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Reportaje sobre Francisco Calle Blanco publicado en El Cantábrico en junio de 1935. EL NORTE
El cronista

La peripecia de Francisco Calle, único condenado por el asesinato del 4 de marzo de 1934

Líder de las Juventudes Libertarias, tras la Guerra Civil pudo escapar a La Habana haciéndose pasar por otro hombre de nacionalidad cubana

Enrique Berzal

Valladolid

Martes, 19 de marzo 2024, 00:13

«Vea usted mi caso. Yo era un maestro nacional. Mis ideas libertarias me dieron a conocer en la ciudad de Valladolid. Un mal día se celebró un mitin fascista en el Teatro Calderón (...). Al salir la gente a la calle surgió una colisión entre ... varios grupos y resultó muerto el estudiante de Medicina Ángel Abella (...). La Policía se fijó enseguida en los que profesábamos ideas contrarias al muerto. (...) Se me envolvió en el asunto y me metieron en la cárcel». Son fragmentos del testimonio dado por Francisco Calle Blanco al redactor de 'El Cantábrico' en junio de 1935, cuando a punto estaba de cumplir un año en prisión por el asesinato de Ángel Abella aquel 4 de marzo de 1934. Calle no dejaba de insistir en que se le había condenado sin pruebas.

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Nada se sabía de la vida de este vallisoletano nacido en octubre de 1914 en Tudela de Duero hasta la publicación, en 2009, del libro 'El exilio republicano español en Cuba', a cargo de Jorge Domingo Cuadriello. Gracias a este autor sabemos que Calle logró escapar de la represión franquista usurpando la identidad de un compañero de presidio, y terminar sus días en Cuba. Toda una aventura que comenzó aquel fatídico 4 de marzo de 1934, cuando este maestro nacional, líder de las Juventudes Libertarias de Valladolid y presidente de la Federación Universitaria Escolar (FUE), resultó apresado como consecuencia de los disturbios que siguieron al acto de unificación entre Falange Española y las JONS en el Teatro Calderón, del que se cumplen 90 años.

Los enfrentamientos entre falangistas e izquierdistas dejaron varios heridos y una nota trágica: la muerte del joven Ángel Abella García, estudiante de Medicina de 18 años que aquel día transitaba junto a su compañero Alejo Rodríguez por la calle Zapico. Ambos fueron interpelados por un grupo de entre ocho y diez personas, que les preguntaron por su filiación política. Al contestar que no pertenecían a partido alguno, se abalanzaron sobre ellos. Rodríguez pudo huir después de que le propinasen un puñetazo, pero Abella no tuvo escapatoria. Se ensañaron con él golpeándole con porras de hierro, palos y otros instrumentos contundentes, hasta dejarlo en el suelo medio muerto. Fallecería al día siguiente en la Casa de Socorro. Poco después serían detenidos, acusados de la autoría del horrible delito, Francisco Calle y Luis Rubio Lentijo.

Arriba, acto de unificación entre Falange Española y las JONS el 4 de marzo de 1934; abajo, el Teatro Calderón, lugar de la celebración, y las fuerzas de orden público reprimiendo los altercados de ese día. ARCHIVO MUNICIPAL/EL NORTE

La vista oral, celebrada el 29 de mayo, terminó con Rubio absuelto y con Calle condenado a 14 años, 8 meses y un día de prisión menor, a pesar de que el fiscal reconocía no tener suficientes pruebas contra él. El de Tudela siempre sostuvo que aquella mañana del 4 de marzo estuvo en la Escuela de Magisterio y en el portal de la casa donde vivía su novia, ajeno, por tanto, a los altercados callejeros. Trasladado a principios de junio a la cárcel de Chinchilla, en Albacete, de ahí pasó al Penal del Dueso, en Santoña (Santander), donde, tras el triunfo electoral del Frente Popular, pudo acogerse a la amnistía prometida por las formaciones de izquierda. De regreso a Valladolid, fundó la Escuela Racionalista «Eliseo Reclús» y se incorporó a la escuela de Villanueva de los Infantes.

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La sublevación militar contra la República, el 18 de julio de 1936, precipitó su huida. Permaneció unos días escondido hasta que en 1940 intentó escapar a Francia por los Pirineos. Pero no tuvo suerte. Detenido y encarcelado de nuevo en España, por temor a que le fusilaran se hizo pasar por Manuel de la Mata Ibeas, un cubano al que conoció en prisión y que se suponía muerto. Así logró que la embajada de Cuba hiciese las gestiones diplomáticas necesarias para ponerle en libertad y trasladarle a La Habana. Era marzo de 1941. El vallisoletano prosiguió su carrera docente en Cuba, primero en el Instituto Edison y luego en la Escuela de Bachillerato del Colegio Hebreo Autónomo del Centro Israelita de Cuba, que llegó a dirigir en los años 50, además de colaborar en el famoso programa radiofónico «Universidad del Aire».

Afín a la revolución liderada en 1959 por Fidel Castro, presidió la Junta de Liberación Española, encargada de apoyar a los exiliados de nuestro país, antes de ser falsamente acusado de contrarrevolucionario como consecuencia del intento norteamericano de invadir Bahía de Cochinos. Lo encarcelaron injustamente en la Fortaleza de la Cabaña, donde pasó dos meses. Luego lo rehabilitaron y le nombraron director del Instituto preuniversitario Especial 'Raúl Cepero Bonilla', que él mismo impulsó a finales de 1962 para los alumnos más brillantes de la enseñanza secundaria. Sus últimos empleos como docente los desempeñó en el Instituto Preuniversitario de La Víbora, en la Escuela de Técnicos de Biblioteca y en la Escuela de Periodismo. Francisco Calle Blanco murió en La Habana el 5 de mayo de 1997.

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