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Niños del Hospicio Provincial de Valladolid en el comedor a principios del siglo XX. El Norte
Cuando los Reyes Magos repartían juguetes a niños pobres, huérfanos y presos de Valladolid
El cronista

Cuando los Reyes Magos repartían juguetes a niños pobres, huérfanos y presos de Valladolid

Distinguidas mujeres de la burguesía entregaban regalos, comida y ropa a miles de escolares de familias humildes y a pequeños del Hospicio cada 6 de enero

Enrique Berzal

Valladolid

Martes, 2 de enero 2024, 00:06

Era el momento más esperado por los niños pobres de Valladolid. También ellos recibían los regalos de los Reyes Magos el 6 de enero, pero no siempre en sus casas, con sus padres, sino en instituciones como el Ayuntamiento y el Círculo Mercantil, mientras los huérfanos del Hospicio esperaban su momento. La costumbre, arraigada en todas las ciudades a principios del siglo XX, era, además, una de las ocasiones de mayor lucimiento para las damas de la burguesía. Porque eran ellas las encargadas de repartir regalos, ropa y comida entre los más menesterosos.

Pongamos como ejemplo lo ocurrido en esta ciudad hace cien años. Aquella fiesta caritativa de los Reyes Magos tuvo tres lugares de celebración: el Círculo Mercantil, el Hospicio Provincial y la Cárcel de Chancillería. El más relevante fue el primero. Inaugurado en 1896 en el número 4 de la calle de Mendizábal, el Círculo Mercantil, Industrial y Agrícola de Valladolid era una de las entidades asociativas más potentes a la hora de defender los intereses de las elites económicas de la ciudad. Y fue la elegida por el alcalde, José Morales, para escenificar el reparto de los regalos de Reyes entre los escolares pobres.

Días antes, Morales había abierto una suscripción popular para la ocasión. Fue todo un éxito. Aquel 6 de enero de 1924 cayó en domingo. Eran las diez y media de la mañana cuando las autoridades de la ciudad, incluido el arzobispo y el capitán general, se citaban en el salón principal del Círculo Mercantil para asistir al reparto de juguetes y ropa entre los niños más humildes de las escuelas municipales y nacionales. En total, más de 4.000. Como era habitual en este tipo de ceremonias, las presidía el alcalde junto con el principal representante de la entidad organizadora, que en este caso era Eudosio López, pero las protagonizaban «distinguidas damas» de la burguesía capitalina.

En esta ocasión, Clotilde Carballo de Silió, presidenta del ropero escolar Infanta Beatriz, a quien auxiliaron las hijas de la vicepresidenta, «las niñas de Ruiz de Huidobro». Acompañadas por Sebastián Garrote, secretario de la Junta local de Primera Enseñanza, repartieron más de 4.000 juguetes y 600 lotes de ropa, aparte de mantas y dulces. La ceremonia estuvo amenizada por la banda de música de Isabel II, dirigida por el señor Mateo. Según la crónica de prensa, fue un acto emotivo y solidario que enterneció a propios y extraños.

En el Hospicio

Mientras tanto, los niños del Hospicio Provincial, situado en la Plaza de la Trinidad (actual sede de la Biblioteca de Castilla y León), aguardaban su turno. Este llegó a las cuatro de la tarde. «La alegría, el contento y el ruido eran ensordecedores», festejaba el periodista; «cada niño tocaba su instrumento, gritaba, vitoreaba, formando así una orquesta improvisada y reinando un alborozo muy simpático». Presidido el acto por el presidente de la Diputación, Herculano Pinilla, de quien dependía el orfanato, en esta ocasión se encargaron de distribuir los regalos la señora de Pimentel, la señorita Vicenta Gavilán «y otras distinguidas damas». Los huérfanos disfrutaron también de una rica merienda y de un cartucho de caramelos, así como de la actuación del prestidigitador vallisoletano «Olyways».

La tercera y última cita caritativa solía producirse en la cárcel de Chancillería, donde ya era tradición que el prestigioso abogado Eduardo López-Pérez organizara una suscripción a favor de los presos durante las fiestas navideñas. Ya lo hizo con motivo de la cena de Nochebuena y de la comida de Navidad. Para el día de Reyes consiguió el dinero suficiente para costear un «desayuno abundante de café con leche y bollos», pero también juguetes «para unos pobrecitos niños que por su corta edad los tienen sus madres con ellos en la cárcel».

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