el altar mayor y en el retablo, en cuyo centro se colocó la imagen de la Virgen del Rosario.

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Ese día, La Rubia se convirtió en el foco de atención de la ciudad. Miles de vallisoletanos acompañaron al imponente traslado procesional del Santísimo, que salió a las diez de la noche desde la iglesia de la Sagrada Familia, en el Paseo de Zorrilla. Según El Norte de Castilla, los carruajes y los coches, con sus potentes faros, convirtieron la procesión en un verdadero espectáculo. La presidieron las principales autoridades, incluido el alcalde, Leopoldo Stampa, y llegó a La Rubia a las once de la noche. A la fiesta propiamente religiosa le siguió una verbena civil y lúdica que duró hasta altas horas de la madrugada.

En la pradera «se improvisaron animados bailes a los acordes de alegres manubrios. La gente invadió las churrerías, demás puestos de comestibles y los establecimientos de comidas», señalaba El Norte de Castilla. Todavía a las dos de la madrugada los tranvías seguían llevando a vallisoletanos al barrio. Las celebraciones religiosas siguieron los días siguientes. A las cuatro de la madrugada del 3 de junio se celebró la primera misa, de comunión general, y a las ocho eran «los numerosos niños y niñas del popular barrio de La Rubia» los que recibían la comunión. Dos horas después, el obispo auxiliar oficiaba la misa mayor de pontifical y a las seis de la tarde comenzaba el «solemne triduo en honor a la Virgen del Rosario».

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