Secciones
Servicios
Destacamos
Ya lo decía el alcalde, José Luis Gutiérrez Semprún, a preguntas de El Norte de Castilla hace ahora justamente 65 años: el semáforo, recién estrenado en la ciudad, era la solución necesaria para «acabar para siempre con las peligrosas desorientaciones apreciadas en bastantes sectores de la capital». Unas desorientaciones que a menudo se traducían en atropellos y percances con vehículos y motocicletas en las calles más céntricas. Era el 6 de septiembre de 1957 y Valladolid se unía a otras grandes capitales españolas en la puesta de largo del semáforo.
La propuesta, como bien señala José Miguel Ortega en su libro 'Valladolid cotidiano', la había anunciado a principios de año el anterior edil, José González Regueral, ante el avance imparable del parque de vehículos -9.000 para una ciudad de 140.000 habitantes- y el incremento preocupante de los accidentes provocados por coches y motos. En 1956, señala este autor, los vallisoletanos lamentaron 2 muertos y 54 heridos por colisiones entre vehículos, y 5 muertos y 77 heridos por atropellos. Que la cifra se tornaba preocupante lo demuestran los datos publicados por este mismo periódico solo en agosto de 1957: dos niños de 10 y 4 años atropellados por motocicletas, otro de 6 por un vehículo en la carretera de Santander, y dos hombres, de 31 y 33 años, por sendos coches en esa misma vía y en el cruce de las calles Conde de Ribadeo y León.
No solo era necesario reformar el tráfico en el interior de la ciudad, señalaba el alcalde, sino también implantar semáforos como venían haciendo en Madrid, Barcelona y otras grandes ciudades. Gutiérrez Semprún, que había accedido a la alcaldía en marzo de 1957, anunció para el verano la llegada del semáforo, cometido del que se hizo cargo el teniente de alcalde Antonio Martín Galindo. Los buenos resultados observados en Santander y Vigo, donde la nueva tecnología se implantó en junio, dieron ánimos a la Corporación vallisoletana, que ese mismo mes hizo público el encargo de seis semáforos a la Sociedad Ibérica de Construcciones Eléctricas.
Este periódico, a través de Antonio Hernández Higuera, siguió con minuciosidad todo el proceso, informando, en un primer momento, de la imperiosa necesidad de inaugurar el servicio en el punto más conflictivo del tráfico rodado vallisoletano: el cruce de Duque de la Victoria con General Mola (hoy calle Constitución) y Regalado. Luego vendrían otras vías como Ferrari, Quiñones, Montero Calvo, Claudio Moyano, Miguel Íscar, Santiago, Plaza de Zorrilla, Fuente Dorada, etc.
Comprobado su buen funcionamiento el 2 de septiembre de 1957, el primer semáforo, que había sido colocado a finales de agosto en la calle Regalado, «a dos metros de su desembocadura de Duque de la Victoria», comenzó a funcionar cuatro días después, coincidiendo con el inicio de las Ferias y Fiestas de San Mateo. Ese día, 6 de septiembre de 1957, hace justamente 65 años, era viernes. El desconcierto de la población tuvo que ser paliado mediante una intensa labor pedagógica realizada tanto por las autoridades como por la policía local y, sobre todo, por la prensa.
Ese mismo día, por ejemplo, El Norte de Castilla explicaba pormenorizadamente el funcionamiento del nuevo artilugio. Partiendo de la premisa de que los vehículos debían circular por su derecha, se indicaba que la luz roja quería decir «prohibido el paso», la verde «circulación permitida», la luz en destellos «precaución» y la luz ámbar fija, «prevención». Además, la luz roja con una flecha de dirección en verde indicaba que la circulación estaba solamente permitida en el sentido de la flecha, «pero no continuar de frente».
En los meses siguientes, el periódico llevó a cabo un interesante seguimiento tanto de los semáforos. su visibilidad y funcionamiento, como del comportamiento de los ciudadanos. Por poner algún ejemplo, el 19 de septiembre advertía de la escasa visibilidad del instalado junto a la esquina de Duque de la Victoria y la Acera de San Francisco para los vehículos que procedían de la Plaza Mayor, y al día siguiente denunciaba que, a primeras horas de la madrugada, algunos coches no respetaban las señales luminosas y circulaban a toda velocidad saltándose en rojo el semáforo de la calle Regalado.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.