Personajes de Valladolid: Sancho IV 'el Bravo'

El 8 de noviembre de 1282 su padre le desheredó y le privó de todos sus derechos sobre sus reinos, tras comunicarle su cambio de opinión con respecto a la herencia del reino. El 4 de abril de 1284 se produjo el fallecimiento de Alfonso X 'el Sabio' y Sancho se autoproclamó rey, siendo coronado en la catedral de Toledo, el 30 de abril de 1284.

En 1270, poco antes de cumplir 12 años, Alfonso X pactó el matrimonio de Sancho con Guillerma de Montcada, hija de Gastón VII, vizconde de Bearne y señor de Montcada y Castellvell. Este matrimonio, por poderes, nunca llegó a consumarse pero, canónicamente efectivo, obligó a que Sancho IV, tras su enlace con su tía abuela María de Molina -en junio de 1282 en la Catedral de Toledo-, dedicase infructuosos esfuerzos para lograr la disolución pontificia.

A su muerte, en Toledo, el 25 de abril de 1295, días antes de cumplir 37 años, su cadáver recibió sepultura en la Capilla de Santa Cruz de la Catedral de Toledo, cumpliéndose así la voluntad del monarca, expresada en su testamento. A finales del XV, el cardenal Cisneros ordenó edificar la actual capilla mayor de la Catedral de Toledo en el lugar que ocupaba la capilla de Santa Cruz y los restos del monarca fueron trasladados al presbiterio de la catedral toledana, en el lado de la Epístola, en un mausoleo que el Cardenal Cisneros mandó labrar al escultor Diego Copín de Holanda. Su estatua representa a Sancho IV con aspecto juvenil, apoyando la cabeza sobre un almohadón, descalzo, y vistiendo un hábito franciscano, con cordón.

En 1947, en el transcurso de una exploración arqueológica, fueron encontrados sus restos momificados, en buen estado. El cuerpo se encontraba desnudo de cintura para arriba y llevaba un hábito franciscano, sujeto a la cintura con un cordón franciscano. El soberano portaba una corona de plata sobredorada sobre sus sienes, adornada con camafeos romanos y zafiros, y sujeta mediante un cordón que pasaba bajo el mentón. El cadáver empuñaba una espada, de empuñadura sobredorada, y en la hoja de la espada aparecía grabada una inscripción de la que solo se conservaban algunos fragmentos. Tras el examen de los restos, el cardenal Enrique Plá y Deniel, arzobispo de Toledo, ordenó que el cadáver fuera vestido con un hábito franciscano y depositado de nuevo en su mausoleo.​