Personajes de Valladolid: Tomás de Torquemada

Abuelos conversos

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Tomás de Torquemada nació el 14 de octubre de 1420, unos dicen que en Valladolid y otros que en una localidad de Palencia de la que podría tomar el apellido. Sobrino del también cardenal Juan de Torquemada -que fue a su vez confesor del rey Juan II- y nieto de judíos conversos, ha pasado a la historia recordado como una de las figuras más implacables y crueles del siglo XV. Su línea familiar, lejos de incitarle a ser más benévolo con los judíos, acrecentó su antisemitismo, mediante el que pretendía distinguir su conducta de la que pudieran tener otros conversos al cristianismo.

El prior que estudió en San Pablo

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Lo que es seguro es que creció en la capital vallisoletana a cargo de su tío. Estudió en el convento de San Pablo y posteriormente se convirtió en prior del convento de Santa Cruz de Segovia, en el que impuso la austeridad a través de la regla dominica.

Fortuna y cargo de confesor real

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A pesar de predicar y practicar la pobreza –le negó una dote a su hermana, de modo que en vez de casarse, esta tomó los hábitos- atesoró una fortuna a lo largo de su vida, gracias, en parte, a bienes confiscados. Considerado un virtuoso insobornable en la época y un personaje cruel en la actualidad, se ganó la confianza de Isabel la Católica cuando ésta era aún princesa, pues apostó por ella en la guerra de sucesión castellana en la que rivalizaba con Juana 'la Beltraneja'. Así, ya reina, Isabel le nombró confesor real.

El mayor inquisidor del reino

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En 1478, gracias a una bula papal, se instaura el 'Tribunal de la Santa Inquisición' en los reinos de Aragón y Castilla. Un año más tarde, Torquemada, que gozaba del favor de los monarcas, recibió el encargo de fundar el monasterio de Santo Tomás de Ávila. Pronto los reyes nombrarían al dominico Inquisidor General, primero de Castilla, en 1483, y luego, por intercesión del cardenal Mendoza, también Inquisidor General en Aragón, Cataluña y Valencia. Acometió la persecución religiosa con tesón e inflexibilidad. Durante el periodo en el que dirige la institución desarrolla varios 'procedimientos inquisitoriales' que incluyeron la tortura y la acusación anónima. Bajo su mando, en España se ejecutó a miles de personas hasta la expulsión de los judíos, en 1492, pero también tras la misma.