Patio de las Escuelas menores de la Universidad de Salamanca a principios del siglo XX. MINISTERIO DE CULTURA

La primera catedrática de Europa

La soriana Luisa de Medrano, desconocida hasta nuestros días, sustituyó a Nebrija en Salamanca y fue admirada por humanistas como Lucio Marineo Sículo

Domingo, 19 de julio 2020, 09:38

Su historia ha sido prácticamente un misterio para muchos amantes de las Humanidades, tanto por la falta de datos biográficos documentados como por un error cometido de manera inconsciente por uno de aquellos grandes humanistas que glosó su obra. En efecto, Lucio Marinero Sículo, erudito ... siciliano que impartió clases de Oratoria en la Universidad de Salamanca y fue historiógrafo y educador de jóvenes nobles en la corte de los Reyes Católicos, habló con admiración de esa coetánea suya a la que llamó, equivocadamente, Lucía de Medrano.

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Lo cierto es que las principales noticias sobre nuestra protagonista se las debemos, precisamente, al humanista citado. Sabemos así que Luisa de Medrano nació el 9 de agosto de 1484 en Atienza, hoy provincia de Guadalajara pero perteneciente a Soria hasta 1833, y que era hija de Diego López de Medrano y Magdalena Bravo de Lagunas. El matrimonio tuvo nueve hijos, otro de los cuales, de nombre Luis, fue también catedrático y rector de la Universidad de Salamanca en 1511. En definitiva, como dejó escrito Dolores Gómez Molleda, Luisa de Medrano «era de familia noble de sangre y pertenecía a una estirpe de varones intelectuales, según se revela por las muchas veces que aparece el apellido Medrano en las matrículas de la Universidad».

Modernistas de renombre recuerdan que la actitud de la reina Isabel la Católica, amante del latín y protectora de la educación de las mujeres, facilitaría que algunas damas de finales del XV y principios del XVI ejercieran un papel muy relevante en la enseñanza de las lenguas y de la cultura clásica. También Luisa de Medrano, que llegaría a ser catedrática en la Universidad de Salamanca. Un hecho que marcó sin duda su juventud fue la muerte de su abuelo y de su padre en la batalla de Gibralfaro, pues a raíz de ello su madre y su hermana mayor, Catalina, fueron enviadas a la Corte para trabajar al servicio de la Reina Isabel la Católica.

Es probable que recibiera una sólida formación en los clásicos latinos y en Derecho de manera privada, pues para las damas jóvenes no existían entonces lugares públicos donde recibir este tipo de enseñanza. Se elucubra con la posibilidad de que, al igual que su hermana Catalina, se formara con las damas de la Corte de la reina Isabel en una escuela que esta misma protegía, o que fuera un pariente suyo, Diego de Medrano, que vivía en Salamanca y estaba al servicio de los Reyes, el responsable de su educación en lenguas clásicas, de las que él estaba muy versado. Hay quien apunta, finalmente, al magisterio de Pedro de la Rúa, profesor de cultura clásica en Soria, donde los Medrano tenían una casa solariega.

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Sea como fuere, lo cierto es que su aprovechamiento fue tan destacado, que logró impartir clases de Latín y de Derecho en la Universidad de Salamanca, siendo contemporánea de la famosa Beatriz de Galindo, 'La Latina', como acreditan los testimonios de dos catedráticos coetáneos suyos: Pedro de Torres y el citado Lucio Marineo Sículo. El primero hizo referencia a la clase magistral de Derecho Canónico impartida por la soriana el 16 de noviembre de 1508, con apenas 24 años, circunstancia que, según determinados historiadores, acreditaría el hecho de que Luisa sustituyó a Elio Antonio de Nebrija en su Cátedra salmantina de Gramática Latina. Más expresivo se mostraba Lucio Marinero Sículo a la hora de valorar las dotes humanísticas de la soriana.

Así, en una carta dirigida a Nicolás Antonio en torno a 1513-1514 destacaba su profundo conocimiento de los clásicos latinos, su gran elocuencia, juventud y belleza, mientras que en otros escritos la mentaba con frases repletas de admiración: «La fama de tu elocuencia me hizo conocer tu erudición antes de haber te visto nunca, joven cultísima. Ahora, después de verte y haberte oído, me resultas aún más sabia y bella de lo que antes pude imaginar. Me han causado extraordinaria admiración tu saber y tu don de oratoria, sobre todo tratándose de una mujer llena de gracia y de belleza y en plena juventud. He aquí una jovencilla de rostro bellísimo que aventaja a todos los españoles en el dominio de la lengua romana. ¡Felices los padres que engendraron tal hija! (…) Maravilla es que una joven, casi niña, maneje con tanta diligencia y afán, no la lana, sino el libro; no el huso, sino la pluma; no la aguja, sino el estilo».

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De igual manera, en 'De Rebus Hispaniae Memorabilibus', el erudito italiano recordaba que «en Salamanca conocimos a Lucía Medrano, doncella elocuentísima. A la cual oímos hablando no solamente como orador, mas también leyendo y declamando en el estudio de Salamanca libros latinos públicamente», señalaba el italiano. Fallecida en la capital charra en 1527 (otros autores adelantan su óbito a 1512), la ausencia de datos sobre su trayectoria sigue siendo sorprendente. Tampoco se han conservado manuscritos ni obras suyas y, si bien Soria le ha dedicado merecidamente una calle, en Salamanca cuenta con un Instituto de Educación Secundaria que aún lleva su nombre incorrecto.

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