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Los representantes diplomáticos en ValladolidEl cronista | Historias de aquí
Los representantes diplomáticos en ValladolidEn julio de 1879, el alcalde Ramón Pardo, del Cuerpo Municipal de Valladolid, agradece a don Louis Bouillac, vicecónsul de Francia en Valladolid, el regalo de dos cisnes procedentes del jardín de aclimatación de plantas y aves de París. Los cisnes estaban destinados al lago ... recién construido en el Campo Grande, llamado Campo de Marte en aquella época. Fueron los primeros cisnes que hubo en el lago.
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La representación diplomática francesa en Valladolid es la más longeva de cuantas ha habido en la ciudad. De hecho, aún sigue y su sede está en las dependencias de la Alianza Francesa de la plaza del Poniente, a cuyo frente está Javier Artacho, en calidad de cónsul honorario. Antes, éste y los otros consulados que hubo, normalmente tenían la sede diplomática en la vivienda habitual o en el local de negocios de la persona que ostentaba el cargo, que según en qué momentos o la importancia que se le diera, podía ser encargado de negocios, vicecónsul, cónsul o cónsul honorario. Lo normal es que el representante diplomático fuera un ciudadano enraizado en Valladolid, empresario o profesional con cierto prestigio en la ciudad.
En algún momento u otro, en los siglos XIX y XX, han sido varios los países que han tenido representación diplomática o comercial en Valladolid. Además de la citada Francia, también han tenido actividad consular Costa Rica, Argentina, Colombia, Portugal, Alemania e Italia.
Los cometidos de los consulados eran de lo más variopinto, al menos lo que transcendía públicamente. En enero de 1886, el vicecónsul de Portugal, con sede en calle Constitución 10, avisa para que todos los súbditos portugueses residentes en Valladolid renovaran sus acreditaciones de nacionalidad para tener los derechos de protección que les otorgaba la Convención Consular; a principios de 1889, el viceconsulado de la República de Argentina avisa de que los nacidos en territorio argentino estaban exentos de hacer el servicio militar en España; a finales de 1908, el cónsul de Francia llama a los hijos de los súbditos franceses residentes en Castilla la Vieja para que se inscriban en el consulado a fin de proceder a su reclutamiento militar; en junio de 1912, el vicecónsul del imperio alemán en Valladolid, C. Roth, publica las amonestaciones matrimoniales entre un vallisoletano residente en Alemania y una mujer alemana.
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Los consulados de Alemania, Francia e Italia, como no podía ser de otra manera, fueron muy activos durante la Guerra Civil y ambas guerras mundiales. En agosto de 1914, el consulado francés recibe numerosas cartas de súbditos franceses residentes en Valladolid poniéndose a disposición de su Gobierno para el servicio a la Patria que les fuera demandado habida cuenta de la recién iniciada I Guerra Mundial. Además, era costumbre de la colonia francesa celebrar en el restaurante El Edén de la Rubia la fiesta nacional del 14 de julio. El viceconsulado alemán agradece en noviembre de 1936 el afecto mostrado por sus súbditos en Valladolid por el reconocimiento que Alemania ha hecho del «glorioso general Franco».
La resolución de trámites personales posteriores a la Guerra Civil fueron las principales actividades que tuvieron los consulados alemanes e italianos: reconocimiento de derechos a los matrimonios entre italianos y españolas, repatriación a su país de los restos de soldados italianos fallecidos en Valladolid o la expedición de documentos por parte del consulado alemán a heridos españoles de la División Azul a los efectos de concesión de subsidios por parte del Gobierno Español.
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De entre los representantes diplomáticos que ha habido en Valladolid, tres destacan por su marcado perfil público. A finales del siglo XIX, Argentina tenía como cónsul al industrial y político vallisoletano Teodosio Alonso-Pesquera, quien por herencia paterna, de su esposa y por propia iniciativa, acumuló, entre otras propiedades, fábricas de harina y papel, fincas rústicas y el palacio del marqués de Villena de la calle Cadenas de San Gregorio. Y participó activamente en la puesta en marcha de las líneas ferroviarias Valladolid-Medina de Rioseco y la de Valladolid-Ariza. Fue diputado en Cortes por Valladolid en 1891, 1896 y 1899 y, entre otros cargos y reconocimientos académicos, fue presidente de la Sociedad Industrial Castellana. En 1896, Alfonso XIII creó para él el Marquesado de Alonso-Pesquera.
Eduardo Hickman Dole, doctor en Derecho, fue cónsul de Costa Rica. En 1903 aparece en la relación de autoridades y empresarios interesados en promover una línea ferroviaria o tranvía que uniera Valladolid y Simancas, al parecer la población más turística de la época; y en calidad de cónsul se sumó activamente al malogrado intento de que en la década de 1910 Valladolid tuviera una línea ferroviaria que la uniera con Vigo, importante enclave portuario en aquella época. En abril de 1924 fue nombrado concejal del Ayuntamiento, cargo en el que repitió a partir de noviembre de 1930, nombrado, entre otros, por el gobernador Civil para formar parte del «cupo» de los mayores contribuyentes. Todavía ejerciendo de cónsul, falleció en abril de 1937.
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Una de las personas más importantes en el desarrollo de la industria de la automoción en Valladolid fue el italiano Francesco Scrimieri Margotti. Recaló en la ciudad cuando contaba 24 años como mecánico de la expedición de soldados italianos que en 1938 vinieron a participar en la Guerra Civil y se quedó para siempre en Valladolid, donde asumió la representación diplomática de Italia. Scrimieri comenzó su dilatada y abultada vida empresarial creando en 1940 la sociedad Fada (Fábrica de Artículos de Aluminio), que realizó una incursión en el mundo de la automoción en 1953 con la construcción de un vehículo de tres ruedas. Fue la base para que cuatro años más tarde arrancara la aventura empresarial por la que más se le recuerda: la creación de la fábrica Sava (Sociedad Anónima de Vehículos Industriales). Scrimieri impulsó otras empresas, como Mondial Piston España, Tecnauto, Motransa e Inausa. Falleció en 1993 a los 79 años de edad.
Toda aquella actividad diplomática, en la década de 1960 quedó reducido a dos consulados: el de Francia, a cuyo frente estaba Jacques Supiot, en la calle Alcalleres 1; y la de Italia, en la avenida de Segovia 68, a cuyo frente estaba Francesco Scrimieri.
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