Personajes de Valladolid: Diego Sarmiento de Acuña

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Diego Sarmiento se comprometió en las capitulaciones de su boda con Constanza de Acuña y Lompré a residir en Valladolid, no saliendo de ella más de dos meses al año, excepto por necesidades del servicio de Su Majestad. Corregidor de Valladolid, entre otros títulos, Felipe III le concedió el título de conde de Gondomar el 12 de junio de 1617. Debido a la obligación contraída en sus capitulaciones de boda, decició comprar casa en la ciudad del Pisuerga, hoy popularmente conocida como la Casa del Sol.

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Como corregidor de Valladolid, Miguel de Cervantes, le incluyó en un pasaje de 'El coloquio de los perros', en el que el can Berganza cuenta «como una noche yendo a pedir limosna en casa del Corregidor desta ciudad, que es un gran caballero y muy gran cristiano, hallámosle solo. Y parecióme a mí tomar ocasión de aquella soledad para decille ciertos advertimientos (...). Digo, que queriendo decírselo, alcé la voz, pensando que tenía habla y (...) ladré con tanta priesa y con tan levantado tono que, enfadado el Corregidor, dio voces a sus criados que me echaran de la sala a palos (...), que hasta ahora guardo las reliquias de aquellos golpes».

Ejerció como corregidor de Valladolid entre 1602 y 1605, establecida la Corte en la ciudad del Pisuerga. A partir de 1607 fue nombrado regidor perpetuo de la ciudad por Felipe III, título que Felipe confirmó en 1623. Fue designado hasta tres veces embajador de España en Londres, aunque finalmente sólo ejerció dos de ellas, de la última regresó en 1622. Se hallaba en Bruselas cuando comenzó a sentirse enfermo y decidió regresar a España. Murió el 2 de octubre de 1626 ordenando en su testamento que «quando Dios fuere servido de llevarme de esta presente vida (...) se meta mi cuerpo en una caja de plomo soldado (...) y de esta manera se lleve luego a Valladolid a la yglessia de San Benito el Biejo de la dicha ciudad, donde declaro ser mi voluntad enterrarme en la bobeda que esta debajo del altar maior». Su cadaver se enterró allí el día 5 de octubre.

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Siglo y medio después de su traslado forzoso a San Martín, los restos del primer conde de Gondomar volvieron a su primitivo enterramiento, en la cripta de San Benito el Viejo. Superadas historias de desamortizaciones, ruina y rehabilitación, la voluntad que el conde dejó escrita en su testamento, quedó cumplida finalmente el 4 de mayo de 1991.