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Participantes en el parque infantil de tráfico vigilados por el sargento de la policía Teodoro Pindado. ARCHIVO MUNICIPAL
El parque infantil de tráfico de las Moreras
El cronista, historia de Valladolid

El parque infantil de tráfico de las Moreras

Construido en agosto de 1963 en los jardines de la Rosaleda, antiguo vivero municipal, su objetivo era frenar la escalada de accidentes provocada por el creciente uso del automóvil

Enrique Berzal

Valladolid

Martes, 29 de agosto 2023, 00:23

El encargado de adelantar la noticia fue el jefe provincial de Tráfico. Era junio de 1961 cuando los vallisoletanos se enteraban de la propuesta de ambas administraciones, municipal y central, de crear en nuestra ciudad un parque infantil de tráfico para prevenir, cuando no frenar, la escalada de accidentes provocada por el uso creciente del automóvil. Se trataba, tal y como señalaba este periódico, de «reproducir en miniatura un gran parque en el que los niños se ejercitarán como monitores de tráfico con sus minúsculos coches».

El Ayuntamiento, presidido por Santiago López González, dio el visto bueno en sesión extraordinaria el 24 de enero de 1962. La nueva instalación se instalaría en el parque de las Moreras, concretamente en la zona de la Rosaleda que antes había albergado los viveros municipales, y tendría un coste de 499.250,33 pesetas. El alcalde lo tenía claro: nuestra ciudad contaría con «uno de los mejores parques infantiles de tráfico de España y del extranjero también».

Las obras, cuyas primeras subastas quedaron desiertas, comenzaron a finales de ese año y no estuvieron listas hasta el verano de 1963, hace ahora 60 años. Aquel antiguo paraje de las Moreras, que no hacía mucho tiempo había estado descuidado y lleno de maleza y que en otras épocas había albergado desde mercados de ganado hasta circos y un campo de fútbol, maravilló a los viandantes por su nuevo aspecto.

El parque infantil de tráfico constaba de dos plazas, una circular y otra cuadrada, un semáforo central accionado mecánicamente y numerosos indicadores de señalización tanto en la «gran carretera» como en los accesos a las calles. Los huecos que había creado el trazado fueron convertidos en zonas verdes y provistos con vegetación de jardinería. La idea era organizar todos los meses un concurso con ejercicios de regulación del tráfico entre diversos colegios de la ciudad. Al final del parque se colocaría un teatro de marionetas, mientras que una «valla rústica dispuesta hasta el puente del Cubo» acotaría la zona.

Vigilado en todo momento por «un celoso empleado municipal de jardines que no permite el más mínimo destrozo y prohíbe el estacionamiento de bicis y motos», comenzó a funcionar con doce coches a pedales y un sargento de la policía encargado de regir las clases teórico-prácticas: Teodoro Pindado. La razón principal de su creación la hizo pública Vicente Corredano Gallo, jefe superior de la sección de Divulgación de la Jefatura Superior de Tráfico, el 12 de septiembre de 1963, día de la inauguración.

Niños de Valladolid en el parque infantil de tráfico construido en 1963 en los jardines de la Rosaleda, donde estuvieron los viveros municipales. ARCHIVO MUNICIPAL
Imagen principal - Niños de Valladolid en el parque infantil de tráfico construido en 1963 en los jardines de la Rosaleda, donde estuvieron los viveros municipales.
Imagen secundaria 1 - Niños de Valladolid en el parque infantil de tráfico construido en 1963 en los jardines de la Rosaleda, donde estuvieron los viveros municipales.
Imagen secundaria 2 - Niños de Valladolid en el parque infantil de tráfico construido en 1963 en los jardines de la Rosaleda, donde estuvieron los viveros municipales.

Se trataba de educar a los futuros conductores para «que desciendan esas terribles cifras [de accidentes] que dan las estadísticas», en las que los niños representaban «el cuatro por ciento de los peatones muertos en España». De hecho, en aquel momento, según palabras de Corredano, España era la nación donde más accidentes de tráfico se estaban registrando. «El único procedimiento para evitarlo es crear en la psicología de los pequeños un estado de preocupación que sea un problema para él», señalaba el responsable nacional de tráfico. Valladolid también atravesaba por un ambiente de cierta preocupación, pues si en 1956 había 9.000 vehículos matriculados, en 1960 ya eran 13.000 y tres años después, 22.000. Y los accidentes también eran frecuentes.

Aquel 12 de septiembre de 1963 se verificó el primer concurso entre escolares. Participaron 60 niños de 14 centros: OJE, Instituto Gandásegui, Grupo Escolar San Pedro Regalado, Residencia Juan de Austria, Grupo Escolar Girón, Fray Luis de León, San José, Isabel la Católica, Salvador, Rondilla de Santa Teresa, Ave María, La Salle, Macías Picavea y Cervantes. Todos se enfrentaron a pruebas de señales, normas de tráfico y circulación con semáforo. Encomiada la iniciativa por la Jefatura Superior de Tráfico, días después esta regalaba al Ayuntamiento dos karts a motor, capaces de circular a diez kilómetros por hora, que hicieron las delicias de los niños que entonces abarrotaban el parque infantil de tráfico de las Moreras.

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